Besana Villoria – Revista digital Besana de Villoria

EL MISTERIO DE LA VIDA.

«Después de la tormenta viene la calma»

Este artículo es triste, pero tiene que estar uno preparado, cuando llegas a cierta edad casi todo son lamentaciones, no estamos preparados para dejar este mundo que se nos va de las manos, nos dejan seres muy queridos y duele.

Soy una persona muy positiva, creo que estoy preparado por si sucede algo, pero no para el dolor.
«Después de la tormenta viene la calma», pero hay personas que no lo consiguen, para desgracia de sus seres queridos. Y como ya se va metiendo uno en años, aunque me siento joven, le das muchas vueltas a la cabeza y piensas ¿Seré el próximo?.

Recuerdo a mi madre al amor de la lumbre acariciando el gato, como si buscara consuelo en él, porque en aquellos tiempos muchas personas combatían mejor la soledad con los animales y eso que casi siempre estaban acompañados de algún ser querido o vecino, porque en los pueblos había mucho calor humano. Me decía con 70 años, «hijo, a mi no me da miedo la muerte, lo que me apena es lo que os quiero y el día que desaparezca, ya se acaba todo». Yo no lo entendía entonces, era demasiado joven, la besaba y caían unas lágrimas de sus preciosos ojos, donde paraban en alguna arruga de su cara y yo la decía «Filomena, puedes estar contenta de haber gozado de tus ocho hijos, aunque también has sufrido por las penurias que has pasado para sacarnos a flote, aquí ya tienes tu gloria, tus hijos, tus nietos que son la semilla de la vida».

Luego esto es un misterio y yo ahora estoy pasando por el, digo para mi ¿Estoy en consonancia con lo que es esta vida, es un ritual o haces las cosas por cumplir y salir del paso? Estoy en este mundo dándome cuenta que puedo tropezar y caerme, vamos a ver si luego soy capaz de levantarme.

Este invierno ha sido muy duro, nos está golpeando muy fuerte en las Villas, es un milagro que un día no se muera una persona, si es verdad que hemos tenido un invierno duro o la caída de la hoja. Hay gente muy mayor que es lo mejor que les puede suceder, porque no es vida y descansamos todos, pero también nos deja gente joven y recién jubilados que quieren disfrutar de la vida, porque se lo han ganado, por desgracia nos dejan y claro como casi todos nos conocemos vamos a acompañar a sus familias, para darles el pésame. Ahí es donde nos vemos, empiezan las lamentaciones, donde decimos, solo nos vemos en funerales y es que es verdad, preguntando por su hermano o el amigo y te contesta ¿es que no sabes que nos dejó?. Donde otro te dice ¡qué bien te veo!, otro te cuenta lo que le ha pasado, otro dice ¡coño que cara más mala tienes!, te veo que has envejecido de la última vez que te vi, que lo mismo fue hace treinta años que no nos vemos. Si estás gordo, ¡como te has puesto! y si estás delgado, ¿te pasa algo? y tienes que decir de malos huevos, lo que he perdido han sido kilos, pero me encuentro bien.

Este es el tema de estos eventos, Lo que mejor ha podido sucederla, la ha llevado Dios y ya dejó de sufrir, porque la metieron en una resistencia (residencia), que uno no resiste, con lo que era con sus hijos y los que los ayudo para sacar adelante a sus nietos, que buena persona. Es verdad porque se están dando muchos casos, así que te acojonas un poco y piensas. ¿Ha merecido la pena tanta lucha en esta vida?, yo entiendo que sí, porque ni la misma vida te va a quitar los buenos ratos que pasasteis con ellos.

Yo soy un privilegiado, esto ya lo he dicho, recibo más que doy, a los amigos los tienes para lo bueno y cuando te necesitan. Si es vedad que se me van muchos y duele, yo tengo una libertad de movimiento que no paro en casa, estoy en todos los lados. Mi mujer dice, como has enfocado tu vida que no haces nada.

Tengo un huerto en casa y voy a los recados, con eso yo creo que tengo bastante, lleva toda la razón. Tengo una costumbre de siempre, me encanta la gente mayor, tengo varios amigos que son los que más necesitan y ahí se me van bastantes horas, que lo hago con gusto.

Hace como dos años y pico que cae enferma una amiga, esta no era muy mayor, empecé un día a visitarla y todas las semanas iba, si no me faltaba algo. Su cuerpo estaba muy quebrado, cuando me veía se ponía tan contenta, era parte de su familia, así me lo transmitía, me hablaba de todo, quería repasar su vida y yo la escuchaba, era una gran oradora, yo la contaba de todo para verla feliz y cuando me despedía siempre le contaba un chiste que se escojonaba según el día, si faltaba una semana me decía, ¿dónde has estado?, ¿no habrás estado enfermo?. No hija estoy mejor que tú, pero más feo, un mes, otro mes y otro y ese sufrimiento no se le iba. Alguna vez me decía, donde estoy mejor es muerta, aquello yo lo encajaba mal, por los dolores que tenía.

Pero a la semana siguiente, estaba como un rosa, por el tratamiento. Se pintaba un poco, la permanente y tan feliz. Me decía, cuenta, cuenta Alfonso, porque tenía miedo. Así que tenía que tirar de lo humano, de la ética y de la paz, pero esta rosa se marchitó. Así que cuando nos dejó, yo me encontré vacío, tonto y hasta mentiroso, por no tener el antídoto de su salvación. Se terminó la batalla, me puse contento y también muy triste, diciéndola a mi mujer, no vuelvo a visitar a nadie porque todos se me mueren. Lo peor que te han cogido cariño y tu a ellos.

Señor echa una mano a esta gente, no nos dejes tanto tiempo aquí, es mucho dolor el que se palpa y a la postre para que.

Un abrazo.

ALFONSO «EL PINDOQUE»

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