Normalmente estos sobrenombres se ponían para resaltar una cualidad, un defecto, una profesión, trabajo, habilidad o cualquier otra circunstancia que acompañe a la persona a quien va dirigido. La mayoría de las veces se hace de forma cariñosa, sin ánimo de ofensa alguna, salvo excepciones, que las hay, y que van con terceras más que con segundas.
Nuestro pueblo no se libra de esta tradición y ya los más pequeños comienzan a bautizar a sus compañeros de clase y amigos por un nombre distinto al que figura en el acta bautismal o el libro de familia.
Pero motes los ha habido desde siempre y lo seguirá habiendo.
El aula de la mujer en los cursos realizados bajo la dirección de Roberto Ábalos Illa entre 1984 y 1988 ya hizo una recopilación de los apodos mas comunes que había en Villoria en esos años y de los recogidos en el Padrón de 1925. Es de suponer que en dicho padrón figurasen los nombres de pila junto al mote por el que eran conocidos. En esta lista figuran muchos sobrenombres que se repiten en los años 80 y que seguro se repetirían ahora, por lo que se han ido transmitiendo de padres a hijos.
Labaca, Tararira, Cogito, Tarao, Bolú, Pamplas, Perero, Pindoque, Jarras, Jerique, Soguilla, Pelón, Ramalea, Vitiri, Churraca, Piquero,Negrito, Calao, Hojalatero, Luquitas, Garbanzón, Meneje, Facundo,Calala, Miracielos, Posito……
Esta es una pequeña muestra de los 120 motes datados en 1925 recogidos en este libro, que en próximos artículos iremos publicando en su totalidad, así como los 262 que se listaron en 1988.