LUIS CERNUDA
El poeta de la soledad, el dolor y la sensibilidad.
Luis Cernuda nació en Sevilla en 1902 y murió en Ciudad de México en 1963. Fue una de las figuras fundamentales de la Generación del 27. Su obra se inscribe dentro de una corriente calificada por muchos como «neorromántica», donde la soledad, el dolor, la sensibilidad y la melancolía invaden cada palabra que surge del poeta sevillano. Su homosexualidad le llevó a considerarse un marginado y a estar descontento y en constante rebeldía con el mundo que le rodeaba. Él mismo admitió siempre ser un «inadaptado».
Cernuda posee un estilo muy personal que se aleja de las modas de la época. Es una poesía de raíz romántica, dominada por la soledad, el deseo de un mundo habitable y, sobre todo, el amor, exaltado o insatisfecho.
En diferentes momentos de su vida dio clases de español en la universidad de Toulouse, en Inglaterra y en Estados Unidos. En sus inicios toca la poesía pura, el clasicismo y el surrealismo, pero a partir de 1932 inicia un estilo personal, cada vez más sencillo, una sencillez, dicho sea de paso, lúcidamente elaborada. De esta época son «Perfil del aire», «Égloga, elegía, oda», «Un río, un amor» y «Los placeres prohibidos».En sus volúmenes siguientes domina la tradición romántica europea: «Donde habite el olvido», «Invocaciones», obras que fueron engrosando a partir de ese momento, más los ya publicados, su obre poética completa bajo el título de «La realidad y el deseo»; en 1964 se publicó póstumamente la edición número cuarenta.
Tras la contienda civil española conoció el exilió del que jamás volvió. Pasó por Gran Bretaña, Estados Unidos y, por último, México. Publicó, sucesivamente, «Las nubes», «Como quien espera el alba», «Vivir sin estar viviendo» y «Desolación de la Quimera». Continúa con su línea de depuración estilista y trata temas como el de la patria perdida, recordada con añoranza o rechazada. Persiste su amargura.
Además de poeta, Cernuda fue también un excelente prosista. Toda su obra en prosa está recogida en el volumen «Prosa completa». También fue un crítico literario bastante agudo e irónico. Su obra ha sido objeto de numerosos estudios en muchos países. Tal vez quien más y mejor se haya aproximado a su sentido más genuino y profundo sea el mexicano Octavio Paz, quien dijo sobre la palabra «deseo» en la obra de Cernuda: «la realidad acaba por destruir el deseo, nuestra vida es una continua oscilación entre privación y saciedad. A mí me parace que, además, dicen otra cosa, más cierta y terrible: si el deseo en real, la realidad es irreal. El deseo vuelve real lo imaginario, irreal la realidad».
Donde habite el olvido
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo solo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allá donde termine ese afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.