Agricultores y ganaderos de Villoria pidieron un año más la protección del Santo.
Este año la principal preocupación, como suele ser habitual, no es la falta de agua, sino el daño ocasionado en los cultivos por los recientes hielos de primeros de mayo y la incertidumbre sobre los precios de la presente campaña, sobre todo de la patata, cultivo que supone una gran inversión y cuyos resultados siempre están al albur de la fortuna.
La principal novedad de este año ha sido la celebración de la Misa Castellana, gracias a la inestimable colaboración de las chicas que interpretaron a la perfección la música y la letra de cada uno de los actos litúrgicos. T
Tras la celebración de la Misa, tuvo lugar la procesión de la imagen de San Isidro a hombros de los agricultores y la tradicional bendición de los campos por parte del sacerdote Luis, quien invocó la protección del Santo para los distintos cultivos de nuestro pueblo.
El hecho de coincidir la festividad de San Isidro en sábado, hizo que hubiera en los distintos actos más personas de las habituales en estas ocasiones y que la animación fuera mayor. Una vez recogido el Santo en la iglesia, la comitiva festiva se dirigió al Bar «Capri» para degustar un suculento y abundante convite, regado todo ello con variados caldos. Como una cosa lleva a la otra, después llegó el café, la partida entre compañeros y, ya por la tarde, la suelta de vaquillas para los más atrevidos o «cargados de bombo».
A continuación reproducimos el texto leído por José Sanjuán Carrasco durante la celebración de la Misa Castellana el día de San Isidro:
Mucho se ha escrito sobre nuestro patrón, pero el mensaje que quiero dar a los hombres y mujeres de Villoria, campesinos, agricultores o ganaderos es que además de celebrar con emoción su fiesta, siguiendo un poco su ejemplo seamos capaces de trabajar nuestras tierras con humildad, que no permitamos que la soberbia se apodere de nosotros y seamos capaces de enfrentarnos para conseguir una hora más de riego o impedir que alguien pase por nuestra linde o nuestro caminos. Debemos ser agradecidos con lo que tenemos y pensar que en nuestro trabajo la unión hace la fuerza y que un pueblo avanza unido si también trabaja unido.
El primer trabajo de Isidro fue de pocero, es decir, cavar pozos al servicio de la familia Vera, hasta que se trasladó a Torrelaguna, donde contrajo matrimonio con una muchacha del pueblo que más tarde se convertiría en Santa María de la Cabeza y que desde el principio fue compañera y cómplice de su marido; seguramente igual que la mayor parte de las mujeres de nuestros pueblos. Tuvieron un hijo llamado Illán. Regresaron a Madrid y es aquí donde realmente empieza su tarea de labrador, también trabajando para un patrón.
Con frecuencia fue objeto de burlas y mofas por parte de sus compañeros, que le acusaban ante el patrón porque solía acudir a la iglesia antes de ir al campo y a veces llegaba un poco tarde y decían que era un holgazán. Un día el patrón se escondió tras unos matorrales que había entre el campo y la iglesia y vio que efectivamente Isidro acudió a ella. Al salir le recriminó a Isidro lo que había hecho y juntos se dirigieron al campo. Cuando llegaron el patrón observó con asombro cómo los bueyes araban solos mientras Isidro estaba en misa, haciendo el trabajo por él. El patrón entendió que aquello era algo sobrenatural y su puso de su lado.
Muchos son los milagros y obras que se le otorgan a San Isidro, pero como decía al principio, el mensaje más importante es que seamos como él, capaces de ser generosos con los más necesitados, agradecidos con lo que tenemos y seamos capaces de aceptar con humildad las inclemencias del tiempo, que si bien es verdad que en muchas ocasiones no nos favorecen, en otras sacamos el máximo provecho. Como dice el refrán «nunca llueve a gusto de todos».
Afortunadamente, mucho han cambiado las cosas desde la época de San Isidro; él trabajaba con animales a los que trataba con muchísimo cariño, agradeciéndoles a unos el trabajo que desempeñaban y a otros tratándolos con sumo cuidado porque de ellos dependía el sustento primordial de las familias de la época.
Os deseo a todos un feliz día de San Isidro y que la alegría con la que hoy celebramos nuestra festividad nos acompañe cada día en nuestro trabajo, en nuestros campos y en nuestros animales.
Vaya desde aquí un fuerte saludo a todos los trabajadores del campo, y sobre todo a los que trabajan en condiciones inhumanas; mi reconocimiento también a los inmigrantes que tienen que abandonar sus hogares y a sus familias para trabajar nuestros campos a veces en penosas condiciones.
¡VIVA SAN ISIDRO!
José Sanjuán Carrasco.