Se suele decir que todos tendríamos que decir las cosas como las sentimos, pero claro, estoy pensando, que los demás también sienten y piensan, lo que quiere decir, que hay que tener cuidado al hablar para no herir los sentimientos de los demás.
De todas maneras yo quisiera poder decir las cosas bonitas que ven mis ojos o que siente mi corazón, pues esto como es lo que mi vista ve y a la vez siento, jamás debería estar en contradicción de nadie porque no es necesario que los demás compartan mis sentimientos.
Yo quiero decir que tengo un poco de pena porque he podido comprobar a lo largo de la vida que hay personas que influenciadas por esta forma de vivir que llaman moderna han perdido casi su identidad, y piensan como les enseñan a pensar, y de esta forma es difícil el tener sentimientos propios para poder ver las cosas bonitas que hay en todas las partes.
Por eso a estas personas cuando las cuentas cosas de un pueblo que aunque sea pequeño es el tuyo y que aunque esté escondido en lo más recóndito de la tierra tu les dices que es hermoso les suena a nada, y esto a mí me parece desprecio y casi me dan pena porque los veo como a ciegos influenciados.
Cuando conversas con ellos normalmente te hablan de las costas y sus playas de los monumentos y museos o de grandes zonas de ocio, pero de las pequeñas casas a veces hechas de adobe o del camino tortuoso que guardan los secretos de nuestros orígenes,
Por eso y para que nadie me contradiga, le contaré a esta gaviota que por encima de mi vuela como es mi pueblo, como lo siento, y como lo veo….
GAVIOTA BLANCA
Desde mi balcón contemplo
el cálido azul del cielo
el murmullo que hacen las olas
y el ruido que hacen las hojas.
Movidas por el fino viento.
Y allí en lo alto veo,
una gaviota blanca
que vuela y vuela,
sin apenas mover sus alas
y le pregunto con acento infantil
si desde allí se ve
mi tierra amada.
Pero no me oye
¡ esta tan alta!
Que despierta en mi a la vez
envidia y rabia.
Con voz fuerte le grito
¡Gaviota, gaviota blanca!,
cámbiate de aguas,
vete allí a mi tierra,
Donde el agua es dulce
y sus charcas mansas.
Pero no me escucha
porque ¡ esta tan alta¡
¡Y sigo gritando y gritando!
¡ Gaviota blanca,
vete allí a mi tierra ¡
y busca a aquel regato
que por el pueblo pasa
y veras en el cristalinas aguas.
Y sigo gritando
por si me escuchara!
gaviota
si me has escuchado
¡te daré unas señas para tu llegada!
El pueblo es pequeño
sus casitas bajas,
sus gentes son nobles
y de amistad grata
Y sigo gritando
con toda mi alma:
Se asienta en un llano,
una pequeña loma lo abraza
y como madre en sus brazos
lo tiene, lo aguanta, lo guarda..
Y sigo gritando
cuando llegues fíjate
en su iglesia y su torre,
Que del pueblo
es su techo y su pecho.
Y sigo gritando
¡ Gaviota, gaviota blanca¡
Si yo supiera pintar
pintaría de mi pueblo un cuadro
lo pondría en tu pico
y tú en el camino irías comparando
y verías que diferente es
lo que tu ibas viendo
con lo que yo hubiera pintado.
Sí, porque pintaría
de mi pueblo la primavera
cuando esta verde el trigo
cuando esta verde el prado,
sus rosales floridos,
sus hermosos geranios,
y verías a mi pueblo
que parece una niña,
que en el día de la fiesta,
le ponen un lazo..
Y pintaría del verano
sus campos en color dorado
que lo dan los trigales
que han cambiado su manto
Del verde fragante,
al oro dorado
Y pintaría girasoles
orgullosos y altivos,
Que si temor ni espanto
le planta la cara al brillante astro.
Y si fuera otoño,
pintaría sus campos
todos tan peinados,
Con pequeñas ondas
que marco el arado
es la sementera,
y están preparados
para un nuevo parto
del trigal dorado.
Y si fuera invierno
pintaría esas noches claras
y los fríos vientos,
y como la luna se asoma
Buscando secretos,
secretos y cuentos,
al calor del fuego.
Que se cuentan
enamorados mozos
y orgullosos abuelos.
Y en las frías mañanas
cuando sus tejas
las cubre la escarcha
pintaría a mi pueblo
que parecería envuelto
en papel de plata.
Y allí en el fondo de mi cuadro
dejaría un espacio
sin color ni rasgos
porque no hay colores
que puedan pintarlos.
Son los sentimientos
de cuánto y cómo amamos….
SIGI
Sigifredo Maria