Aunque sea un poco tarde, esta noticia sucedida en El Seybo, provincia de la República Dominicana, no deja de impactar por el precio tan alto que tienen que pagar algunos, en defensa de su tierra, luchando en total desigualdad con los monopolios y oligopolios del azúcar.
República Dominicana: el crimen de un niño de 12 años víctima de la pobreza y los terratenientes.
En memoria de Carlitos
El día 25 de marzo ha quedado grabado con letras de sangre en la historia de El Seybo: Carlos Rojas Peguero, de 12 años, fue asesinado en la “Tierra de Dios” del paraje La Culebra de Vicentillo. El impune poder político y económico de la zona ha herido con lanza de muerte el corazón de una Comunidad laboriosa y pacífica. Los papás de Carlitos, Luz María y Domingo, sólo aciertan a decir “¡mi hijo!” con la mirada perdida en el cielo buscando al Dios que le dio la vida. Ellos escucharon el sordo disparo del arma, propiedad del terrateniente Pedro Guillermo Varona, que utilizó el tigre (sicario) afincado en la zona desde el mes de agosto, cuando el Abogado del Estado firmó las órdenes de desalojo que ejecutaron cientos de policías y tigres destruyendo las 212 casas de los campesinos. La promesa de la tierra que mana leche y miel que Dios promete a su pueblo es la verdadera promesa en la que creen los campesinos de la “Asociación Mamá Tingó”: «y he decidido sacaros de la tribulación de Egipto al país de los cananeos, los hititas, los amorreos, perizitas, jivitas y jebuseos, a una tierra que mana leche y miel» (Ex 3, 17). Es esta promesa divina la que les mueve a seguir luchando por su dignidad pues tienen fe que se cumplirá como siempre ha ocurrido con las promesas que Dios hace en favor de su pueblo.
Algunos medios de comunicación nacionales difundieron la noticia muy de pasada presentando el hecho como un accidente fortuito, tratando de desvincularlo del conflicto de la tierra. ¡Cómo si no hubiera pasado nada!, de modo que pronto este infanticidio quedase en el olvido. Pero la Asociación “Mamá Tingó” y Radio Seybo exigen justicia a todas las instancias jurídicas y de Gobierno, no se cansarán de luchar hasta que los autores intelectuales de este horrendo crimen salgan a la luz y se puedan desenmascarar a quienes están obstaculizando que los campesinos cultiven las 1846 tareas de tierra que el Dr. Joaquín Balaguer declaró de utilidad pública en el año 1975 según el Decreto nº 486 dentro de la parcela nº 119 del D.C. 38/5 de El Seybo.
En las celebraciones religiosas, tanto el día del entierro como los nueve días, participaron las maestras y el alumnado de la escuela, Radio Seybo, el Comité Nacional de los Derechos Humanos y la Asociación que, con un precioso sentido ecuménico, ayudaron a conmemorar la vida de Carlitos acompañando a una familia que confía plenamente en Dios. Fue muy emocionante cómo en su humilde casa sacaron todo de una de las dos habitaciones para hacerla capilla ardiente con un altar y un crucifijo hecho de unas pequeñas maderas. Ahí Dios estaba presente, sosteniendo a Luz María y a Domingo en sus brazos, prometiéndoles que Carlitos sería la mayor esperanza para una Comunidad que actualiza la Palabra de Dios día a día en su diario vivir.
Miguel Ángel Gullón Perez,
A continuación transcribo el poema que escribió María Cianci, de la Coordinadora de la Asociación Latinoamericana de Educación Radiofónica (ALER) en Quito, cuyo audio fue pautado en las emisoras comunitarias de América Latina y El Caribe.
Te invocamos semilla
A Carlos Rojas Peguero, niño de 12 años asesinado en la comunidad de La Culebra en El Seybo.
Lloraban en La Culebra
porque había razones de sobra
la sal de los ojos no alcanzó
para despedir a Carlos, a Carlitos.
No jugaremos más la carretilla.
12 años apenas tenía nuestro niño,
porque es el de todos, el de todas.
Apenas ayer sembramos su cuerpo
y hoy ya es semilla de dignidad
porque el pueblo entero renace
porque todos morimos con Carlos,
que iba a ser un hombre con sueños y alegría.
El columpio hoy se queda vacío
como nuestros corazones
que alzan la mano por la justicia
una, dos, tres, cientos de veces, sin cansarnos
no tenemos miedo
porque Carlos Rojas Peguero
somos muchos, somos muchas.
Lo empujaron de su casa
y ahora está en nuestra historia por siempre.
América Latina y El Caribe te llora, te extraña
y vamos a seguir llorando.
Hoy paramos la risa y la carrera de sacos
y te sembramos como vida
porque nos negamos a olvidarte
no pasaremos la página
te invocamos vida
Nuestra boca te llama justicia.