Me siento orgullosa que tanto mis contemporáneas como las más jóvenes nacidas en Villoria o llegadas de otros lugares sigáis con una fiesta tan arraigada
Siento gran devoción y admiro la valentía y firmeza con la que Santa Águeda defendió su integridad como mujer. Su vida me apasiona a la vez que me llena de indignación y aunque tengáis conocimiento de su vida, sólo quiero que con la cercanía de nuestra fiesta la recordemos con unas pinceladas.
Os deseo un feliz día para venerar a esta virgen y mártir y pedirle que nos proteja de los «quintianos» que aún quedan en el mundo, que siguen martirizando a mujeres quitándoles la vida. Lo llaman violencia de género, yo lo llamo violencia del género masculino. Y ellos se creerán machos. Malditos cobardes.
Hace tres años pasé Santa Águeda en Villoria, al dirigirme de misa al centro cívico había cuatro chicas jóvenes de unos 20 años y comentaron: «esta fiesta ya no tiene sentido, no sé qué quieren reivindicar», os aseguro que me mordí la lengua y nunca me ha pesado tanto, con lo fácil que las hubiese podido callar. Les habría dicho, y si alguna lo lee hoy le digo: respetad de lo que no sabéis, y si no informaos de la historia, que vosotras lo tenéis muy fácil y en parte se lo debéis a aquellas sacrificadas mujeres.
No obstante, siempre hubo hombres galantes y caballeros. Os cuento una anécdota que escuché de niña y que ocurrió un día de Santa Águeda, que no se me ha olvidado nunca. Allá por los años 50 ejerció en Villoria un veterinario llamado don Leonardo, tenía dos hijas y mujer, que además de una buena posición, eran muy guapas. Ese día, al salir de misa, se acercó este señor a un grupo de mujeres que no parecían ni ellas de lo guapas que se habían puesto y les dijo estas palabras: «estoy convencido de que si todas las mujeres fuesen ricas, no habría mujer fea».
Os informo de que, aunque todo esto son recuerdos, hoy tengo mucha suerte de poder seguir celebrando este día en Leganés, en ese trocito de mi tierra que es la Casa de Salamanca. Todo empezó un 5 de febrero de hace 22 años, nos vestimos con algo diferente, cogimos unos instrumentos y nos dimos unas vueltas por las calles. Los transeúntes extrañados nos preguntaban, nosotros les contábamos y hoy conocen y esperan vernos cada año. A raíz de ese día todo fue a más, formamos una cofradía, somos unas 70 cofrades, pagamos 20 euros, hacemos una rifa con objetos donados por algunas socias, con todo ello hacemos una comida, damos dinero a la parroquia e invitamos también al párroco que celebra la misa y a los tres tamborileros que nos acompañan, la Casa nos paga la orquesta del baile final.
Pidamos por todas las mujeres del mundo que no se les cruce un «quintiano» en sus vidas para que acaben los malos tratos para siempre.
MUJERES DESDE LA HISTORIA
Con un sencillo lenguaje,
pluma y papel confidentes,
rindo ardoroso homenaje
a una mujer bien valiente
que no se dejó humillar
por la mano del más fuerte.
cual fieros perros de presa;
humillada ante los hechos,
no se rindió su altiveza
y exhibió este gran tesoro
en una humilde bandeja.
Con sangre de miedo helada
esperan tardes serenas
las mujeres maltratadas
que les corten las cadenas,
ellos, con el hacha en alto,
siguen causando tragedias.
Sueño un nuevo amanecer
suplicando con firmeza
que se rasguen las conciencias
de los poderes y altezas,
que no lloren más mujeres
y castiguen a sus fieras
ejecutando sentencias.
como reinas coronadas
lucís hermosas figuras
como el trigo en la besana,
emanáis olor a encina,
orgullo de castellanas.
Por estrellas de cristal
cambiáis vosotras las penas,
danzáis joviales y alegres
con sandunga y castañuelas,
baila vuestro corazón
cual chispeantes lentejuelas.
Bajo el cielo azul temblad
como madres, como esposas,
con caricias y con mimos,
pero fuertes como rocas
que se os vea como mujeres,
mujeres siempre vosotras.
Basi Cascón