Ahora yo me pregunto ¿Cómo se pueden olvidar ochenta años junto a ti, Madre? Con lo que compartimos contigo, secretos, decepciones y los más íntimos sentimientos.
Yo ahora cuando pienso en ti, mi mente vuela como vuelan los pájaros y recuerdo lo buena que fuiste toda tu vida. Por tus hechos que han trascendido. Por eso te recuerdo y te recuerdan. Viviste luchando toda tu vida y cuando me tenías a mí en tu barriga, por defender la libertad te cortaron el pelo, te pasearon por el pueblo, te humillaron y te fuiste de este mundo sin que nadie te pidiera perdón. Sin embargo, tú los perdonaste a todos con palabras como las que dijo Jesucristo: ¡Perdónales que no saben lo que hacen¡ ¡Que buena eras MADRE¡ Ahora que todos buenos y malos estáis en el mismo sitio. Si es verdad que aunque los hombres mueran el espirito permanece. Ahora que estáis todos en ese pequeño cementerio os comunicareis los buenos y los no tan buenos y os lamentareis de los lamentables hechos de aquel tiempo que tanto dolor causaron en mi querido pueblo y entre los que más sufriste fuiste tú, MADRE.
Yo se que si pudieras leer esta carta no te gustaría, por escribir de lo que tú siempre quisiste olvidar, pero eso no va poder ser madre en lo que yo viva, porque tu dolor era nuestro dolor y te vimos llorar y eso se nos quedó en nuestra mente grabado ¿Cómo vamos a olvidar lo que sufriste aquel día cuando yo con dos meses y mi hermano Flores con año y medio te fuiste montada en un burro desde Villoria a Peñaranda a llorar a la puerta de la cárcel para que sacaran de allí a mi padre que llevaba un año encarcelado por no hacer daño a nadie?.
Hiciste el camino en aquel burro y estuviste a la puerta de la cárcel dos días y el único alimento que tenías para darnos fue la leche de tus pechos a los dos a la vez y tú comiendo un poco de pan y tocino frito, eso fue muy duro madre y no se puede olvidar.
Perdóname, MADRE, y mándanos una señal para que nosotros podamos perdonar como hiciste tú.
Alas de vida cortadas
a la muerte ahora extendidas
Donde vais silenciosas, invisibles,
quizás por brisas mecidas.
Tu misterioso poder
que planeaste su vuelo.
¡Cuál de los rumbos tomo
¿Dime llegará pronto hasta el cielo?
¡Oh silencioso vuelo¡
Dime si es que tú lo sabes.
¿Cuál es el camino, para el consuelo?
¿porqué yo en este mundo,
y tú bajo el suelo,
en esa fosa fría de hielo?
Ahora que el silencio es eterno
sólo la verdad permanece
tú madre fuiste consuelo
diste siempre todo lo bueno
¡Lo bueno madre nunca se olvida, es eterno¡
Da vida.
Un beso MADRE allí donde estés
SIGI. Sigifredo María.