Yago Reis Araúzo. Yago es mi nombre auténtico, no Santiago, como piensan algunos. Se ve que mis padres no me vieron pinta de santo, je,je.
¿Cuándo te entró la vena teatral?
Cuando estaba en 3º de carrera, Tenía 20 años y nos ofrecieron un curso de teatro en la facultad de filología. Los profesores eran nada menos que Marc Anderson, Jaime Santos (de La Chana) y Olga Barrios. Yo no tenía un gran interés en el teatro, la verdad. Cuando acabó el curso alguien dijo: ¿Por qué no montamos una obra de teatro? Todos dijeron. «Siiiiiiiiií» y yo respondí: «Noooo; estáis locos». Tardaron quince días en convencerme, pero por lo visto hicieron un buen trabajo.
¿Cuándo conociste a La Zaranda?
Buuuufff ¿Diez años? ¿Doce? No estoy seguro, a Jesús María González y a Satur Villardón, los recuerdo de siempre, probablemente de los encuentros teatrales de la Junta de Castilla y León, pero a saber… Vi «Pareja abierta», «La jaula», «La Balada de los tres inocentes» y para entonces ya conocía a bastantes miembros del grupo.
Danos tu opinión sobre el grupo.
Es uno de los grupos más veteranos de la comunidad. Eso impone respeto. En general es un conjunto bastante cohesionado. Se nota que sus miembros se conocen bien y eso da bastante cuerpo a las obras. Cuando dos actores se miran en escena está pasando algo y eso no es tan fácil de ver en montajes profesionales.
¿Qué necesidades o deficiencias tiene el grupo?
La fundamental es la misma que para todos. Tiempo, tiempo y tiempo. El tiempo te permite hacer cosas, porque voluntad y experiencia en el grupo sobran. Quizás debamos aprender a concentrarnos en lenguajes ajenos al texto pero que ayudan a crear la tensión escénica necesaria. De hecho el texto sólo es un punto de partida. Para que sea creíble, los actores deben trabajar aspectos físicos y psicológicos que lo hagan creíble. Sin esto, por ejemplo, algunos finales de Shakespeare parecerían ridículos ¡y estamos hablando del mejor dramaturgo de la historia! Pero la verdad es que el grupo ha progresado bastante en esto y se consiguen momentos muy convincentes. Quienes vieron «la cena de los idiotas» saben de qué estoy hablando.
¿Qué nos cuentas de la obra que se va a estrenar?
Es muy diferente a todo lo que ha hecho el grupo hasta ahora. Es muy loca, lo cual a mí me atrae. Aunque ¡cuidado! Esa locura sólo se puede conseguir con un trabajo muy cerebral y meticuloso. Es una obra de gran exigencia física y mental. Así que los actores van a mejorar mucho sus cualidades con este montaje. Además, la obra es una reivindicación del papel del actor en la sociedad, lo cual hoy en día más necesario que nunca.
En las zonas rurales ¿qué tipos de obras y géneros son las más demandadas?
Si quieres tener unido a todo el público, comedias. Lo que pasa es que luego mucha gente se quejará de que siempre se programan las mismas cosas, porque el teatro no sólo lo disfrutas en el momento de la función. Te lo llevas puesto a casa. Puede estar hablándole a tu vida durante meses, así que la gente necesita que le digan cosas interesantes. Hoy en día circula una idea equivocada sobre el público rural. La gente de los pueblos, va a la universidad, accede a las nuevas tecnologías y son espectadores tan formados como cualquiera de cualquier ciudad. Así que, si se le ofrecen cosas diferentes acabará apreciándolas e incluso demandándolas. Un ejemplo de eso era el certamen de Trabanca.
¿Algún consejo para Zaranda?
Atreverse a todo y no rendirse nunca. El teatro es para los valientes.