LA FUERZA DE LA INDIGNACIÓN


Artículo publicado en la página web del Insituto Marco Marchioni: Red de encuentro, intercambio y debate de la democracia participativa por: Angel Méndez López Otro día hablaremos de que es éste instituto y quien es Marco Marchioni…

El mercado nos ha consumido, mientras plácidamente nos llenábamos la barriga o el ego, creyendo que al consumir, encontraríamos las respuestas necesarias y exactas para ser. En ese intento a la desesperada de intentar ser lo que otros nos proponían, nos hemos perdido en la lógica del tener, que a día de hoy es radicalmente opuesta a la lógica del ser.

La sociedad contemporánea está funcionando al borde del sistema nervioso central. Los mega-impactos del desarrollo eminentemente economicista, afectan los ritmos naturales del funcionamiento planetario y del proceder humano. El fanatismo y las resistencias al cambio invaden todas las capas y aristas de la sociedad, al igual que el desapego y la desafección, que continúan haciendo mella junto a las formas invasivas e impuestas de actuar, las cuales constriñen la ampliación de círculos de relación cívica, haciendo de la Humanidad un organismo extraño consigo mismo.

Este sentimiento de extrañeza se ha cebado con las personas y con las colectividades, dejando marcado o en fase terminal, a demasiados patrones y referentes que nos han conducido hasta la fecha, hacia las mejores conquistas de la Humanidad en su devenir histórico. El sentimiento de extrañeza nos hace intentar vivir una vida más impropia que auténtica, nos conduce hacia una aberrante desafiliación que nos catapulta hacia formas de vida que impactan negativamente en nuestras proyecciones humanas.

Los paradigmas, las visiones y las formas de entender lo social significativo, son una especie de plastilina que va reajustando los moldes a conveniencia de quien da órdenes y dirige la interpretación. De forma que los horizontes emancipatorios se desdibujan, como también pierden claridad los valores sobre los cuales deben construirse los mismos.

Nos han vendido un modelo de vida-ficción, que no refleja en puridad las reales posibilidades de construir sociedad en sus fases más libertarias. Y no solo lo hemos comprado, si no que muchos se han endeudado para siempre, haciendo honor y validando la mentira. Las consecuencias son cada vez más impactantes; no es necesario remitirnos a las estadísticas, seamos capaces de mirarnos críticamente por dentro y saquemos nuestras propias conclusiones: ansiedad, estrés, frustraciones, depresiones…

Vivimos expuestos a políticas donde todo está diseñado para que gane el más fuerte, para que el más rico lo siga siendo, para que el poder se perpetúe. En el fondo, el eje central de análisis tiene que ver en cómo reconocemos a un Otro diferente, que también parte de un propio auto-reconocimiento, que en demasiadas ocasiones es negado, constreñido o simplemente distorsionado, gracias a nuestra indolencia o a nuestro insuficiente coraje para transformar el estado de cosas.

Es en este contexto de antagonismos y contradicciones profundas, donde se deben dar pasos dignificadores que nos permitan ir más allá y tomar conciencia de cuál es el camino a recorrer, si es que queremos legar a las venideras generaciones, espacios, dinámicas y referentes aportativos, auténticamente realizadores.

Hoy se hace impostergable la transformación estructural de los sistemas de manipulación y la construcción de sociedades alternativas, que de forma gradual, pero sistemática y progresivamente desarrolladora, vayan alcanzando correcciones en los desequilibrios que imperan en la actualidad, a partir de los fenómenos y sistemas sociales en los que se sucede la cotidianidad, pero enriquecidos y si fuese necesario, refundados.

Teniendo en cuenta que en un mundo globalizado ya no sirve la salida nacional, debemos crear una comunidad global de cambio social desde la perspectiva del oprimido. Luchar porque predomine una lógica de liberación contra los movimientos de manipulación, es abogar por un cuestionamiento crítico de los propios procesos de dominación y acumular multiplicadoramente fuerzas, constructos y herramientas para el cambio emancipador.

La fuerza de la indignación, tiene que multiplicarse exponencialmente, con criticidad y aportaciones concretas; solo así es posible visibilizar y construir la dignificación humana universal. La sociedad debe aprender a reinventarse constantemente y no dejar que los cauces continúen por los rumbos de la autodestrucción.

¿Nos seguiremos viendo en las calles?
EL ALAMBIQUE VELOZ

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