Cuentan las viejas reunidas al brasero una fastuosa leyenda sobre la noche de San Juan. La leyenda cuenta que Zoraya, una guapa mora asesinó a una hermosa cristiana que estaba cautiva en la Torre de la puerta de Villamayor. El delito cometido fue haberse enamorado de su amo y Señor.
Pasados los años, la leyenda continua y los refranes y coplas populares, recordaban la gesta y una buena noche por el año del Señor de 1777 un grupo de jóvenes, bailaba al amor de las hogueras que desde hacia mucho tiempo se celebraban en Salamanca esa noche, acompañándose de copioso vino empezaron a contar la historia, entre los presentes todos jóvenes y vigorosos estaba D. Juan Iñigo aguerrido caballero que daga en ristre, pregonaba que el no tenia miedo y mataría a todos los fantasmas que se le aparecieran, apodándole desde ese día Juan sin Miedo, bebieron y bebieron hasta embriagarse despidiéndose envalentonados prometiendo matar a todos los fantasmas que osaran cruzarse por allí, despidieronse quedando emplazados para verse al día siguiente, pero el destino llevo a D. Juan en su deambular sin rumbo, de vuelta a la puerta morisca de la Torre, mal consejero y peor amigo Baco le anima a entrar daga en mano a ver a la famosa mora, pero al llegar al Torreón por angosta escalera y a la pálida luz de un plateado rayo vio en el ático la instancia débilmente iluminada, imaginarias formas y sombras que le redoblaron valor al comprobar la inocencia del lugar por no haber nada en su interior.
Asistido por el capellán recupera el sentido y a gritos manifiesta, la Vi, yo la Vi, yo también la Vi. Manteniendo esta actitud durante muchos días, sin saber a ciencia cierta como acabó la rocambolesca historia de la mora y Juan sin Miedo.