ANDRES CASCÓN RODRIGO

GENTE DE VILLORIA

ANDRES CASCÓN RODRIGO
Andrés Cascón Rodrigo, hombre de pocas palabras, nacido el 30 de Noviembre de 1911 en una casita pequeña en la Plaza Mayor de Villoria, en frente de la Iglesia del mismo pueblo, hijo de Carlos Cascón y Anastasia Rodrigo, ambos de Villoria.
Tuvieron dos hijos, Marcelino y Andrés.

Cuando nació Andrés murió su madre Anastasia casándose su padre Carlos en segundas nupcias con Natalia y teniendo al tercer hermano, Teotiste Cascón Miguel.
Allí en la citada casita vivieron unos veinticinco años hasta que Andrés se caso con María Barrera Sánchez, hija de Simón Barrera y Demetria Sánchez, ambos pastores.

Andrés y María vivieron toda su vida en la calle Salamanca nº 14 de la localidad de Villoria, hasta el fallecimiento de su mujer. Tuvieron siete hijos de los cuales uno murió al año de su nacimiento, siendo estos últimos: Teodoro, José Manuel, Tasita, Pilar, Blas y Flori, todos viviendo en la misma casa, siendo Andrés obrero del campo y para sacar a tantos hijos adelante costo bastante.

Andrés segaba, araba, sacaba patatas…. en definitiva todo lo relacionado con el campo, casi en su totalidad en el municipio de Villoria, trabajando también en el invierno en los montes de la sierra de Salamanca, sacando raíces para hacer escobas de barceo y a veces llevaba bellotas a casa para cocer, era todo un acontecimiento familiar.

Las tareas de la casa las llevaba María ayudándole también en el campo cuando podía y teniéndose que quedar el hijo mayor, Teodoro, a cargo de los cinco hermanos.
Una anécdota de aquellos tiempos era que cuando el hermano mayor tenía que fregar en casa dado la ausencia de sus padres, tenía que cerrar las puertas y ventanas para que nadie que pasara por allí le viera hacer tales labores ya que por aquel entonces estaba mal visto que un hombre se remangara para dichos asuntos y cuando venía su madre aprovechaba para tirar el agua a la calle ya que no había desagües en las casas.

Andrés no ayudaba en casa ya que tenía muchísimo trabajo, el cual empezaba a la salida del sol y terminaba a su puesta. La mayor parte de su trabajo la desempañaba para «Los Gallegos», «el señor Demetrio Martín» y segar para «el tio Pableras», Ángel Carrasco.

Cuando era jovencito iba a llevar a la Carolina al señor Gallego en el caballo y otras veces al hijo que era ingeniero, nevando muchos días y haciendo mucho frío, cuenta bastantes veces que venia congelado, yendo ataviado con una capa y una manta, sin saber por donde iban ya que no se veían ni los caminos.

Tenia una parcela en los huertos vecinales de Villoria, que cultivaba el solo, hasta que cumplió los noventa años, nunca quería que se la arasen las maquinas ya que decía que él la trabajaba mejor con la azada, dicen que estrujaba los terrones con las manos y cuando le veían siempre con el azadón caminando al hombro parecía que abultara mas que el.

En Montoro tenia una finca que primero fue viña, luego cereal y después huerta ya que se pudo hacer un pozo, habiendo tres kilómetros hasta el pueblo, el camino muchas veces se lo hacia cuatro veces ya que no había comida ni para la merienda y tenia que bajar a comer el cocido con garbanzos a casa.

Hay que decir que Andrés sabia leer y escribir que por aquel entonces ya era difícil, dadas la penurias que tenían que pasar para comer no se tenían tantas facilidades para estudiar, estando en la escuela con un maestro que se llamaba Don José, el cual siempre le decía; «venga, a ti que te gusta y vales, no lo dejes Andrés».

Entre sus anécdotas cabe mencionar algunas como estas: Dicen que era tan callado que cuando tenia que ir a pedir el burro a sus suegros y no se atrevía, allá a la hora o dos horas que andaba por allí dando vueltas le decían éstos, » pero bueno ¿ a que has venido?» y contestaba Andrés » es que mira a ver si…., que necesito tal…., que no se como pedirte lo otro…», y muchas veces tenia que ir María, su mujer.

También era «músico», entonces se formaban muchas orquestas en el pueblo, ya que había que sacar el dinero como fuera y Andrés tocaba por entonces lo que era un bombardino, parecido al figle, un instrumento de viento pero con pistones o cilindros en vez de llaves, que por cierto era de grandes dimensiones y casi ni se le veía y de música digamos que tocaba con el corazón por que oído nunca tuvo, «según las obras», como dice el escudo de Villoria.

Para hablar de su vida como lo pasarían que si criaba conejos, cabritos o sembraba patatas, lo llevaban todo a cuestas hasta la estación de tren de Babilafuente y desde allí María se iba a Salamanca a vender dicha mercancía para poder comprar telas y hacerles unos vestidos a sus hijos y mientras tanto, Andrés volvía andando y Maria a la vuelta también, ya que prefería ahorrarse ese duro que le costaba «La Rubia» y gastárselo en unas naranjas para sus hijos, ¡¡que tiempos verdad!!

Otra anécdota dice que cuando llegaba el «tío Demetrio» a casa como era tan alto y Andrés tan bajito, vamos que parecían el punto y la i, los hijos se tenían que salir fuera por que se echaban a reír y no fuera que les escuchasen sus padres y luego tocara correa.

Nunca le falto el trabajo, ganaban poco pero se lo curraban bien, eran como «Alfredo Landa» en la película de «Los Santos Inocentes», que había que hacer de todo para sacar un trozo de pan para delante.

En definitiva, todo esto es un pequeño homenaje a lo que fue la vida del que por ahora sigue siendo el abuelo mas anciano de Villoria, vaya esto por el, por Andrés, en nombre de su familia.

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