Después del duro trabajo aun teníamos ganas de jugar y por querer jugar en una ocasión nos costó pasar hambre
UNA PEQUEÑA BIOGRAFIA DE UN NEGRO PASADO (I)
Pues allí en aquel caseto la lumbre era buena, tanto que en más de una ocasión se nos prendió el atuendo por arrimarnos demasiado por el frio que entraba por debajo de la puerta. Ahora me doy cuenta que gracias a esas aberturas no morimos, pues si aquello hubiera estado cerrado totalmente, abriéramos muerto por falta de oxigeno, cosa que entonces nosotros ni eso sabíamos que podía pasar.
Aunque aquella fuera de vaca vieja que creo que a si lo era, pero nos sabia rica, porque entonces teníamos todos buena dentadura.
¡Había que vernos comer de aquel caldero, todos a la vez! A veces al meter la cuchara también metíamos la mano, pero no importaba, pues éramos aproximadamente unos veinte muchachos hambrientos y con pocos escrúpulos.
Tengo que decir que fue con nosotros un señor del pueblo como encargado, pero era un buen hombre que no se hacía respetar porque quizás era tan niño como nosotros, jamás nos reñía hiciéramos lo que hiciéramos..
A pesar de todo después del duro trabajo aun teníamos ganas de jugar y por querer jugar en una ocasión nos costó pasar hambre y voy a contar porque.
Coincidió que el día de Reyes cayera en sábado por tanto dos días de fiesta, sábado y domingo, ya se sabe que en aquella época era pecado mortal trabajar los días de fiesta y además nos tenia dicho que los domingos teníamos que ir a misa. Pero en aquella ocasión unos cuantos no hicimos caso y nos quedamos jugando, pero aquel tío que hasta contaba cuantos iban a misa, vio que no estábamos todos.
Pero le dio igual, le dijo al criado que nos fuéramos que no nos iba a dar de comer que era el castigo que nos merecíamos por no ir a misa, nada le importaba que fuera el día de reyes y que nosotros fuéramos unos niños. Viendo que no nos iba hacer ningún caso, lloráramos lo que lloráramos. Le dijimos al sirviente ¿Que le dijera que si no nos daba de comer, no nos íbamos de la puerta?
Salió con una cara de un hombre de mala leche y nos dijo. ¿Que nos fuéramos de allí? Pero nosotros haciéndonos los valientes, nos atrevimos a decirle ¿Que si no nos daba de comer que nos diera la cuenta,? Es decir que nos pagara los días trabajados, que si no nos íbamos. Cuando oyó aquello salió con dos perros diciendo. ¡Si no os largáis ya, suelto los perros para que os coman vivos! Aquellos perros eran terribles grandes y chatos los que tenían para guardar los toros, a si que viendo lo que estaba dispuesto hacer aquel tío, salimos corriendo para salvar el pellejo.
Lavamos aquella remolacha en un pequeño y hermoso riachuelo que bajaba de la montaña con el agua tan limpia y cristalina que parecía un pecado mancharle, parecía imposible que cosa tan hermosa pasara por un lugar donde todo por allí era tan tenebroso y cruel, pero el riachuelo se deslizaba alegre y salpicando la orilla yo le cante cuando ya había pasado mucho tiempo.
Allí en aquel riachuelo lavamos la remolacha como ya he dicho con la que mataríamos el hambre de casi dos días, pero no de dos días cualquiera sobre todo para los niños, como son la víspera y el día de Reyes que aunque a nosotros los reyes por entonces no nos trataban muy bien, tengo que decir que algo siempre había aunque fuera una simple manzana que para darle más importancia te decían que era una Camuesa y aunque como digo los reyes nunca pasara por nuestra puerta, nosotros si los salíamos a buscar, tocando cencerros y cantando la canción de ya vienen los reyes por los arenales…
Y sigo, acabamos el trabajo y con el mismo hatillo pero sucio y mal oliente, después de más de dos meses regresamos al pueblo con un dinerito que a nuestros padres les hacía mucha pero mucha falta, se pusieron contentos sobre todo por vernos y por el poquito dinero que habíamos ganado, pero tristes al vernos como llegábamos.
Llenos de piojos tantos que tuvieron que cortarnos el pelo al cero y nuestras madres tuvieron que hervir la poca ropa que llevábamos para desparasitarla, pues entonces no se podía tirar nada aunque fuera viejo y no solamente no se tiraba nada sino que había que coserla o remendarla, tanto, que había quien llevaba tantos remiendos en su ropa, que no se sabía cuál era el trozo original del pantalón o chaqueta que vestía.
QUE BONITA ERA LA RIBERA EN PRIMAVERA
Qué bonita era la ribera en primavera.
lirios morados y blancos había,
y margaritas por todas partes en ella florecían.
era como una alfombra al sol tendida
que multitud de colores alegre repartía.
Qué bonita era la ribera en primavera.
Su regato serpentino
de aprisa sé deslizaba
al acariciar el cauce su agua
una canción entonaba.
Qué bonita era la ribera en primavera.
Porque allí en lo alto del monte
como por un hilo prendida,
una nube caprichosa
sus aguas para ella vertía.
Qué bonita era la ribera en primavera.
Y las cabrillas entonces
a presurosas corrían
a refugiarse en un risco
que la ladera tenia
que amble las protegía.
Qué bonita era la ribera en primavera
Y el pastor en la cabaña
de retamas construida
observaba atentamente,
como una araña tejía,
una tela caprichosa
que de su techo prendía.
Qué bonita era la ribera en primavera
Y el zagal en la cabaña
con la flauta entre sus manos
como hacia todos los días,
entonaba una canción
de una dulce melodía.
Qué bonita era la ribera en primavera.
Y cuando al terminar la lluvia
en el cielo aparecía
aquel hermoso arcoíris
que hacía más hermoso el día.
Qué bonita era la ribera en primavera
Que con el verdor del campo
los lirios las margaritas
la lluvia de aquella nube,
el salpicar del regato,
el saltar de las cabrillas,
el zagal en la cabaña.
y la araña que tejía,
más hermosa la ribera parecía
Qué bonita era la. ribera en primavera
Por eso yo cuando la vida ya nos había cambiado y el progreso había llegado hasta nosotros, cuando yo ya tenía coche, la curiosidad me llevo hasta aquel lugar por ver como estaba aquello., Y me lleve una terrible decepción, al ver aquel hermoso riachuelo con sus aguas podridas, por unas fabricas sucias que a su vera habían montado sin tener en cuenta lo que el rio era,
Aquello no se parecía en nada al riachuelo que yo cante por su hermosura y por sus aguas cristalinas y por las flores que a su vera florecían.
Pues ya si se podía hablar, porque había llegado la democracia, no como cuando unos niños estuvimos allí, que no solamente fuimos explotados sino humillados impunemente y todos calladitos, ante el poder de aquel que se creía un Dios omnipotente y no era otra cosa que un tirano.
AL RIACHUELO, CUANDO LO VOLVI A VER
Cubierto de plásticos y mierda,
de rabia mi sangre altera
por eso con un soplo yo quisiera barrer,
al terrible monstruo de avaricia ciega.
Miré con ansia y con pena
buscando aquel árbol viejo,
orgullo de la colina ahora roto
y mordiéndole la polilla.
¡Qué ha pasado en la ladera!
Y que atroces decisiones
que os hizo la ribera
que os ha llevado a matar
para siempre en ella la primavera.
Me da pena la ribera
porque ya nunca jamás
volverán a ella, flores
que la vida alegran.
Y meda pena el regato
de las aguas cristalinas
lo han convertido en cloaca
de inmundas aguas podridas
¿Y dónde estarán las cabras
que hacia aquel risco corrían?
¿Se abran ido a la montaña?
¿Abran perdido la vida?
¿ Y donde se fue el pastor,
de aquella humilde cabaña?
¿Dónde tocara la flauta?
¿Dónde tejerá la araña?
¡Qué bonita era la ribera
en primavera!
Pero ya nunca jamás ,
Volverá a ser por vuestra culpa
lo que era.
SIGI.
Sigifredo María Cascón