¿Hijo las campanas tienen sentimientos?
Cuando vi que faltaba, fue un verano, que como casi siempre pasaba mis vacaciones en el pueblo. Que tengo que decir, que aunque desde joven recorrí bastantes lugares, cuando las distancias que hoy parecen cortas entones eran largas.
A pesar de todo eso, en ningún lugar de esos, yo encontraba la paz y el sosiego que encontraba en Villoria o en Riolobos. con mis amigos, los de verdad, los que te conocen. a los que podías gastar una broma sin temor que fuera mal interpretada. Y escuchando esa campana, la de Riolobos, que ahora falta de su sitio y las de Villoria porque ambas tenían un tañido o un sonido diferente a las de cualquier otro lugar del mundo. quizás fuera porque mis oídos fueron las primeras que escucharon.
Bueno voy a dejar eso ahora para explicar todo cuanto sucedió aquel día en que yo me di cuenta que faltaba de su sitio la añorada y recordada campana.
No sé cómo decir que a mí me gustan esas aves, pero no me gustan los gastos superfluos en una España que cuando la hicieron, estábamos en la miseria, como ahora.
Pienso que las aves saben buscar el sitio donde descansar en su largo camino. yo estaría más por proteger los lugares que la naturaleza tiene para ellas y que se están perdiendo por la falta de autoridad, o por el egoísmo de algunos. que vacían los charcos que en la naturaleza hay, simplemente por conseguir un pedazo mas de tierra,
Bueno, no voy a decir que quiten de ahí la presa que tanto costo y tanto cuesta. ¡Como dice el refrán a lo echo pecho!
Voy a seguir con la tarde de aquel verano que como ya he dicho fui a pasarla a los prados de Riolobos con mi mujer y mis hijos, merendamos en el prado donde unos años después se haría la famosa presa, pues allí mismo había un caborzo con agua y allí mismo había un pozo que llamábamos el pozo Lairon, en ese caborzo, que aun tenía bastante agua, nadaban sin miedo a nada, una pata con sus patitos que embelesaron a mis hijos que era la primera vez que veían cosa así, yo ya lo había visto, pues me crie en esas tierras, pero a pesar de todo también me pare a contemplar a los patitos que seguían a su madre buscando entre el pan de rana, que es una especie de alga que se cría en las aguas estancadas y que yo no sé cómo se llama si es que tiene otro nombre.
Seguimos la tarde y cuando estábamos merendando en el prado, se escuchaba el canto de una codorniz y mis hijos querían saber donde estaba, pero cuando buscaban por un lado, parecía que cantaba en otro, hasta que se aburrieron y dejaron de buscar y fijaron su atención en una alondra que volaba por encima de nosotros, mis hijos decían ¿Escucha papa, escucha si canta como nuestro canario o mejor? Esta era parte de la fauna autóctona. También se veía como un Gabilucho, o Cernícalo, que volaba y se quedaba parado en el aire, para luego lanzarse como un misil, para atrapar la presa,, que yo les dije a mis hijos, seguro que lo que cogía seria un grillo. o un saltigallo, o salta monte o quizá, una cigarra.
Fue una tarde que ellos no van a olvidar nunca, porque jamás se volverá a repetir por allí, pues toda aquella zona quedo enterrada o tragada por la famosa presa, para albergar aves completamente desconocidas por estos lugares
¿Como me habría gustado que mis hijos y mucha más gente hubieran podido contemplar posándose una bandada de avutardas y a un macho de ellas pavoneándose con su cola extendida como si fuera un pavo real, para que las hembras se fijaran en el. ¡Ho el vuelo rápido de un Axison! ¡Ho el grito de un Alcaraván al romper el día y verle como corre agachado cuando cree que lo están mirando! ¡Ho ver a una liebre con las orejas levantadas porque sabe que no la siguen! Y tantos y tantos pájaros y animales que superan en mucho a la fauna que trajo la famosa presa, que en los años secos, mueren asfixiados los peces por lo que cuesta elevar el agua.
Seguimos el camino hacia el caserío con mi todo terreno, como yo llamaba a mi Dian seis, porque le daba lo mismo andar por caminos que por carreteras, yo les iba explicando mis peripecias de cuando yo era niño y recorría aquellos caminos, muchas veces descalzo.
Por el camino que íbamos, se llamaba el sendero la cabra, otra ved las preguntas ¿Porque ese nombre papa? Yo no supe contestarle y les dije que esa misma pregunta se la había hecho yo a mi padre hacia ya muchos años y tampoco el sabia. Como muy poco antes habíamos pasado por la calza sardinera ellos se acordaron y empezaron a reír sin que yo supiera él porque ¿y les pregunte porque os reis? Y me dijeron ¿Por lo de la calza sardinera? que era simpático ese nombre por estas tierras, pues por allí no había sardinas ni siquiera habrían pasado nunca una caja en la vida, trate de desviar la conversación porque no tenía respuesta y seguir hacia el caserío.
Hay podía que se acabaran las preguntas y empezaba lo que ellos creían eran mis fantasías, yo les esplique como se trillaban y como se separaban las garrobas de la garrobaza, cosa que ello no sabían, como no sabían distinguir entre garrobas y garrobaza, luego me entendieron y yo seguí contándoles mis peripecias de aquel pasado que guardo para contarlo y así los jóvenes sepan que el ingenio es el don de la supervivencia.
Les conté como hacíamos para cazar a los pájaros sobre todo a las aguzanieves o lavanderas, que acudían a los muelos de las garrobas en busca de los gorgojos que nosotros llamábamos bichos y también la manera de como matábamos los arrejácales o vencejos, en vuelo que también acudían en busca de esos bichos.
A las primeras, las cazábamos de esta manera. Poníamos una criba en el muelo de garrobas un poco inclinada, tapada con un trapo por el lado de sol, para que hiciera sombra y sujetada por un palo y el palo atado a una cuerda larga y a distancia esperábamos a que vinieran al muelo y se pusiera a la sombra para coger los gorgojos y cuando estaban allí tranquilos confiados tirábamos de la cuerda y quedaban atrapadas de bajo de la criba todo lo que allí acudía, se convertían en una tajada muy apetitosa. ¡qué barbaridad dijeron! Y más cuando les dije como matábamos a los arrejácales o vencejos que acudían en vuelo rasante al muelo en busca de los gorgojos o bichos, allí los esperábamos tumbados junto al muelo con un látigo hecho con barias alambres, que al lanzar el latigo, contra ellos estas se abrían y al choque los matábamos del latigazo.
Tengo que repetir que donde mis hijos veían una salvajada matar esos pájaros, nosotros entonces veíamos una tajada muy apetitosa.
Seguimos hasta las otras eras donde se trillaba el trigo, que quizás mucha gente de Villoria no sepa que esas eras están empedradas, o encantadas, allí les esplique las horas que pasábamos montados en el trillo, trillando el trigo. ¡Qué Guay! ¿Qué guay decís vosotros? Que confundidos estáis, me gustaría ha veros visto a vosotros a pleno sol dando vueltas y vueltas a la redonda horas y horas que te quedabas dormido de la rutina y las mulas si no las dominabas se salían de lo que estuvieras trillando y empezaba a ir el trillo por encima de los cantos y rompías toda las chinas del trillo lo que conllevaba una buena bronca, o algo más por dejar salir las mulas de la parva.
Tengo que decir que en aquel momento me acorde, de mi abuelo, que un día me dijo, ¿Hijo las campanas tienen sentimientos? Yo no pensé entonces en los sentimientos que despiertan los toques de las campanas, pero en mi afloro uno en aquel momento, el de la impotencia, por ver que la campana no estaba en el hueco que un día hicieron para ella y que tantas veces yo escuche cuando era niño, que es cuando las cosas se gravan en lo más profundo tu ser.
No voy a dar aquí mi opinión de lo que pienso sobre la campana y que ahora este en Villoria, porque me encuentro lejos, viejo y enfermo, que es cuando se suele decir que ya nada te importa y que se suele pasar de todo, yo no, no paso de todo, pero me reservo mi opinión porque no quiero despertar sentimientos encontrados, que me costa que un día existieron y así no hacer daño a nadie ni a los que les gusto ni a los que le disgusto. que la campana ahora ete en Villoria.
RECUERDOS DE AQUELLA TARDE
mirando al infinito
junto a la vieja torre
donde no hacía mucho
había una campana
tenía la cigüeña el nido.
Y donde la campana
al voltearla expandía
lejos muy lejos su eco
su inigualable tañido
y la cigüeña criaba
a sus zancudos hijos
detrás del monte de encinas
y justo al otro lado
una inmensa luna aprecia,
era llena color de fuego
era tan grande que parecía
que el sol aunque era noche
confundido de nuevo salía.
Y mirando al cielo y al suelo
vimos como en la tierra aparecían
largas sombras que se extendían
que todo, todo lo cubrían
que al atravesar cardos y juncos
dibujaban en la tierra
caprichosas celosías.
para que las estrellas brillaran
y poder ver en el azul cielo
el largo camino de Santiago
la estrella polar que es guía
de navegantes en los mares
y de peregrinos buscando los altares.
Y seguíamos mirando al infinito
por si una estrella fugaz
a lo lejos aparecía
y así poner a prueba
nuestra inocente fantasía.
Pero al ver el hueco vacio en la torre
se apodero de nosotros una melancolía
porque faltaba la campana que allí había
que en otro tiempo alegro todo los días
la vida de niños y mayores
en esa tierra que dieron pan y dieron vida.
Esta noche he tenido un sueño, un sueño, de una noble fantasía !Soñé que había comprado la torre de Riolobos y la parte donde antes estaba la iglesia! Eso ya era un sueño fantástico, pero lo más fantástico vendría después, con lo que hice, con la torre y la iglesia.
!Primero, puse un techo a la torre de un amarillo fluorescente y en medio de ese tejado puse una. Cruz alta, muy alta, también fluorescente y en ella grabe los nombres de todos los. Colonos que con tesón y valentía consiguieron esas tierras en aquellos tiempos tan difíciles. Aunque más tarde el dictador. se las hiciera pagar peseta a peseta.
Y como digo en mi sueño, todo lo pinte de un amarillo fluorescente, de forma que se pudiera ver incluso cuando por encima volara un avión. Luego seguí en la torre con mi fantasía y pintaba una raya entre ladrillo y ladrillo de colores resaltantes dando la vuelta a toda la torre y así hasta llegar al suelo, usando todos los colores del arcoíris, de forma que la gente al mirarla de lejos la confundiera con el propio arcoíris. yo al menos en mi sueño así la veía.
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Y seguí con mi sueño porque levante la iglesia, tan bonita que solo podía superarla la capilla Sixtina y lo más grande que la capilla no la pintaba Miguel Ángel, sino grafiteros, pero no de esos que se dedican a manchar todo lo que pillan, no, no, esos no. Son los que pintan cosas increíbles, con un simple bote de espray, estos, pintaron toda la iglesia de un azul cielo, con muchas, muchas estrellas, que cuando mirabas para arriba, te confundías y no sabias si estabas mirando al cielo en una noche clara y despejada.
En la pared de frente al entrar, pintaron un enorme crucifijo que llegaba desde el techo al suelo,, con tanto realismo, que parecía estar vivo y el resto de la iglesia, la llenaron de hermosas alegorías todas ellas respondían a lo que hay en una iglesia. Angelitos. Vírgenes y muchos, muchos santos y en un lado un grupo de personas, hombres y mujeres, ellos con boina y ellas con un pañuelo negro que cubrían sus cabezas y con niños muchos niños agarrados de la mano jugando entre ellos como hacen siempre los niños, que juegan sin preocuparse de los problemas de los mayores.
Todos esos hombres y mujeres, fueron participes de que Riolobos fuera el sitio donde mitigaron el hambre pero con una lucha dura muy dura, eso no fue un sueño, fue una realidad vivida, yo lo sé. lo consiguieron esos hombres que se representaban en el. Mural de la iglesia y en la. Cruz de la torre, hombres curtidos y luchadores contra la injusticia. Ya creo que quedan muy poquitos con nosotros. Dios les tenga en la gloria, su lucha no fue baldía.
Esos sí, esos si podían tocar mi campana la que yo vi en mi sueño, como tocaron la que hoy no está en el sitio para el cual fue hecha.
Quiero acabar diciendo, que se que los sueños, sueños son y antes que yo ya lo dijo. Calderón de la Barca, pero me duele que la campana no esté en el sitio para la que fue hecha.
Sigifredo María Cascón