Extraido de la página web de la plataforma rural. ¡Por un mundo rural vivo!
¡AYUNTAMIENTOS EN RESISTENCIA!
Sabemos que en las agendas de muchos líderes políticos no existe espacio alguno para abordar el futuro de los pequeños pueblos. Estamos convencidos de que su preocupación por éstos se limita a hacerse ver en los periodos preelectorales mientras construyen la candidatura que les proporciona los votos legitimadores de un sistema que reduce la democracia al acto de votar. Sabemos que somos insignificantes en sus estadísticas, que sólo representamos un pequeño porcentaje de la población total y que la inversión no les merece la pena.
El resultado de tal desprecio se expresa en el abandono absoluto del medio rural y en la incapacidad desde lo público de hacer propuestas para crear dinámicas que generen alguna esperanza de futuro.
El ayuntamiento, nos dicen, es la institución más cercana a los ciudadanos / as, pero a veces esa cercanía se reduce solo al aspecto físico dónde se encuentra el edificio para la gestión burocrática de la vida municipal.
Antes de llegar el día de reflexión sobre a que candidatos decido apoyar he decidido hacer pública la mía propia, pero en esta ocasión va dirigida, no sólo a los candidatos que se presenten a próximas elecciones; sino, a todas las personas que vivimos en los pueblos y que entendemos que los ayuntamientos tienen que dar un valor importante a su grado de autonomía para gestionar la vida de su territorio. También para los que se atreven a imaginar el futuro fuera de las lógicas del modelo de desarrollo que durante décadas expulsó a nuestras gentes de sus pueblos, y a construir nuevos proyectos e iniciativas a partir de los recursos locales, que a veces desconocemos, no valoramos, e incluso despreciamos.
Mi reflexión pretende adelantar algunas propuestas para el futuro, pero sobre todo intenta dar a conocer algunas de las amenazas que acechan a los pequeños pueblos, amenazas que se harán realidad si no somos capaces de posicionarnos con firmeza frente a ellas, aunque ello simbolice la lucha de David contra Goliat.
Los ayuntamientos, en el momento histórico que nos toca vivir, han de asumir otras responsabilidades, comprometidas no sólo con la gestión de los problemas del presente; sino, con la preocupación de concebir una comunidad con futuro para las generaciones venideras.
Por eso urge frenar el proceso de desaparición de más agricultores y apoyar UNA AGRICULTURA FAMILIAR, CAMPESINA Y LOCAL, que no sustituya trabajadores por tecnologías que destruyen nuestro medio y nuestro trabajo. Podemos recuperar una agricultura que a la vez que produce alimentos sanos y nutritivos sea cuidadora de los ecosistemas y los recursos que permiten ponerla en práctica: los suelos, el agua, la biodiversidad.
Necesitamos oponernos radicalmente a la producción de alimentos transgénicos, a una tecnología que agudiza el proceso de dependencia del agricultor y del consumidor hacia a la industria de la agroalimentación, DECLARANDO LOS MUNICIPIOS ZONAS LIBRES DE TRANSGÉNICOS, por ser una tecnología lejana a los intereses y necesidades de las personas, sin olvidar los posibles impactos sobre lo que comemos, el medioambiente y nuestra salud. Paralelo a ello hemos de trabajar por mantener vivas las semillas locales y los conocimientos que los campesinos tienen para cuidarlas y mejorar la diversidad agrícola.
Es de suma importancia defender la autosuficiencia alimentaría, que nuestros pobladores puedan tener el huerto y producir lo que quieran en él, hacer la matanza y el queso, tener el corral con sus gallinas sin necesidad de más impedimento legal que poder ejercer el derecho de producir tus propios alimentos. ES HORA DE LA SOBERANÍA ALIMENTARIA y esta la tenemos que empezar a conquistar desde los lugares donde vivimos, produciendo en función de las necesidades de las personas y no de las estrategias de las multinacionales de la alimentación, creando puentes entre productores y consumidores, fomentando los mercados locales como punto de encuentro y sin intermediación de especuladores que juegan con la comida.
Se hace imprescindible BOICOTEAR TODAS LAS LEGISLACIONES elaboradas bajo la presión de la agroindustria multinacional y que en nombre de la higienización de los alimentos y de un falso cuidado medioambiental, nos impide producirlos, transformarlos y gestionar con criterios de sostenibilidad real los recursos naturales.
Es urgente trabajar por facilitar la incorporación de NUEVOS POBLADORES y reducir el impacto negativo del crecimiento demográfico. Hemos de actualizar las ordenanzas para abrir caminos que faciliten a estos el acceso a los bienes públicos: tierra, viviendas, otros usos de los bienes comunales ociosos y que pueden ser un recurso para emprender nuevas iniciativas laborales.
No podemos permitir el desmantelamiento de un servicio público más en nombre de la rentabilidad económica, hemos de recuperar el derecho a la escuela, al transporte público, al servicio de correos, a la asistencia sanitaria, etc. En este marco, es imprescindible recuperar la figura del profesional público rural, para que como servidores de los ciudadanos /as comprendan, sientan, vivan y beban con nosotros el vino en la taberna…!!
Hay que frenar todo intento especulativo que está detrás de los macro modelos urbanísticos, que nuestros ayuntamientos no se financien con los impuestos aplicados al ladrillo especulador. Y en la misma estrategia es fundamental oponernos al modelo turístico de costa, especulativo y depredador,.. que intenta imponerse bajo el paraguas del turismo interior, marginando a las pequeñas iniciativas de turismo local, responsable y cultural, gestionado por nuestras gentes o las gentes que deseen vivir con nosotros en los pueblos.
Hemos de mantener VIVAS NUESTRAS CULTURAS, mediatizadas también por el valor del consumo y de la codicia, culturas que pueden ser la clave para construir otros modelos de desarrollo fuera de la lógica del neoliberalismo salvaje que todo lo traduce a dinero, dando la espalda a la dignidad de las personas..
Vivir en los pueblos pequeños nos ofrece otras posibilidades, muy lejanas de los valores
imperantes en la sociedad actual. Vivir en los pequeños pueblos nos permite poder construir modelos de desarrollo a escala humana, hacer de los bienes y servicios un patrimonio colectivo, poner la economía y los recursos al servicio de las personas, ver en la multiculturalidad e interculturalidad una de nuestras mejores riquezas, tomar la solidaridad como antropología de la ternura y del sentimiento comunitario; y, lo que es más importante, construir estructuras sociales que contemplen la DEMOCRACIA RADICAL, expresada en la soberanía, en la participación de las comunidades y en el ejercicio de la igualdad.
Los ayuntamientos de los pequeños pueblos tienen un papel importante que cumplir, RESISTIR y demostrar que nuestras propuestas no son trasnochadas, que en ellas están las claves para superar la crisis de valores sobre los que se han construido las sociedades urbanas, hoy, muchas de ellas, insostenibles e inhabitables para millones de personas.