Bajo el lema «¿Tiene futuro nuestro campo?», mantuvo una charla amena y distendida en diálogo constante con la treintena de agricultores que asistieron al acto, haciendo hincapié en los problemas que soporta en la actualidad la actividad agrícola y ganadera en nuestra comunidad. Palacín afirmó que la situación actual es debida a una visión política muy miope por parte de los distintos gobiernos que se han sucedido durante los últimos años: «la población dedicada al campo supone solamente un 6% del censo electoral, pero de nosotros depende, directa o indirectamente, entre un 23 y un 25% de la economía de Castilla y León».
«La agricultura está herida de muerte, pero todavía se puede salvar», aseguró. Para ello propuso una serie de medidas como el control de las importaciones, crear mecanismos de intervención, mecanismos de regulación y que los agricultores se den cuenta de que su economía depende de los productos que venden, no de las subvenciones: «vivimos de lo que vendemos. Las subvenciones son sólo una ayuda».
Informó también a los asistentes que el negocio agroalimentario es sin duda el más grande del mundo y el que más beneficios reporta; el problema es que sobre un valor figurado de mil, el agricultor se queda apenas con entre ochenta y ciento veinte. Propuso que los agricultores se plantaran con fuerza ante la agroindustria y la distribución de los productos agrarios para reclamar su parte proporcional de los beneficios.