«HABERLOS HAILOS»
Hoy quiero escribir y no me fluyen las ideas y me doy cuenta que no es extraño, mi vida social se reduce a un espacio tan reducido si no fuera por la caja tonta que es la televisión. Yo no sé quien le puso ese nombre pero acertó, porque a los que ya no podemos salir de casa nos tiene atontados, atontados y de mala leche, primero, por la cantidad de programas que emiten que no tienen ni pies ni cabeza y segundo, por las injusticias que sabemos por ella, pues ni lo que no vale para nada y aburre, ni lo que te pone de mala leche, por la injusticia, nos sacan de la monotonía casera.
Pero la vida casi siempre ha sido así para los «cascaos». Su espacio se reduce tanto que hay veces que dices lo que en realidad no debieras decir, no por ti, si no por los que te quieren. Pero vamos hablar de la tele, la que he definido como caja tonta, la he definido así porque al estar todo el día en casa acabas atontado, con la cabeza llena de datos y de personajes, todos desconocidos pero que muchos te ponen mal de los nervios al saber lo que hacen con el pueblo llano, con el pueblo inocente, que se marea con los datos y que se cabrea cuando sabe la cantidad de ladrones que salen cada día. En la tele parece que les va a caer una muy gorda y al día siguiente se les ve por la calle con sus coches de lujo y aquí no pasa nada y no es porque hayan pedido perdón o devuelto lo que se han quedado, no, de eso nada, pienso yo que como el dinero lo puede todo, el dinero también tiene poder para que perdonen todo.
Me acuerdo de la primera televisión, aquella en blanco y negro, y única, y con muy poca antena. Aquella que cuando dejaba de funcionar se la golpeaba y a veces acertabas y seguía funcionando y podías seguir mirando la tan esperada serie de «Crónicas de un pueblo». Aquella emocionante serie estaba basada en la realidad de cómo se vivía en nuestra España, ver aquel maestro bonachón y aquel cartero que recorría el pueblo en bicicleta y leía las cartas a los analfabetos. Aunque aquella época no era tan idílica…al menos no te ponían de mala leche como ahora. Si ahora pusieran una serie que hablara de las crónicas de un pueblo de esta España actual sería bien distinta, sería para ponerte de mala leche porque nada de lo que nos cuenta en esta nueva televisión de colorines es para ponerte cara de alegría. En los telediarios, que yo les llamaría «partes» como en la era franquista, sólo son para escuchar y ver a personas muy distintas al famoso maestro y al famoso cartero de las antiguas crónicas de un pueblo. Ahora se ven caras duras, caras chulas, mangantes y ladrones de guante blanco, la crónica es real, los maestros se manifiestan exhibiendo pancartas contra el plan del ministro Wert, con caras de mala leche por los recortes caprichosos del tal ministro que no escucha al pueblo llano. Crónicas de un pueblo, ahora las tenemos todos los días, pero muy diferentes a las primeras crónicas antes mencionadas.
Antes besabas un sapo y te salía un príncipe, como en el cuento, ahora besas a un príncipe y te sale un sapo, pero un sapo listo que se apropia de un montón de millones, como el del caso NOOS, y sigue el cuento con casos flagrantes de otros que no son príncipes, como el «cuento» los partidos que nos representan se creen que pueden hacer lo que quieren, como Bárcena, Gürtel, los ERES,…y sigue y sigue con cantidad de hechos parecidos tantos que se llenarían páginas con lo que hacen estos sinvergüenzas que piensan que todo el campo es suyo. Ahora está dando en la tele que al Bárcenas lo acaban de meter en chirona, a ver si canta y llenan la cárcel de chorizos.
Bueno no tenía ganas de escribir pero al poner la tele, de la que yo no soy muy amigo, me dio pie para hacerlo, aunque no como a mi me gustaría, pues me estoy dando cuenta que me estoy volviendo criticón y no se a quien echarle la culpa…pero «haberlos hailos».
DEL TIEMPO DE LOS VIEJOS
¿Qué es lo que veo?
pasan los nubarrones,
se oscurece el cielo,
¿va a llover? no, no lo creo,
lo que pasa que partiendo una nuez,
me acabo de machacar un dedo,
y lo veo todo negro.
Que tonterías se escriben,
cuando sobra el tiempo,
ni llueve, ni me mache un dedo,
pero me pongo a escribir,
porque me está sobrando el tiempo.
Pero como es mi tiempo,
hago con él lo que quiero,
porque…¿qué es el tiempo en este tiempo?
¡qué bobadas!,…¡tiempo!
y nada más que se va y se va,
como el aire que sopla en la calle,
que aunque mires no lo veras jamás.
Pasa un viejo y va caminado lento,
no está cojo, no está enfermo,
¿qué le pasa?
que no se le da pasado el tiempo,
y así despacito le cuenta
a un vecino un cuento.
Mirando estoy en la televisión
un partido de fútbol,
casi se lían a tortas
porque el partido se acabó,
y el árbitro solo descontó un minuto
y los de casa, como pierden, querían dos.
¡Qué cosas! ¡un minuto!
equivale a una pelea entre amigos,
rompe con una ilusión,
y a otros, no les da pasado el tiempo
este mundo es un follón.
No quiero aquí divagar mas,
y no porque me falte el tiempo
ni porque no quiera hablar
porque creo que es mejor,
dejar todo como está.
Sigifredo Maria Cascón