¡¡Que felices éramos con un balón, una peonza y unas canicas!!
Cada día que pasa me doy mas cuenta de lo mal que estamos educando a nuestros hijos.
Como no las empresas que comercializan estos aparatos te venden que son buenos para la educación, ¿que nos van a decir para que los compremos? . Yo lo único que veo es a niños que no saben que hacer si sus padres no le dejan jugar con ella ya que no han aprendido a divertirse con otra cosa, recuerdo este verano en la piscina de la urbanización donde vivo que llegó un niño y le dijo a su padre, me aburro no se que hacer, ¿por que no me dejas la video consola?, su padre, abogado de profesión me dijo es una pena que no sepan que hacer sin estos aparatos. Conclusión no se los compréis e intentad que vuestros hijos saquen la originalidad y aprendan a divertirse con otras cosas y juegos que educativa y socialmente serán mucho mejor para ellos, lo difícil para el padre de turno es tener que estar con ellos y llevarlos de un lado para otro en vez de tumbarse en el sofá a descansar mientras que su hijo no le molesta jugando a la consola.
Este verano estuve en TAIZE una semana, este lugar de meditación al que acude gente de todo el mundo se lo aconsejo a quien quiera evadirse del mundanal ruido y de los agobios y comeduras de cabeza diarios, lo malo que esta a 1500 kilómetros de Villoria pero es una experiencia religiosa inolvidable. Cuando llegué apague el móvil durante 7 días y no me acorde de el en ningún momento, porque hace unos años no lo teníamos y éramos mas felices que ahora sin estos avances tecnológicos que nos comen el coco y no nos dejan descansar. Recuerdo que salíamos de clase con una bolsa de canicas y jugábamos en el parque al tri, otra temporada venían las peonzas, después el «jinque, la chiberrea,» os acordáis del escondite con flechas todo el pueblo jugando a lo mismo hasta que nos dijeron los del ayuntamiento que no podíamos jugar porque estaban todas las fachadas llenas de flechas, la cadeneta, el burro, los partiditos de fútbol en la pista, nos juntábamos toda la juventud en el parque para charlar con los amigos «jamoneros» que venían en verano y nos contaban sus historias, mil cosas y distracciones que se han ido acabando a medida que pasan los años y van apareciendo aparatos que nos hacen mas antisociables.
Solo pensad un segundo los que no teníamos todo esto los bien que nos lo pasábamos y lo a gusto que estábamos con nuestros amigos y no sumergidos en estas fantasías electrónicas hipnotizantes.
Javier López Martín