L o de la representación española en este festival cada vez me recuerda más aquellos años en los que la selección de fútbol siempre era favorita en cualquier competición a nivel europeo o mundial: estábamos entre los mejores según todas la encuestas, después llegábamos a competir, jugábamos como nunca y nos íbamos a casa como siempre (en cuartos y con las orejas gachas). En Eurovisión estamos hartos de oír cada año lo mismo. Nuestro representante es estupendo, la canción maravillosa, todas las quinielas nos dan como favoritos y al final… más de lo mismo: a casita y a esperar a otro año que seguro será el de la victoria.
Este año los comentarios en televisión española corrían a cargo de Jose María Iñigo, perro viejo también en esto de la música. Mucho más comedido que el ínclito Jose Luis Uribarri, al final, y después de convencerse de que no íbamos a ganar ni de coña, en alguna que otra ocasión dejaba caer con cierta sorna eso de «adivinen ustedes a para quien van a ser la siguiente puntuación».
No hacía falta ser muy listo, a poco recordarás la ubicación en el mapa de cada país, su cercanía geográfica, y conocieras sus tendencias sociales y políticas tenías un 99% de probabilidades de acertar para quien iban a ir los votos.
Ya lo hemos comentado en otras ocasiones. Este es un festival que ha ido a menos. Siempre han habido connotaciones políticas, sociales, culturales y económicas que han condicionado las votaciones y que desvirtúan por completo el fin por el que deber seguir este espectáculo: Las canciones, la música, los artistas. Pero esto no va a ocurrir mientras que se siga utilizando la votación popular a través de móviles y mensajes de texto que al final dejan pingües ingresos.
Mirando el lado positivo del asunto, la victoria hubiera supuesto tener que celebrar el festival el próximo año y esto más que un premio se hubiera convertido en una puñalada que no se si hubiéramos podido resistir con las defensas bajo mínimos. Igual para más de uno ha sido un alivio y esta noche ha dormido a pierna suelta.
Con todos mis respetos para los defensores Eurovisión, que son muchos, llevo años preguntándome ,como tantos otros( que también son muchos), qué narices pintamos en este festival. Un festival que no nos sale gratis aunque no ganemos. ¿ Cuánto nos cuesta cada año ir a hacer bulto que es a lo que vamos?. ¿Ustedes los saben?, no,¿ verdad?, yo tampoco y dudo mucho que lo lleguemos a saber. Aquí la tijera no funciona y mientras tanto el festival de los recortes, de los pelotazos y los rescates millonarios sigue en pleno apogeo.
PBS