Desde que el pasado mes de Abril se concediera la explotación del bar del centro social tras la jubilación de Pedro Pons, las cosas han ido de mal en peor. Parece ser que el nuevo inquilino no está cumpliendo con sus obligaciones que se establecen en el contrato.
No olvidemos que es un edificio de propiedad municipal con una serie prestaciones de cara al público que deben ser atendidas cuando se requiera su uso, amén de mantener atendido debidamente el bar que da servicio a la tercera edad. Su mala gestión nos concierne a todos en general y en particular a aquellos que en su día pujaron por conseguir su explotación y que se quedaron a las puertas por cuestiones económicas.
Esperemos que de todo lo ocurrido se saquen las conclusiones oportunas y, a la hora de establecer condiciones para la gestión, uso o ventas de propiedades municipales, no sea el dinero lo esencial y se tengan en cuenta otro tipo de cuestiones.