En las Villorias pasarían la noche de bodas Felipe II y su mujer, María de Portugal, después de casarse en Salamanca en el año 1543. Varios años después, en 1590, dicho monarca expediría una cédula, autorizando a Fernando de Toledo, señor de las Villoria, y a su hijo Antonio-Francisco de Fonseca y Toledo (futuro I conde de Ayala) para hipotecar la villa de Villoria, con el fin de responder de la dote de la mujer de este último, doña María de Ulloa. Dos años más tarde, en 1592, don Fernando de Toledo y su hijo, anteriormente citados, extienden una escritura, mediante la cual, llevan a cabo la hipoteca de la mencionada villa, con el objeto de respaldar la referida dote.
Extracto de Villoria, una villa en el corazón de una vega. Ramón Grande del Brío
