La nieve hizo acto de presencia la tarde del domingo y parte de la mañana del lunes. Un agente meteorológico más, muy vistoso, que deja unas estampas maravillosas y que hace las delicias de más de uno sobre todo si cae con la suficiente intensidad como para quedarse en casita y tomarse un día de vacaciones de propina. Bienvenida sea tanto ella como el agua porque falta va haciendo para nuestros campos, nuestros embalses y por qué no para que los amantes del esquí puedan disfrutar de este deporte.
Pero este fenómeno atmosférico tiene también sus inconvenientes. Uno de ellos, el más inmediato y preocupante es la consecuencia que trae su presencia en las carreteras. Como todos los inviernos, la climatología hace que la circulación se complique, la niebla, las heladas, la lluvia y la propia nieve se convierten en enemigos de los conductores. Por fortuna, la nevada vino acompañada con agua, lo que impidió que cuajara y se evitaran los consiguientes problemas de circulación.
La carretera tiene un sinfín de peligros, no vamos a enumerar todos y cada uno de ellos, ya hemos hablado un poco por encima de los fenómenos atmosféricos invernales. Pero a estos hay que añadir últimamente un peligro, que no es nuevo en nuestras carreteras, pero que conviene recordar para que nadie baje la guardia porque se nos puede presentar a cualquiera.
Nos estamos refiriendo a la presencia de jabalíes, bien en solitario, bien en familia: macho, hembra y sus correspondientes jabatos. Más de un vecino de nuestro pueblo ya ha tenido la poca fortuna de toparse con alguno de estos animales. Su tamaño o la presencia de más de uno pueden provocar accidentes más o menos graves.
En caso de encontrarse en una situación de este tipo, aunque los daños sean sólo materiales, es aconsejable siempre ponernos en contacto con la guardia civil, para dejar constancia de ello y que las compañías aseguradores no pongan impedimento alguno a la hora de hacer frente a los costes del siniestro.
Una vez cosechados los maíces, los jabalíes se mueven más en busca de alimentos, lo que les lleva a desplazarse hacia zonas más cercanas a las poblaciones y a atravesar carreteras y caminos con el peligro que eso conlleva. Ahora que la temporada de caza menor llega a su fin, no estaría demás que se permitiera la caza selectiva de estos animales en los distintos cotos donde hayan sido avistados. No hacerlo sería una irresponsabilidad por parte de quien corresponda.