PONGA UNA CABRA EN SU VIDA


Mamífero rumiante doméstico, como de un metro de altura, ligero, esbelto, con pelo corto, áspero y a menudo rojizo, cuernos huecos, grandes, esquinados, nudosos y vueltos hacia atrás, un mechón de pelos largos colgante de la mandíbula inferior y cola muy corta. Magnifica definición, tan magnífica como que es la del diccionario de la lengua española, a ver quien le lleva la contraria.

Crisis, paro, fusiones de cajas, mas crisis, casos gurteles, huelgas, mas crisis, subidas de impuestos, congelaciones de pensiones mas crisis…hasta las narices, nos negamos a hablar mas de esto así que después de mucho darle vueltas nos decidimos a hablar de algo que si que de verdad es importante: LA CABRA.
Animal mediático donde los haya, entre los animales de nuestro entorno, no deja de sorprendernos. Ya de pequeños nos emocionamos con el cuento de la cabra y los cabritillos, donde mamá cabra nos demostró su astucia y su valentía para defender a sus pequeños del malvado lobo. Pero esta bucólica visión de cabra familiar se perdió con el tiempo y vimos a una cabra que a ritmo de trompeta y tamboril se tuvo que ganar la vida de pueblo en pueblo y feria en feria subiendo escaleras a la orden de su amo de turno. ¡Qué vida más cabrita!.

¡¡A mi la Legión!!, debió de gritar desesperada un día, y, ni corto ni perezoso, este glorioso cuerpo del ejército español la adoptó como mascota «per secula seculorum». Y por fin ese hermoso pueblo Cordobés llamado Cabra pudo presumir de tener un tocayo importante y famoso, aunque sus habitantes, por si acaso, siguen llamándose egarenses. Tanta fue la fama que no le faltó su canción, siempre presente en fiestas y canciones de cuadrillas cuando la vergüenza se iba perdiendo por obra y gracia del dios Baco y sus compinches.
Pero en el camino nunca faltan los desalmados que siempre están poniendo chinitas en el camino y a pesar de tan importante cargo no dudaron hacer escarnio de ella hasta utilizarla de espectáculo lúdico-festivo lanzándola desde un campanario quizá creyendo que así conseguirían una nueva especie: La Cabra voladora-patético-

No importa, ahí sigue incansable. Ahora que las misiones de guerra del ejército ya no son tales, sino que son misiones de ¿paz?, a nuestra querida cabra le ha salido un nuevo empleo: el de cortafuegos; Aplicando literalmente el dicho de que la cabra siempre tira al monte, últimamente podemos ver auténticos retenes caprinos pastando por esos montes y ayudando con su insaciable apetito a desbrozar esas zonas de difícil acceso para personas y maquinaria. Y no contentos con todo esto, encima nos aprovechamos de su leche y de sus crías para elaborar los ricos quesos de cabra y el sabroso cabrito cuchifrito. ¿Quién da más?.

Pues todavía hay más, porque este apreciado rumiante no está exento del componente erótico-festivo en forma chistes, sucedidos y situaciones reales donde la relación hombre-animal adquiere tintes pintorescos y esperpénticos-por utilizar términos suaves-. . Para muestra un botón: «Mariano, le dice el marido a la mujer; me da la impresión de que a veces quieres a la cabra más que a mí. Que no mujer, que os quiero a las dos igual, responde el marido». Y esto sin mentar al macho de la cabra, que éste merece capítulo aparte.
Lo que no sabíamos es que también este animalito tenía efectos terapéuticos, algo que descubrimos hace unos días cuando la simple mención de una cabra paisana nuestra hizo que un amigo que estaba pasando por duros momentos familiares, se olvidará por un instante de ellos y pasara un rato divertido hasta el punto de llorar… pero de risa.
De momento la cabra la dejaremos en el anonimato, por si acaso.
Por cierto, y después de todo esto, no entendemos lo de » estar más loco que una cabra «viendo todo lo que vemos a nuestro alrededor. Aquí quién es el loco,¿ la cabra?. Mucho me temo que no…

EL WAPO

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