ANTONIO RODRÍGUEZ ROMO
Buenas tardes, seremos breves pues ya lo dice el refrán que para que sea bueno ha de ser breve y así nos lo han recomendado los convecinos. Comienzo yo por ser el mayor en edad.
En primer lugar agradecer al Excelentísimo Ayuntamiento y a la comisión de festejos el haber tenido la deferencia de nombrarnos pregoneros de esta fiesta de Villoria 2014, lo cual supone un inmenso honor para nosotros al hacernos partícipes de las mismas.
Hace diez años por estas fechas, tomamos posesión de nuestras plazas de médicos de familia en Villoria Santiago y yo mismo. Ángela ya estaba entre vosotros desee algunos años antes. Fuimos recibidos con la lógica reserva que siempre se tiene a lo nuevo, a lo desconocido. Esto gracias a vosotros y con el paso del tiempo se ha transformado en amistad, cercanía y en una relación de proximidad en multitud de cuestiones y problemas, tanto en el ámbito personal como en el sanitario. Nosotros por nuestra parte, como dicen los carteles que a diario veis en el centro de salud, hemos pretendido ser vuestros mejores amigos en la salud y ser vuestro apoyo en los temas personales de vuestra vida y la nuestra cuando así tocaba.
Seguramente nos habremos equivocado en multitud de ocasiones, pues como humanos que somos, metemos la pata a diario, pero siempre con nuestro pensamiento en resolver el problema que se nos plantea con el mejor acierto, a quien se haya sentido ofendido le pedimos disculpas, tened la certeza que tratamos de hacer lo mejor en cada momento de acuerdo a lo que hemos sido capaces de aprender a lo largo de nuestro devenir profesional.
Las fiestas que hoy comienzan de la virgen de la Vega, cierran el ciclo de festejos populares de la zona de las Villas y como no puede ser de otra manera, han de ser las de más alto nivel, como siempre han sido, en cuanto a participación, alegría y bien hacer.
Ahora en estos años donde la palabra más utilizada es «RECORTE», recorte por aquí, recorte por allí, teniendo en cuenta que esto es la fiesta con mayúsculas, hemos quedado que la mejor, vosotros villorejos y villorejas, turistas y amigos de los de aquí, no recortéis en alegría, en amistad, diversión, camaradería, participación, que se note que sois los mejores, tampoco recortéis en la búsqueda de pareja, mejor, no recortéis en nada, bueno, perdón, si debéis recortar en una cosa: en los complementos alcohol, drogas, peleas,etc que parecen alegrarnos el momento pero nos hacen olvidar de todo lo demás. Tened ese punto de alegría para pasar unos días de diversión, celebración y camaradería que no consiste en llenar el saco el primer día, dormirse y despertarse al día 10 después de comer la vaca con la fiesta ya resuelta.
Procurad disfrutar en estos tiempos complicados, que algún día vendrán mejores, olvidar los problemas cotidianos aunque sea difícil y al menos en estas horas intendad ser felices con vuestra familia, con vuestros amigos, con vuestra gente y como último deseo que los toros y las vacas embistan.
Un abrazo para todos sin excepción y ahora D.Santiago va con su discurso más divertido y ameno que este.
SANTIAGO ALBERCA HERRERO
Al tener el honor de dirigirme a vosotros sean estas primeras palabras para reiterar mi agradecimiento personal (expresado antes por Antonio) por vuestra amable invitación a participar activamente en el prólogo de estas fiestas, tan profundamente arraigadas en el corazón de todos: los presentes y los que por diversos motivos no han podido acudir, dedicando un recuerdo muy especial para los que nos han dejado recientemente.
Dicho esto y para «meternos en harina» (con el permiso de los panaderos a esta hora nada temprana para su oficio), no creáis que para el que os habla ha sido fácil encarar este compromiso, pues al preguntarme que os podría contar, sin aburriros demasiado y teniendo en cuenta que los pregones formal y académicamente correctos suelen estar muy elaborados, pero a veces reinciden en aspectos tocados en años anteriores por muy original que el pregonero quiera ser, decidí al final afrontarlo en un tono desenfadado, en consonancia con el carácter del acto, que no por lúdico sea menos provechoso que el trabajo que desarrollamos a diario, consistente, en buena parte en amargaros la existencia (con la disculpa de velar por vuestra salud, por supuesto): El humor y la autocrítica distendida son también saludables.
Así es que, lejos de lo que hacemos en la consulta «leyéndoos la cartilla» y prohibiendo todo lo que se nos ocurre y más porque no hay, lo que nos trae hoy aquí es el ánimo de que disfrutéis del jolgorio (sanamente y cuidando los excesos, como ya ha advertido D. Antonio) y si, a pesar de todo (el ser humano es débil y fácil de tentar) se produjeran «daños colaterales», tranquilos que ya nos ocupamos de repararlos los sanitarios. Bueno, quizá sea mucho decir, y ello me lleva a enlazar con la siguiente reflexión, que tenía preparada, y es que, tanto en estos casos como en todo nuestro quehacer profesional, intentamos solucionar los problemas que se nos plantean, aunque algunas veces la evolución y resultado final no diferirán mucho con y sin nuestra actuación (a saber, una gripe con tratamiento médico dura siete días y sin médico dura una semana). Como bien decía el dramaturgo Moliere, allá por el año 1673 (S. XVII): «El arte de la medicina es entretener al paciente mientras la naturaleza cura».
Continuado con el espíritu autocrítico incidiré ahora en otro de los motivos de «cabreo», que, en mayor o menor grado a todos os ha afectado en algún momento, y que no es otro que el provocado por la «cita previa», al haber constatado el malestar y frustración generados cuando al solicitar una cita (siempre que no sea urgente) no se consigue para el mismo día; Pues bien, resulta que no es nada nuevo (como en otros asuntos «está todo inventado»). Veréis, en mi destino anterior (del que tomé posesión en 1981) un colega que me precedió ya tenía establecida la cita diferida allá por los años 60, época en la que como sabéis los mayores, la medicina rural se practicaba con la presencia física durante las 24 horas y a demanda de los enfermos; es decir no había consulta diaria en un lugar preestablecido y el médico iba, cuando se requerían sus servicios, a ver al paciente a su domicilio, donde lo exploraba, pautaba el tratamiento y muchas veces lo aplicaba personalmente (si no había en el pueblo enfermero, llamado entonces practicante, que era lo más habitual). Pues bien, mi colega de referencia así lo hacía, revisando la evolución de los enfermos de días previos preferentemente por las mañanas y por las tardes acudía al casino para jugar su partida de dominó, acompañado de sus amigos y una copita (o copitas) de anís Castellana; allí se le avisaba si ocurría algo que precisaba de su intervención y en una ocasión (supongo que no la única), según me contó un testigo presencial, a la sazón compañero de partida, llegó nervioso y corriendo el hijo de un paciente que se encontraba postrado en cama aquejado de un presumible cólico biliar y atropelladamente le expuso la situación al médico, el cual, después de escucharlo atentamente y hacerle algunas preguntas le «despachó» con el siguiente consejo: «hijo, con tu padre, quietud, quietud y quietud, que mañana paso a verlo». ¿Es o no una atención mediante cita diferida en toda regla? (y sin necesidad de teléfono ni atención administrativa de por medio).
Comentaba mi informador que a partir de determinada hora vespertina, parece ser que por el «intenso» desgaste mental producido cavilando las jugadas del dominó o más bien por el «dulce aturdimiento» provocado por el componente anisado, algo le hacía consciente de sus limitaciones y le inducía a posponer su actuación para hora o día (consulta diferida, como ya dije antes, a la que añadiríamos medicina preventiva: esto es, prevenir «meter la pata» absteniéndose de actuar, y si, entre tanto, como decía Moliere la naturaleza hacía su trabajo, asunto resuelto).
En fin, queridos amigos, para concluir lo haré trayendo a mi memoria uno de los múltiples chistes gráficos que ya en la actualidad ha dedicado el humorista Perich a nuestra profesión, y que nos describe así: «¿Cómo te puedes fiar del médico si cuando él se pone enfermo acude a otro médico?» Que no se diga que no os he avisado.
Ahora, antes de dar paso a nuestra querida e insustituible Angela, ahora, decía, sí finalizo, y lo hago completamente en serio con un profundo agradecimiento por la confianza que día a día depositáis en nosotros.Muchas gracias.
ANGELA MARTÍN DEL RÍO
Vamos con el último sermón por hoy, pero nos hagáis ilusiones que nos quedan muchos para las consultas.
A título personal daros las gracias pues habéis hecho que me considere una más del pueblo, me habéis admitido en vuestras asociaciones: la de mayores y la del aula de la mujer.
Para finalizar el pregón, queremos deciros que por muy lejos que nos hallemos de aquí, ñor mucho que la vida nos vaya cambiando, estaremos de algún modo siempre unidos a vosotros y a este pueblo de Villoria. Seréis una parte muy especial de nuestras vidas.
¡FELICES FIESTAS!