Recogido del libro del aula de la mujer de los curso de l 1984-1988
EL NOVIAZGO:
Cuando se tenía interés por alguna chica la esperaban en las esquinas por donde podía pasar o cuando iba por agua a la fuente, especialmente los miércoles y domingos. Se rondaba mucho en las fiestas, se reunían los amigos y a altas horas de la noche con acordeones y unos hierros en forma de triángulo, y más cosas que hicieran ruido, paseaban por las calles parándose a cantar donde había chicas un buen rato, en algunas casas abrían la puerta e invitaban con dulces y una copa de aguardiente.
Cuando las relaciones se formalizaban el novio pedía permiso para pasar al portal a estar con la novia. Si los novios eran forasteros tenía que venir en caballerías o caminando; si pasaban unos domingos acompañando a la chica, les hacían pagar el vino, que se decía, y consistía en dar una cantidad de dinero que empleaban para hacer corroblas entre los amigos.
Cuando decidían casarse iban los padres del novio a casa de la novia a pedir la mano a los padres de ella (ajustar la burra) se cruzaban regalos según fuera la posición económica de ambas familias y acordaban donde y como vivirían luego los recién casados.
Era costumbre comprar el dormitorio a la novia. En algunas existía el interés por juntar las lindes y eran los padres los que concretaban las bodas, no faltando otras que aunque los padres no quisieran se empeñaban ellos y se casaban, después nos los acompañaban a nada.
En la segunda amonestación (o pregón) que así se decía, la novia tenía enhorabuena: por la tarde iba toda la gente que quería darles el parabién, siendo invitados con dulces y copas que les servía una de las amigas de la novia pasando con ellos la tarde hasta que dejaba de ir gente, después marchaban al baile. Éste era siempre en la plaza a no ser que hiciera mucho frío o lloviera, si era así, lo tenían en las casas que tenían portales grandes.