Hoy parece que el aire sopla sin rumbo fijo, los pájaros vuelan sin destino, la gente va y viene a no sé dónde. Las nubes cubren y descubren el sol a su antojo y yo sentado en este banco exhalo suspiros, todo es confuso.
¿Será el camino que me pone piedras para que lo hermoso se oculte detrás de las sombras?
Yo, amante de los resaltantes y hermosos colores que siempre llenan mi corazón, hoy no les veo, los ocultan las sombras caprichosas de mi mente humana.
¿Lo seré? ¿Seré yo en verdad un consciente humano? O estaré flotando como los nubarrones sin rumbo, que empujados por los vientos locos, arrastran las sombras para que se oculte lo hermoso de las cosas que tiene la vida.
Me rebelo contra mí, no quiero que el dolor de este cuerpo que arrastro haga de mi un intransigente y me aparte de la realidad de esta corta y loca vida, ¡Vida que tiene que ser dulce y hermosa, como lo son las flores, como lo son las rosas!
Sumido en esta desagradable pesadilla, alrededor de mí las gaviotas vuelan buscando algo que llevarse a sus estómagos carroñeros y lo mismo que este pesimista humano, se pelean por conseguir lo que desean. Ellas su comida, yo mi bienestar.
Yo las seguía mirando y seguía su vuelo y miraba su avaricia, cuando una excretó sobre mis espaldas, de momento una fuerte rabia se apodero de mí y levanté mi brazo contra ella. En aquel momento desperté como de un mal sueño, con una gran risotada, por que comprendí que todo estaba ya hecho y las gaviotas también y que si yo no hubiera estado allí, nada me hubiera pasado, pues ellas si estaban en su sitio. Yo no.
Que mi estado era mío y que la vida es Bella, aunque las gaviotas en tu momento de baja moral, tengan la desvergonzada actitud, de manchar tus ropas para despertarte de un sueño, que en nada te beneficiaba.
Me arrepentí, de haber levantado el brazo contra ellas, de haber pisado las flores inocentes, de mi rabia por creerme víctima, de que mi mente no fuera capaz de contemplar la hermosura de las cosas, aunque estuviera el día limpio.
¡Pero qué le voy a hacer si no estoy como cuando era joven que pasaba por las calles y me fijaba en las chicas bonitas! ¡En lo hermosos que habían puesto los jardines! ¡En el color del agua de las fuentes! Y hasta cuando cambiaban los escaparates. ¡Claro era joven! ¡Ahora no! Los años no pasan en balde.
Me he pasado treinta y cinco años, montado en un autobús, recorriendo las calles de esta inmensa ciudad, por eso todo lo veía, nada me pasaba desapercibido.
Ahora paso por los sitios y no veo. Estoy en un sitio precioso y nada me importa, solo veo lo obscuro que me rodea, ¿Qué me pasa? ¡Ya lo sé! Me estoy haciendo VIEJO
MIS COSAS
Y aquel día canté y conté a los pájaros
y conté y canté a las flores
y puse en pie la hierba pisoteada
que hermoso es todo
si pones en tu altar la luz de tu alma.
Las olas arrastraban la arena,
allanando la playa
allí donde la tempestad
el día antes la dejó desordenada.
¡Todo ahora es calma!
La brisa es suave
Los pájaros vuelan
y en lo alto cantan.
¡El sol brilla!
!El cielo es azul¡
¡Los negros nubarrones
se disipan!
¡El alma ahora está en calma!
¡Qué hermoso es todo,
cuando la mente es clara!
¡Cuando tú, no eres tú
algo malo pasa!
Confundes la realidad
no vas por tu calle
vas como madera que flota
al ritmo que quieren
las aguas bravas
que el cauce rebasan
¡Hoy como ayer
se arruga el sol!
Los pájaros son muy listos
y siguen hacia su nido,
volando,
piando, cantando.
Las flores se cierran
y no siguen brillando.
Y yo encorvado en un banco.
¿no sé, que es lo que hago
pero sigo esperando?
SIGI (Sigifredo María Cascón)