No tuve ocasión de conocer a fondo a José Amalio. Nuestra relación se limitó a algunos saludos, algún apretón de manos y tres o cuatro…a lo sumo media docena de breves conversaciones antes de que se marchara para siempre.
Por eso es posible que mi opinión no sea válida o incluso que esté equivocado por completo. Tampoco sé si fue un buen alcalde para Villoria porque la vida no le dejó demasiado margen de tiempo para demostrarlo. Seguro que esto dependerá de a quién se le pregunte.
A mí siempre me pareció un caballero en toda la extensión de la palabra: amable, educado, correcto, sencillo…un hombre íntegro. Antes se decía «un hombre de los que se viste por los pies». Lo que creo que no admite dudas es que era una persona sobradamente preparada para ser alcalde de Villoria, como así se lo demostró el pueblo dándole su confianza en las elecciones municipales.
De mi relación personal con José Amalio se me han quedado grabadas dos frases, dos reflexiones que explican en parte su forma de ser: la primera la escuché en un acto electoral, cuando afirmó que deseaba ser alcalde de Villoria para devolver y agradecer a los vecinos de Villoria todo lo que habían hecho por él, todo lo que le habían apoyado durante su enfermedad y su vida.
La segunda se la escuché cuando me dijo personalmente que su mayor ilusión, si alcanzaba la alcaldía, sería trabajar en consenso con la oposición, que los nueve concejales estuvieran unidos para que Villoria también estuviera unida.
Uno de sus deseos se convirtió en realidad: consiguió ser alcalde de Villoria, pero ese mismo día pasó a ser enemigo de medio pueblo. Sobre su segundo deseo nunca se lo dije, pero supe que jamás lo conseguiría.
Ahora ya ha pasado un año de su muerte y el tiempo siempre ayuda a ver las cosas con perspectiva y a reflexionar serenamente. Sigo pensando que aquellas eran hermosas ideas, que lo siguen siendo, pero José Amalio no sabía que por lo mismo que la mitad de un pueblo te querrá siempre, la otra mitad nunca te perdonará.
En cualquier caso, José Amalio no tuvo la culpa de pensar que eso podía ser posible, es más, siempre he tenido la sensación de que fue una de las personas que murió con la conciencia tranquila.
A José Amalio. In memoriam.
Julián Barrera.