Besana Villoria – Revista digital Besana de Villoria

EL CABALLO DE ESPARTER0


Tiene más cojones que el caballo de Espartero.¿ Quién no ha oído alguna vez esta expresión?
Seguro que muchos de vosotros lo habéis escuchado alguna vez incluso la habéis utilizado para resaltar la valentía o el arrojo de alguien en algún momento determinado, que es para lo que se utiliza este dicho.

Muchos son los caballos que a lo largo de la historia se han hecho famosos, casi siempre por las hazañas de aquellos que iban a su grupa y a los que llevaron a inmortalizar para bien o para mal, en la realidad o en la ficción, tales son los casos de Babieca (El Cid), Bucéfalo (Alejandro Magno), Rocinante (D.Quijote), alguno fue tan importante para su dueño que hasta fue nombrado cónsul como es el caso de Incitatus caballo de Calígula y otros han alcanzado gran notoriedad mediática en los últimos tiempos, llegando a ser estrellas televisivas como fue el caso de Imperioso de la mano de su dueño el «ostentoreo» Jesús Gil.

Pero este caballo que hoy nos ocupa y el jinete que lo monta se han hecho famosos, no por sus hazañas precisamente, sino por los atributos masculinos que el brioso corcel luce en la estatua más conocida que honra al personaje y que se puede ver en la calle Alcalá frente a la puerta de Hernani en el parque del Retiro en Madrid y en la que su autor Pablo Gubert no tuvo ningún reparo en resaltar dichos atributos.

Joaquín Baldomero Fernández – Espartero Álvarez de Toro, ESPARTERO, militar y político ilustre de la primera mitad del siglo XIX, es quien pone nombre propio a este dicho popular, de caballo anónimo, al que se le podría haber llamado «el cojonudo», pero me temo que se han adelantado los de los espárragos y ya no sería el caso.

Cojones, palabra gruesa y mal sonante para algunos, muy recurrente para otros y siempre muy utilizada-no siempre de forma adecuada- y,en todo, caso polisémica (besanavilloria 11/05/2010).

Un ejemplo para ilustrar el significado de lo que hemos expuesto. Hoy os quiero felicitar a todos, no porque llegue la Navidad (que ya lo haremos a su debido tiempo), sino porque para aguantar la que nos está cayendo hay que tener eso: «unos cojones como los del caballo de Espartero»

T.P.

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