Aurelio Eleno Hernández
12 de septiembre de 2012-09-26
A/A. de Alfonso prieto «Pindoque»
VILLORIA –Salamanca-
Estimado Alfonso:
Seria de gran satisfacción para mí y para mi familia, si lo consideras oportuno, publiques la presente fotografía en la página besana de Villoria, o en la revista que me comentaste.
Veras: está hecha en el interior del cuartel de la Guardia Civil de Villoria con motivo del nacimiento de mi hermana la pequeña que tuvo lugar allí en el año 1965.
En ella aparecemos toda la familia: de pie esta mi hermana Pili, Yeyo (que soy Yo), en el centro y Pepe y Ángeles en brazos de nuestros padres, Aurelio y Pepa.
Como sabes, mi padre, estuvo destinado en esa localidad 10 años entre 1958 y 1968 y permaneció muy unido a todos sus vecinos no solo durante aquel periodo de tiempo, sino luego ya el resto de su vida. Innumerables son las personas que al enterarse de su fallecimiento me han mostrado su pesar.
De nuestra estancia en esa villa permanecen recuerdos inolvidables y nuestra relación continua viva con todos sus vecinos. Recientemente he podido participar con todos vosotros en la merienda de la vaquilla, que me produjo enorme satisfacción.
Hay familias enteras, especialmente queridas por nosotros, como la tuya: la de los Pindoques, Sres. Alfonso y Victoriano y todos sus hijos, Nano, Valentín, Pepa y Julián…, la familia del Sr. Santos (abuelos, Padres y tíos de Geliche), así como los Filoli, Urbanos, Carretas, Cochés, Pondera y su hijo Santos, Tijeras y Lucia, Bambis y un largo e interminable etc. En fin no debería haber comenzado a enumerar familias
Para no dejar a otras también muy queridas, sin citar.
Te envió un afectuoso saludo extensivo a toda tu familia.
A LA MEMORIA DE UN GRAN HOMBRE
El ponerme a escribir este artículo, es porque me lo pidió un hijo del señor Aurelio
del que más adelante hablaré, y lo hago con todo el gusto y amor hacia esta persona que ya falleció, dejando su huella en Villoria como muchos otros.
No sé si se hizo guardia por amor o por devoción para servir a España y respetar a nuestro pueblo, porque yo creo que nunca denunció a nadie y sufrió como muchos guardias de entonces donde su servicio era a pie o en bicicleta.
Yo le conocí por el 1959, por entonces trabajaba para el señor , Demetrio, que era labrador, donde iban a visitar a un guardia llamado Bernardo «El Rubio», que vivía en la casa de mi amo (una palabra que nunca me ha gustado porque cada persona tiene sus derechos y deberes, pero te lo imponían, nadie es amo de nadie). En el cuartel no tenían espacio y como se llevaban muy bien, iban a verle.
El señor Aurelio y su mujer vivían detrás de la fragua de Manolo» el Herrero» con sus hijos. Yo por entonces tenía unos quince años y como iba mucho por casa de mi amo le cogí un gran cariño , y mas que me hablaba de toros que era lo que me gustaba y me daba mucha guerra picándome con ellos y además se llevaba bien con mi padre el tío «Pindoque».
Así se gesto esta amistad. Lo que voy a poner adelante, algunas palabras están puestas en el primer libro que escribí, si no os gusta os lo saltáis.
Van pasando los años y cuando tengo 18 años me voy a Bilbao a ganar unas perras, para luego escaparme a las tientas de mis tierras, como así hice. Resulta que me detectaron los del Saca, los compañeros que llevaban la tierra con mi padre en «Riolobos», (es curioso ni hay río ni he visto lobos). Sabiéndolo mis padres que sufrimiento les metí en el cuerpo, sin saber donde andaba esa perla de hijo. Da la casualidad que antes de ir a Bilbao eché la solicitud para ir a Matacán a la mili y unos días más tarde llego la carta para ir a Madrid al reconocimiento. Vaya putada, mi padre acojonado da cuenta a la guardia civil, diciéndole al señor Aurelio la situación en la que se encontraba, el dijo tranquilo que ya daremos con él, como así sucedió.
Una tarde de últimos de marzo el compañero y yo estando en las fincas durmiendo donde podíamos se nos ocurrió bajar a Salamanca en un autocar, y a los diez minutos un señor con tricornio me agarra por el brazo y me dice quedas detenido. Yo que siempre al tricornio le he tenido un miedo, me doy la vuelta y me doy cuenta que es el señor Aurelio, la verdad me sentí liberado, el ver a la persona que yo quería y respetaba. Contándome la situación, lo que estaban sufriendo mis padres, diciéndome tengo que llevarte conmigo, aquello me dolió mucho. Que pensaría la gente, porque si ibas al lado de un señor con tricornio cosa buena no habías hecho, así que le implore diciéndole que no me llevara y el buen hombre aceptó, y le dije que en dos días volvía en el tren de las tres que iba para Madrid y paraba en Babilafuente, y me dijo no me la prepares que me puedes comprometer, pero las palabras mías hasta ahora las he cumplido. Así que llegó ese día ansiado para mí porque lo estaba pasando mal de acordarme de mi madre.
Bajé del tren queriendo ver a alguien para abrazarme porque lo necesitaba. Allí estaba yo solo con un pequeño macuto, cogí la carretera andando en dirección a mi pueblo, me encontraba perdido por como iba a ser el recibimiento en casa. A los dos kilómetros en el puente de Gallego veo una silueta, donde mi corazón me dió un vuelco de alegría porque intuía como así fue que era mi hermana Pepa.
Salimos los dos corriendo como dos enamorados, donde no te cansabas de abrazarte por el cariño que nos teníamos. Me puso al corriente de lo que podía suceder y al llegar al cuartel que está a la entrada del pueblo, aquel gran hombre me vió pasar con mi hermana, levantó la mano como diciéndome no me has fallado. El recibimiento se lo pueden imaginar, no hubo orquesta, ni flores.
Recibieron al hijo pródigo donde a mi madre le bombeaba su corazón al abrazar mi cuerpo y perdonarme, aunque seguí haciendo de las mías, pero si me quedo otros ocho días me muero de pena, ya dejo esto porque mis lagrimas están cayendo como un manantial.
Mi abuela Carmen ,la madre de mi padre, le dijo, anda abraza a tu hijo que está vivo y aquel hombre duro y recto me abrazó como a un niño.
Cumplo la mili y me voy otra vez a Bilbao, armo las que puedo porque me sentía rebelde con una vida por delante llena de ilusiones en el trabajo, quería hacerme un hombre, así que con muchos tropiezos sin tirar la toalla me caso. Los tres hermanos Pauli, Santos y yo compramos un coche para ir al trabajo. Una noche veníamos para casa después de dejar el tajo, al llegar a Archanda una pareja de Guardia Civiles nos da el alto, parando a la orilla de la carretera que si me arrimo más nos caemos por el precipicio y nos ahogamos en la ría. Llega un guardia con la maldita metralleta pidiéndonos el carnet, se va hacia donde había más guardias en otro coche, para verificar los datos. Allí espera que te espera con el miedo en el cuerpo porque habían preparado un atentado los malditos etarras. Cuando se acercan dos guardias y uno dice bájense del coche, yo dije estos tíos nos tiran por el terraplén y dice uno,¿ no me conocéis?, pero en plan serio. Yo solo veía dos tricornios que nos estaban apuntando con la metralleta. Ya nos pregunta otra vez pero en plan mas cariñoso ¿no me conocéis? y dijimos que no. No sabía si era sargento o capitán lo que sí tenía claro es que no era el general Galindo, dijo si soy de vuestro pueblo hijo del señor Aurelio. Ya empezamos a respirar y me dieron ganas de abrazarle pero quita que lo mismo la metralleta coge celos, así que hablamos tan contentos con nuestro paisano, dándome cuenta del miedo que pasábamos todos a cuento de esos malditos dictadores.
Muchas veces nos pararon porque mi hermano Pauli tenía un bigote zorra que le encantaba a su esposa, que esta gente lo utilizaba mucho.
Nos despedimos y a los cuatro o cinco años nos vinimos para el pueblo, a empezar una nueva vida, pero yo de esta gente nunca me había olvidado.
Pasan los años y a los 55 años escribo mi primer libro, cae en manos de un guardia que se llama José María ,amigo de Betove. Le dijo al señor Aurelio que le mentaba a él, así que lo compró y se puso muy contento porque se vió reflejado en él, le mentaba y le había gustado . Pero yo nunca volví a ver a este gran señor, así que pasan otros 12 años y en la comida de la vaca de la fiesta de mi pueblo, estaba yo en la cola con mis amigos y se me tiró como a abrazarme un señor, le dije si no te conozco y el, ¿pero no me conoces? si soy el hijo del señor Aurelio el que os dió el alto en Archanda, nos abrazamos pero claro que era más bajo que cuando le vi entonces con la metralleta y mas que el tricornio da altura.
Así que tenemos pendiente una charla porque son 35 años que no sabía nada de ellos, y lo que más me ha extrañado que mi familia y amigos tengan contacto con él y yo sin enterarme.
El señor Aurelio se murió hace dos años y me apena no haber hablado con él.
Yeyo espero que a tí y a tú familia os guste mi relato, es un poco largo pero no lo podía dejar a medias, aunque me está doliendo la cabeza. Y vosotros estaréis orgullosos de aquel gran padre y marido que dió todo por vosotros.
Un abrazo.
Y como digo siempre hay buena y mala gente en todas partes, lleve uno un traje de paisano o de militar, porque los hechos ahí quedan.
ALFONSO «EL PINDOQUE»