Los tiempos pasados son recuerdos que solo cuando estemos en el mas allá se perderán.
Pero para llenar un hoja para que otros la lean, hay que tener la mente despejada como un estudiante para hacer un examen, Aunque lo que tu escribas no sea importante como lo es un examen, por eso yo voy a seguir escribiendo aunque no le guste, a todos ¡Pero qué le voy hacer! ¡También los estudiantes a veces suspenden!
Voy a dejar de tontería y voy a escribir lo que hoy me ha movido hacerlo. Hace mucho, mucho tiempo, justo setenta años, Que un día de verano, acarreando el trigo de una tierra en la zona llamada el «Gurugu», Pasaban por el prado de Baldaragona, el señor Sofronio con sus hijos que iban hacer lo mismo que nosotros, acarrear el trigo de una tierra que ellos tenían por aquella zona. Pues en aquellos años los trabajos del campo lo hacíamos todos igual, a mano, pues aun no habían llegado los tractores, ni las segadoras.
¡Y sigo! Creo que habréis escuchado en la televisión, que hizo este mes de agosto, setenta años que un toro mato a Manolete en Linares ¡De esto os quería hablar!
Estábamos nosotros en aquella tierra que ya os he dicho y oímos voces. Era el señor Sofronio que le decía a mi padre. ¡Julián, Julián, sabes quien a muerto! ¿Quién? ¡¡Manolete!! ¡Madre mía! ¿Y quién te lo ha dicho’? ¡El tío Narices que lo escucho en la radio!
El tío narices era el administrador de todas las propiedades de Maestre, que por entonces la mitad de Villoria era suya.
Este llamado Maestre que solo su administrador conocía, era el más rico del pueblo, pero no vivía en el. Por tanto el tio Narices administrador de todo era a la vez uno de los más ricos del pueblo. Porque siempre se a dicho ¿Qué el que a buen árbol se arrima buena sombra le acobija?
Estoy seguro que los jóvenes que leáis esto os suene achino, porque estos señores de los que yo os hablo, hace tanto que faltan que ni sus hijos nos pueden decir nada, porque, ya tampoco existen.
Que pronto se murió el señor Sofronio, su mujer, sus hijos, alguno más joven que yo, para mí unos más de la familia.
Los tiempos pasados son recuerdos que solo cuando estemos en el mas allá se perderán. Quizás a las gentes de ahora esto que yo estoy escribiendo, no les importe ¡Yo les entiendo, no
Somos pocos los de mi generación que estamos metidos en este mundo digital, pues para nosotros esto llego tarde, pero los que estén, entenderán mas lo que yo ahora escribo. que no es importante lo sé, pero por ello yo escribo.
SIGI
Fluyen los recuerdos
de un tiempo pasado
Y hoy en la inmensidad de esta calma,
cuando la noche extiende su manto
tumbado en la fina hierba del prado
abro mis brazos y miro lejos, muy lejos.
Las estrellas brillan y danzan,
quizás movidas por coros celestiales
para que yo las contemple.
Mis ojos se fijan en sus destellos,
queriendo comprenderlas,
y acaban cerrándose a tanto misterio.
Y pienso ¡¡Que pequeños somos y que orgullosos!!
Y me pregunto
¿Seré yo uno de esos puntos
que me reflejo en el inmenso espejo?
y con mi dedo señalo a uno allí en la lejanía.
y de tanta majadería
una carcajada salió, pues de mí mismo me reía.
Qué suerte tengo vivir en esta tierra ¡¡Me dije!!
que me permite, poder ver,
en el cielo tanta armonía,
y todo para mi, que estoy tumbado, en esta estepa, mía.
a veces caliente, a veces fría.
Y me admiro que yo me merezca este privilegio .
Porque veo crecer la hierba,
veo crecer las flores,
y el viento acaricia mi cara,
naturaleza, amor, alma
todo brilla, pasión, recuerdos,
todo irá al final contigo, ha ese final Eterno.
Sigifredo Maria Cascón