Sí, las mujeres ya saben perfectamente qué es un fuera de juego. No hace demasiado años explicar a una mujer en qué consistía
Desde que hace dos años la Selección Española de fútbol se proclamó campeona de Europa se ha producido un cambio sociológico consistente en que las mujeres han entrado de lleno en el deporte más tradicionalmente masculino de todos. Antes nos criticaban y compadecían cuando nos veían dando voces como energúmenos frente al televisor con una cerveza en la mano y en compañía de los colegas. Ahora han decidido tomar cartas en el asunto y van a por todas.
Un hecho muy significativo es que en todas las carreras universitarias los mejores expedientes académicos los presentan representantes del llamado «sexo débil», adjetivo que pronto dejará de tener sentido. Son más constantes, más responsables y más eficaces que la mayoría de los hombres; si a eso le añadimos ese puntito de mala leche que suelen tener, se convierten en más competitivas que los hombres. Dice un amigo mío que, al paso que vamos, dentro de unos años nuestra sociedad será como una gran colmena de abejas, en la que la reina y las obreras serán todas mujeres y todos los sectores productivos estarán en sus manos. A los hombres nos reservarán los puestos de militares y zánganos. Oye, pues bien mirado a lo mejor tampoco está mal.
Lo que no me gusta de esto es que han aprendido muy mal a hacerse forofas y futboleras. Me explico. Llevan años, décadas más bien, observándonos y estudiándonos cuando vemos un partido y han copiado todo lo peor de nosotros mismos. En esto no han sido ni imaginativas ni originales. Durante el pasado mundial he tenido la oportunidad de ver varios partidos de la Selección rodeado de mujeres y me he quedado «pasmao»: voces, gritos, insultos, improperios…tanto que los hombres que estábamos allí parecíamos monjas de clausura a su lado. ¡Madre mía!
Y que no te atrevieras a llevarlas la contraria, que te soltaban con toda naturalidad «calla que tu no entiendes». Tal cual, os lo juro. Igualitas que nosotros pero con más mala leche. Por no hablar de los comentarios «técnicos» dirigidos a los jugadores y al pobre Vicente del Bosque, que si quita a este, que si pon al otro, que si cambia el centro del campo, que si saca a Llorente, ¡manda huevos!, como si lo llevaran haciendo toda su vida.
EL PÁNCARO.