Sigo disfrutando todavía de ellas con mis recuerdos.
ALFONSO «EL PINDOQUE»
Con el máximo respeto y cariño a todas las personas que nos dejaron, porque para mí están vivas y siempre las llevo en mi mente y mi corazón porque sigo disfrutando todavía de ellas con mis recuerdos por lo bien que lo pasamos aquí en la tierra.
Corrían los años 48, después de la maldita guerra y en este pueblo salían niños hasta por las chimeneas. Los humildes no tenían muchas alegrías, después de lo que sucedió y para olvidar las penas,por que habia poco que hace, empleaban bastante el sexo que para ellos era su desahogo. Está claro porque gastaban de lo suyo. Si una persona ni bebe, ni fuma, ni jo…y encima pasa hambre, ¿que haces en esta vida? , nada. Y como había poca luz y se pasaba mucho frío porque no había ni leña ni gasóleo alguno, así que al oscurecer a la cama los matrimonios y todo cristo.
Cuidado la mano de obra que se necesitaba para hacer una braga de aquellas, los hilos que tenían que mover, no como ahora que tienen cuatro lazos, las que utilizan ciertas mujeres. Tiras de uno y quedan desbragadas, aunque pasen fríos, pero no importa hay que ir a la moda, pero niños no vienen, así que digo yo no me extraña que cada vez haya menos trabajo porque hay poca tela que coser. Creo que vamos a volver, si salimos de esta a hacer bragas de aquellas que daban trabajo, sino llegaremos a comer la sopa del perolo de la abuela. A lo que iba. En el año 48 yo iba a una escuela, que de maestra estaba Masita , una gran persona, y allí nos juntábamos 50 niños y cuando eres pequeño presumes de novia. Dentro de lo malo que había éramos muy felices. Yo tenía muchas amigas y a la que más quería de las niñas era una niña llamada Mari, siempre estábamos haciendo picias. Pasado un poco de tiempo caigo en la escuela de Don Elías y mi amiga en la escuela de Doña Tere, que era la esposa de mi maestro. Porque entonces eso los chicos y las chicas van a bailar como dice el cantar, esto no estaba permitido. Seguíamos viéndonos, de mayorcitos nos echábamos buenos parlaos, a mi a los once o doce años me sacaron de la escuela para servir a un amo, como así se llamaba. Salí virgen de matemáticas, historia, religión……. Menos de lengua que la utilizaba bien, vamos casi de todo. Mari siguió estudiando y creo que era más inteligente que yo. Ya nos acercamos mocitos a los dieciséis y diecisiete años y bailábamos con todas.
Empecé a beber y pensé para mi, este anís del mono esta caducado de cien años de lo mal que me sabía, pero me bebí toda la copa que casi me daban arcadas y encima me preguntaba ¿que tal te sabe hijo?, bien señora Marcelina. En aquellos tiempos quien hacía un feo a una persona mayor, era sagrado, porque los padres así nos lo inculcaron.
En estas fiestas bailando, conocí a una chica y la tire los tejos, de aquí del pueblo, muy buena chica y bailando la decía ¿ quieres que te acompañe a casa esta noche?, mis amigos Paco y Mari se escojonaban de mi y no se retiraban de donde yo estaba bailando y como me oyeron decir que si la podía a acompañar que era como se conquistaba a una chica, yo no sé cómo se lo parlaría mi amigo a ella pues les hizo mucha gracia, ya que me lo recordaron muchos años, me tomaban el pelo. Al final acompañé a esta chica, la llevé cerca de su casa y nos paramos a unos cincuenta metros, antes de donde vivían sus padres en un esquinazo que ni nos tocábamos, pasando más frío que la capa de un guardia civil de los de antes. Estábamos tranquilos y oigo la voz de su padre, me caguen tal muchacha, porque en aquellos tiempos era sagrado llegar tarde a casa y veo un tío alto quitándose el cinturón, que eran más largos que la tralla de un cochero, ella salió zumbando y yo volando con el miedo en el cuerpo, fui otra vez a acompañarla porque me gustaba y el tío otra vez con la correa y eso que se llevaba bien con mi padre. Entiendo que yo no era un Rock Hudson, pero tengo que reconocer que tenía mala fama, no volví más a salir con ella porque pensé a la tercera me trilla su padre.
Mis amigos siguieron tomándome el pelo, yo me fui para Bilbao y creo que no la he vuelto a ver, según me han contado ha tenido mala suerte y ha sufrido mucho,se casó y tuvieron tres hijos, el marido murió pronto y dos de sus hijos me parece que han muerto y si digo la verdad esta mujer siempre ha llevado una cruz. No le ha sonreído la vida por lo que le ha tocado pasar. Lo siento amiga y que dios te bendiga si lo hay.
Y para darle humor a este relato, una anécdota:
ALFONSO «EL PINDOQUE»