VOLVER CON TERAPIA DE GRUPO

No, este fin de semana no ha sido unos más en nuestro pueblo. Resulta que un grupo de chiflados andaba suelto por Villoria y hubo que ponerlos en manos de un psiquiatra. Maniáticos compulsivos, trastornados mentales que igual andaban a saltos y buscaban la simetría-misión imposible-de la Calle Larga, como te calculaban, sin rubor alguno, las rayas de los pasos de cebra que hay en la carretera – ¡vaya ojo! –

A otra del grupo-os lo prometo, os lo prometo-, le dio por repetir lo que decía, le dio por repetir lo que decía, tantas veces que nos contagió, tantas veces que nos contagió, no pidió el voto para nadie, no pido el voto para nadie, menos mal, menos mal. Había también una tan obsesionada con los virus, las bacterias, los cocos y estreptococos que pidió una habitación en el centro médico para pasar la noche.

Ojipláticos se quedaron Quintín y Pedro con las alusiones al santoral que hacía la más efusiva del grupo cada vez que intentaba acordarse de algo que creía había hecho, y su trastornada memoria no lo recordaba. Pero el caso más sangrante fue el del que parecía más serio y educado que, a la primera de cambio, nos mandó a tomar por c… y nos ofreció salami y mandanga de la buena cada vez que intentábamos hablar con él. ¡Rabo para todos nos ofreció! el muy gamberro-por decirlo finamente-.

Una vez avisada la autoridad competente, dos fueron los voluntarios que se ofrecieron a poner fin a esta situación. Jesús Mari, con la siempre necesaria e inestimable ayuda de Marce llevó a este singular grupo al teatro municipal. Y allí, con la presencia de una cómplice y diligente enfermera-a falta del psiquiatra, que nunca llegó-, optaron por una terapia de grupo que al final dio el resultado apetecido. No sabemos si los chiflados se curaron-mucho me temo que no- pero los que asistimos en directo a esta sesión pasamos un rato divertido y agradable. Nos volvimos a reencontrar con este grupo que tantos y tantos buenos momentos nos ha hecho pasar. Había vuelto ZARANDA.

Gracias a Jesús Mari, Sátur, Pepi, Félix, Dolores, Agustín, Beni, Marce y Mari Carmen. Gracias a aquellos y aquellas que os “sufren” y apoyan en silencio. GRACIAS ZARANDA.

P.d. : Al final resultó que no estaban enfermos, ¡se habían reído de nosotros!.

¡QUÉ CABR…..ES!

 


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