El pasado sábado 23 de Marzo el centro cívico, que hace ahora las veces de iglesia, fue el marco en el que se leyó el pregón que daba inicio de la Semana Santa 2013 en Villoria. María Teresa Sánchez Sánchez fue la encargada de su redacción y lectura. Este fue su pregón:
AUTORIDADES ECLESIÁSTICAS, AUTORIDADES, PRESIDENTE Y MIEMBROS DE LA JUNTA DE LA COFRADÍA DEL SANTÍSIMO SEÑOR, PREGONEROS DE AÑOS ANTERIORES, HERMANAS Y HERMANOS COFRADES, SEÑORAS Y SEÑORES.
Este año me cabe el honor de abrir un acto importante de la Semana Santa como es el PREGÓN que nos anuncia la inminente llegada de la Pasión.
Hoy abrimos de manera oficial los actos de nuestra Semana Santa que ahora y siempre, vosotros habéis estado presentes.
Acudo consciente, plenamente consciente de la responsabilidad que implica dirigirme a vosotros para anunciar la llegada de la Semana Santa de Villoria. A fin de cuentas, soy una de los vuestros, comparto los mismos sentimientos, remo en el mismo barco.
Soy Cofrade y por ello vaya por delante una cristiana. Una cristiana de a pie, jornalera de la fe, buscadora de la verdad, de firmes principios y creencias verdaderas.
La cristiandad entera rememora la apoteosis del Nazareno, con la procesión de las Palmas el Domingo de Ramos (nosotros en Villoria sustituimos las Palmas por Laureles) con su agradable aroma en la Iglesia, en algunas ciudades la popular imagen de la Borriquilla recorre sus calles, procesión muy seguida y querida por los niños, que mueven sus palmas con cariño al paso de tan preciosas y venerada imagen.
La Semana Santa, con la contemplación de Cristo muerto en la Cruz, nos sigue apenando, basta mirar la imagen de la misma Cruz.
En vísperas de la Pascua en la oración del Getsemaní, un hombre se enfrenta en solitario a la visión de su propio suplicio, con la muerte inminente, trágica e injusta.
En el Huerto de los Olivos se insinúan imágenes que anticipan el dolor. Cristos crucificados que aparecen entre los troncos retorcidos, Cristos cadavéricos que descansan en el regazo de la madre dolorosa y rocas de forma de calavera que señala el camino de la muerte. Y junto al Cristo que contempla su propia pasión está la sangre de los Mártires. Sangre la que también clama en esa noche de angustias y soledad. Esa es la noche oscura por la que pasa aquel que se enfrenta a su destino y no encuentra una respuesta, o si la encuentra, le abruma y no sabe si va a ser capaz de asimilarla. Y la oración del Getsemaní nos reconcilia con nosotros mismos, porque nos pone ante el cristo más humano.
La vía Dolorosa o el camino del Calvario es otro de los momentos de la Pasión de Cristo.
El camino del Calvario, concluye en el Monte de la Calavera junto a las murallas de Jerusalén, allí llevaron a Jesús el Galileo para ser crucificado. Era necesario que el Hijo del Hombre, acudiese a Jerusalén para sufrir, ser muerto y al tercer día resucitar. Así lo había anunciado el Maestro y así debía cumplirse.
Por esta razón la muerte del Hijo del Hombre fue muy dura de asimilar para quienes se dijeron seguidores suyos.
En la contemplación de la Pasión de Cristo a través de los ojos de María hay sin embargo una soledad que defina la Pasión de María. El dolor, el desgarro ante la tragedia, acaba siempre en soledad. Una soledad que también es esperanza, por que es recordar las promesas de su Hijo.
Cuando nos enfrentamos a estos enigmas, hemos de reconocer con sosiego y cierta naturalidad que la Semana Santa Popular está tan arraigada en nuestra forma de ser y sentir que va mucho más allá del hecho religioso, desde la cultura y la tradición. Y en esto no tiene por qué haber nada de malo, también hemos de afirmar porque es cierto, que el cristianismo nos ha hecho como somos y las más grandes conquistas del hombre contemporáneo se promovieron e inspiraron en principios evangélicos.
Por otro lado la Semana Santa en su dimensión popular, es también un anuncio de esperanza, mostrando a las gentes que tras la belleza de las imágenes y los ornamentos, está la oración. Una oración con frecuencia balbuceante pero siempre sincera, lo suficientemente sincera como para mostrar a todos que los senderos del Señor son los verdaderos, seguido por miradas de caminantes.
En la celebración del Viernes Santo al contar el «CRUZ FIDELIS» y postrarnos ante la Cruz, veneramos el misterio.
Aunque a veces no lo parezca, nos unimos al pueblo para conmemorar los padecimientos de Cristo que anuncia su muerte y proclama su resurrección.
El cristianismo con sus dos grandes ciclos festivos que son la Navidad y la Semana Santa, ha sido pieza fundamental, constitutiva y constituyente. En estos ciclos se celebra y se da respuesta al gran misterio de la humanidad, que se centra en la vida, la muerte y la vida renacida.
Existe un principio, un final y un ansia de trascender la vigencia de estas celebraciones populares que nacen de la piedad de las gentes sencillas.
Y así un poco a su manera, celebra el pueblo que Dios nace y muere y que el hombre puede y debe ante el Misterio de la muerte, aportar la economía de la salvación.
Hablemos también, como no de la Semana Santa de Villoria, con la participación de Cofrades, de hombres y mujeres del pueblo que a lo largo de los años he podido constatar que todos aman y quieren a su Semana Santa, infinidad de muestras así lo atestiguan, también los visitantes que nos acompañan en estos días, cada vez más participativos volcados con los acontecimientos y actos que organiza la propia parroquia. Dispuestos incondicionalmente a colaborar y prestar el apoyo necesario para llevar a cabo estas actividades.
A todos mi reconocimiento y gratitud. Gratitud con la que estamos obligados a corresponder como cristianos.
Igualmente recordar a esos jóvenes que cada Viernes Santo con gran esfuerzo y sacrificio, cargan sobre sus hombros la pesada Cruz. Cruz que hace 20 siglos también la llevó Jesús el Nazareno.
Para todos ellos mi felicitación.
Hace ahora 50 años, vine a vivir con mi familia a Villoria, era principio de Cuaresma, umbral de la Semana Santa y en este medio siglo de vida, aunque sigue habiendo más o menos los mismos actos religiosos y litúrgicos en la Pasión de Cristo, día a día, año tras año se han ido mejorando y superando algunos de los acontecimientos, pero siempre con las mismas costumbres. Algo de agradecer a los hombres y mujeres de Villoria de toda la vida por su sacrificio y amor que han tenido en los actos de nuestra Semana Santa.
Cito algunas de esas costumbres:
El Lavatorio de pies.
La vela al Santísimo por los Cofrades.
La Hora Santa.
El tradicional Viacrucis de los hombres por las calles del pueblo.
El Vía crucis de las mujeres.
La Procesión del Santo Entierro, etc, etc…
Y ya con el Domingo de Gloria, los dos protagonistas de la pasión del pueblo, Cristo ya resucitado y la Virgen María alegre en ese día, termina la Semana Santa. Es el escenario del último gran momento de esta semana tan llena de belleza y emociones, el acto de encuentro entre Cristo y su Madre, con el gran acontecimiento que voltearán las campanas, con gozo en el alma del pueblo cristiano.
Y antes de finalizar esta humilde pregonera quiere pronunciar y resaltar estas frases:
– La Semana Santa de Villoria hay que Sentirla.
– La Semana Santa de Villoria hay que Verla.
– La Semana Santa de Villoria hay que Vivirla.
No puedo terminar de otra manera que dándoos las gracias por vuestra presencia, y con esta modesta y sencilla lectura finalizo el Pregón de la Semana Santa de Villoria del año 2013. No sin antes Felicitarnos todos los cristianos por la elección del nuevo Papa Francisco, al cual le deseamos un largo pontificado y que como Hermano de la Compañía de Jesús que es, Éste y el Espíritu Santo le iluminen y le guíen por el buen camino para llevar el Evangelio y la Paz a todos los rincones del mundo.
Os deseo a todos una feliz Semana de Pasión.
Otra vez muchas gracias.
Maria Teresa Sánchez Sánchez.
Villoria, Marzo de 2013