Su nombre aparece en cualquier crónica sobre Villoria
En este artículo hace mención a lo que el 5 de mayo de 1933 publicaba la Gaceta: Un ingeniero salmantino, Fernando Gallego Herrera, pretendía lanzar desde un monte de Villoria una aeronave a la estratosfera. Esta es la descripción que se hace del invento:
El «aerogenio»:
«Un aparato de anchas alas cuadradas que pesa de setecientos a ochocientos kilos y que mide cuarenta metros netos. Las alas están divididas en dos partes que funcionan indistintamente, accionadas por los mandos. La cola también es amplia y tiene forma rectangular. Tiene dos cabinas en las que pueden ir tres personas». Sigue la descripción hablando del motor, que contaba con diez cilindros y cien caballos y cuyo valor se estimaba en veinticinco mil pesetas. El aparato descansaba sobre tres ruedas y su coste total ascendía a doscientas mil pesetas, dinero costeado por la propia familia, según Luis, su padre. En su realización sólo contó con la ayuda de su hermano José y el trabajo se desarrolló en lo que en Villoria conocemos como «El monte». El aparato que pretendía lanzar al espacio, según la crónica «obedece a unos principios técnicos de vuelo por aire comprimido».Se destaca de la nave su sistema de «profusión» aprovechando todos los gases de escape y hasta el calor de refrigeración del motor. Estaba hecho de metal, tela y madera y hasta hace poco tiempo se han podido ver algunos de sus restos en el monte de Villoria.
La prueba:
La expectación por el vuelo agolpó a muchos vecinos de Villoria hacía el lugar donde se había construido el artefacto. Llegaron, incluso dos aviones desde Madrid para seguir las incidencias. Pero no pudo ser, la aeronave fue pasto de las llamas sin haber conseguido despegar el vuelo. Más tarde construyó otro aparato y consiguió despegar verticalmente gracias a la aplicación de nuevos y propios principios científicos sobre circulación de láminas aéreas, con lo que perfeccionaba la idea inicial del aire comprimido.
Fernando Gallego Herrera:
El inventor de este ingenio contaba entonces con cuarenta y un años. Gozaba de un gran prestigio en el Cuerpo de Ingenieros, carrera en la que ingresó y salió siendo el número uno de su promoción.
Fue el autor del ferrocarril subterráneo (Metropolitanos) de Barcelona a Sarriá, y la estación de Francia y una fábrica de gramófonos en Barcelona. También fue autor de un estudio para unir por túnel subterráneo el estrecho de Gibraltar. Suya es la realización del puente sobre el río Merdero entre Villoria y Babilafuente. En varias ocasiones la prensa nacional e internacional se hizo eco de los proyectos de este ingeniero salmantino. Algunos de estos proyectos durmieron el sueño del olvido en las oficinas de patentes o en los despachos oficiales, o veía como ideas suyas eran aprovechadas por otros que las llevaban a término con apoyo de sus gobiernos.
Olvidado, y un tanto repudiado, emprendió un exilio voluntario por varios países del que volvió para refugiarse en su finca riojana de «Vistahermosa»¸ pasó una breve temporada en Salamanca tras la cual volvió a Logroño donde muere y reposa.
Fotos tomadas del libro de de Ramón Sánchez del Brío «Una villa en el corazón de una vega»y de la Gaceta Regional de Salamanca