Reverendos sacerdotes, Excmo. Ayuntamiento de Villoria, Señor Presidente de la Junta y Hermanos Cofrades de la Cofradía del Santísimo. Queridos todos:
Como este año no había quién presentara el pregón de Semana Santa debido a las diferentes obligaciones de nuestros hermanos cofrades, me ofrecí voluntaria y aquí estoy para ayudar con mis pobres palabras a inaugurar los actos solemnes de la Semana Santa de 2019 en Villoria.
Ya sabéis muchos que soy amante de conservar las tradiciones de nuestro pueblo para que no caigan en el olvido y así poder dejar un legado a nuestras nuevas generaciones. Pues esas tradiciones son las que voy a recordar delante de todos.
Por estas fechas y en esta misma iglesia se ha contado todo o casi todo sobre la Semana Santa. Pero cada uno le ponemos nuestro granito de arena.
Empezaré por contar los recuerdos y vivencias de mi niñez y adolescencia sobre estos días tan importantes para los cristianos como son la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Hace 61 años nací en Villoria, hija de Constantino e Irene. Éramos una familia númerosa (como sucedía por lo general en aquella época) Creo que fuimos queridos por nuestros vecinos y en el resto del pueblo, yo desde luego me sentía muy querida por todos.
Junto con mis padres, hermanos y compañeras y amigos más cercanos pasé la época más bonita y entrañable de mi vida: la infancia.
- Pedro era nuestro párroco en la parroquia San Pedro de Villoria. Eran otros tiempos para la iglesia y la sociedad en general.
Recuerdo cuando D. Pedro predicando desde el púlpito nos ponía la carne de gallina, hablándonos del infierno y el purgatorio.
A mí me resultaba muy difícil comprender aquellas cosas por mi edad. Pero recuerdo muchas cosas de las que se hacían: Voy a decir algunas:
Empezaba la santa cuaresma con el Miércoles de ceniza.
Por la mañana íbamos a misa, todos en fila, con mucho respeto hacia nuestras maestras, primero Dª. Feli y más tarde Dª. Encarnación; las recuerdo con mucho cariño y gratitud, junto con mis padres me inculcaron el respeto a los demás y me prepararon para enfrentarme a la vida.
Recuerdo que para este día todavía nos quedaban restos de los coloretes y carmín de mi madre, con el que me pintaba el día anterior para disfrutar del carnaval, cualquier cosa nos venía bien, ropa de mis hermanos, zapatos viejos. Todo con tal de pasarlo bien y sin gastar una peseta. ¡Cómo disfrutábamos de nuestra niñez!
Por aquella época se cantaba El miserere por el señor Agustín, mi vecino y buena persona, junto con Claudio, el sacristán. Todavía me parece que estoy oyendo su organillo. Buena persona también.
Domingo de Ramos.
El domingo de Ramos como sigue siendo habitual, se repartían ramos de laurel bendecidos, de ésta manera simbolizamos la entrada de Jesús en Jerusalén, antesala de la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor cantando el HOSANNA. Los chicos y chicas, niños y niñas preparábamos las carracas, con las que salíamos a la puerta de la señora Amparo.
Nuestra calle era Saturnino Portela. Por entonces, en nuestra calle éramos cerca de 40 niños y niñas.
Nos criábamos en la calle, jugando a guardias y ladrones en la cortina de Maestre y a pico zorro zaina, etc. Imposible olvidar.
Miércoles Santo.-
El miércoles santo se montaba el monumento, lo hacían los matrimonios que se hubieran casado en ese año, al terminarlo repartían limonada para todos.
Jueves Santo, La Pasión.-
Siguiendo la celebración pascual hacia el medio día se daba de comer a los doce hombres mayores del pueblo regalándoles un par de calcetines. A estos hombres se les lavarían los pies por la tarde.
Recuerdo que se abrían los portones de nuestra iglesia para dar paso a la cantidad de gente que venía, quedando algunos en la calle debido a tanta devoción y poco espacio.
Siguiendo la celebración Pascual se hacía el lavatorio de pies. Al final como en la actualidad se llevaba al Santísimo solemnemente bajo palio, hasta el monumento por los hermanos de nuestra Cofradía.
Por aquella época no se les permitía a la mujeres entrar en la cofradía, únicamente la formaban los hombres. La evolución actual ya permite participar a las mujeres en todos estos actos, lo cual me parece una decisión muy positiva.
A la hora de cantar el gloria, replicaban las campanas que ya no volverían a tocar hasta la Vigilia Pascual.
Por la noche en la hora santa se velaba toda la noche al Santísimo.
Porque aquella época sus organizadores, de los cuales guardo mucho cariño, eran Ezequiel, Ignacio, Ángel y Cesáreo y sin olvidarnos del señor Odón.
Quisiera aprovechar este momento para agradecer al grupo de mujeres que actualmente colabora con nuestra iglesia para tenerlo todo preparado.
Viernes Santo.-
Por la mañana del Viernes Santo se pasaba a celebrar el Viacrucis para hombres y mujeres. También quiero mencionar a Cipriano y Conce que los dirigían con gran sentimiento y fervor.
Por la noche se hacía la procesión del Santo Entierro.
Antiguamente era el Sermón de las Siete Palabras.
Es la procesión más multitudinaria de nuestro pueblo. A la gente le gusta acompañar a nuestras cinco imágenes, magníficas, que nos gustan pasearlas a los villorejos por nuestras calles.
Sábado Santo.-Vigilia Pascual
Cumpliendo con nuestras promesas encendemos el cirio pascual. Símbolo que nos hace recordar que Cristo ha resucitado y es la luz del mundo. También se bendecía el agua. En la actualidad hay una cosa que me gusta mucho y es que al final de la ceremonia están preparadas unas perronillas y una sangría que hace Alfonso y las compartimos todos en fraternidad.
Domingo de Resurrección.-
Para mí es el momento más hermoso de la Semana Santa: Repican de nuevo las campanas en señal de alegría, mientras Jesús sale al encuentro de su madre que le espera, encontrándose madre e hijo en nuestra plaza de Villoria.
Desde niña me ha llamado la atención cómo al sonar las campanas, se espantaban las palomas, cigüeñas y demás pájaros que habitan la torre para acompañarnos con su alboroto volando por el cielo azul de nuestro pueblo.
Todo esto sucede mientras que un grupo de mujeres cambian el manto negro de María por el azul. Luego regresábamos a la iglesia para celebrar la eucaristía y todos nos felicitábamos las pascuas.
Así vivíamos en Villoria la Semana Santa.
Colmo veis, muchas de las cosas se siguen haciendo hoy igual. Pero nuestros ojos y nuestro corazón se han hecho mayores. La vida nos ha ido enseñando que esa Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús se dan también en las calles y casas de nuestro pueblo de Villoria, en nuestras propias familias. Nos hemos hecho mayores y hemos aprendido que en la vida de cada día nos va tocando pasar por todos esos momentos que pasó Jesús. ¡Ojalá aprendamos a acompañarle en estos días de la Semana Santa de 2019 que se avecinan! ¡Y a resucitar con Él!
Gracias por escucharme. Quisiera terminar con unos versos:
ABRIR PUERTAS Y VENTANAS
Y QUE SUENEN LAS CAMPANAS.
CRISTO HA VENIDO DE LA MUERTE
Y MARÍA ESTÁ PRESENTE.
Isabel Hidalgo Hernández