Nuevo relato de Lourdes Hidalgo

Aprovechando que vamos a publicar el último relato que disponemos de Lourdes, os recordamos que en BESANA están a vuestra disposición, por si alguien quiere recordarlos, otros tres relatos suyos.

Estos relatos tienen esta cronología. El 23 de abril de 2019 publicamos el relato titulado EL GRAN AMOR DE MI VIDA. Después, en junio de 2019, el día 30 publicamos EL ÚLTIMO AÑO. Relato con el que consiguió el 4º premio del certamen de relatos de la Asociación Tierno Galván de Santa Marta.

Este año, en febrero nos remitió otros dos relatos y con uno de ellos había conseguido el 3º premio del mismo certamen del año pasado. Lo publicamos el día 23 de febrero y su título es A TRAVÉS DE SUS OJOS.

Ahora le toca el turno al último del que disponemos y que publicamos hoy, titulado NO ES SOLO AMOR. Una historia de amor que esperamos os guste. Disfrutadla.

NO ES SOLO AMOR. De Lourdes Hidalgo

La historia vivida entre Mariano y Valentina, no es una historia de amor cualquiera.

Cuando Mariano vio por primera vez a Valentina, sintió algo muy especial, una sensación desconocida que consiguió estremecerle hasta lo más profundo de su ser.

Trataba de entender el porqué de tan intenso sentimiento, al ver tan solo por un instante, a aquella mujercita, que no había llegado siquiera a conocer, incluso desvelarse pensando solamente en ella. Lo tenía muy claro, se tomaría su tiempo para acercarse a aquella mujer, conocerla y así poder descubrir si merecería la pena aquella intriga, si tendría algún sentido real o si su solitario corazón se estaba burlando de su razón.

Mariano, era un hombre sencillo, con buenos modales, un gran corazón, humilde, aunque su vida no había sido fácil, aprendió a dar el valor justo a cada situación, podría decirse que era un hombre noble a la vez que inteligente, no tuvo la oportunidad de estudiar, pero sabía valorar lo que tenía a su alcance. Venía de una familia pobre y trabajadora, con las dificultades propias de los años posteriores a la postguerra, en que las posibilidades de estudio era tan sólo para los más privilegiados, muy a su pesar su familia no gozaba de esa suerte. Después de todo, gracias a su tesón por aprender aunque fuera a escondidas, unido a su inmenso esfuerzo por lo gran trabajador que fue, se convirtió en un hombre honrado y sagaz para aquellos tiempos de precariedad.

Cuando aún era muy joven, se enamoró y se casó con su gran amor, una jovencita con la que vivió feliz algunos años, pero tras un parto difícil, su único hijo falleció. Pasaron largos días de inmenso dolor y pena por la tragedia, y después de muchos esfuerzos y cuidados, sin poder remediarlo, su esposa se le fue también. A partir de ese día algo murió dentro de él.

Se convirtió en un ser solitario, durante mucho tiempo estuvo aislado, tan solo la obligación de trabajar, lo mantenía con vida, ya solo contaba con la compañía de su ganado y sus cuatro paredes repletas de tantos recuerdos.

Cuando hubo concluido su vida laboral se planteó ir a la ciudad y buscar un lugar donde terminar la última etapa de su vida, tomándosela con más calma y dejándose cuidar por otros, para terminar así, con la soledad que le había acompañado tanto tiempo, eligiendo una moderna Residencia para Personas Mayores, allí, donde sin saberlo conocería a Valentina.

Valentina, una mujer de cuerpo más bien pequeño, desde lejos daba la impresión de ser una buena persona, con mirada tierna, sonrisa dulce. Sus facciones eran finas señal de haber llevado una vida al menos, acomodada. En su cara aún quedaban pequeños restos de frescura y de luz, de su juventud reflejo de una vida plena de amor y felicidad con el paso del tiempo había ido disminuyendo sutilmente.

Valentina, llegaba acompañada por una amplia familia, un sábado por la tarde mientras Mariano, como cada tarde jugaba su partida de cartas. Pudo verla llegar a través de la pared acristalada de la salita donde estaba sentado, se levantó justo cuando ella cruzaba la entrada hacia la recepción de aquella residencia. Desde su silla, podía percibir el paso titubeante de aquella mujer de cuerpo pequeño, que a pesar de estar rodeada de muchas personas de diversas edades, y sujetándose de su inseparable bastón, no dejaba de observar a su alrededor con silenciosa tristeza.

Ella, entendía que sus hijos necesitaban resolver sus vidas, las distancias entre las casas de sus hijos además de las obligaciones familiares y laborales dificultaban su atención y cuidados para su inicio de Alzheimer.

Entre todos acordaron con su consentimiento, llevarla allí, facilitando su estancia al máximo, pero sin su presencia. Ellos acomodaron todas sus pertenencias en una habitación individual con todo tipo de comodidades y atenciones. Después de visitar juntos cada estancia los hijos y nietos se despidieron hasta la próxima visita.

Una vez sola, afloraron los sentimientos y rompió a llorar mientras sacaba de su bolso un retrato familiar lleno de importantes recuerdos que la acompañaría a partir de ahora. Iba repasando con un dedo cada rostro de sus hijos y difunto esposo. Aun podía recordar, lo felices que eran todos juntos, a pesar de las dificultades para sobrevivir una familia numerosa en tiempos de postguerra y de la que pudieron sobreponerse estando unidos.

De vuelta al presente, posando la fotografía sobre la mesita, observando entre suspiros su nuevo entorno sentía, que ese lugar ahora desconocido podría ser el último que vería o al menos que recordaría en la que fuera más o menos corta, pero en definitiva, su etapa final.

Aun con lágrimas en sus mejillas pudo ver que la puerta quedó entreabierta, se puso en pie para cerrarla, pero un zapato se interpuso y pudo ver a Mariano, muy prudente se acercaba a presentarse ofreciéndole su apoyo y compañía que ella ahora podría necesitar.

La presentación fue breve, al menos para él que llevaba tanto esperando en el pasillo, por otra parte Valentina, apenada se recostó sobre la cama aferrada a su retrato y finalmente concilió el sueño.

Ignorando el anhelo de Mariano por verla, este pululaba alrededor de su cuarto incesantemente, hasta que por fin la vio salir, allí en mitad del pasillo frente a su habitación, le saludó cordialmente apoyándose en su viejo bastón con ambas manos, le miraba con ojos tristes pero con sonrisa burlona muy educada y paciente mientras el pobre Mariano no conseguía parar de tartamudear, para calmarlo le sujetó la mano inquieta por el Parkinson y se presentó formalmente. Se quedaron mirando fijamente algunos segundos, sintiendo la tensión bajo sus pies, después como si de un calambre se tratara Valentina se separó volviendo a su cuarto cerrando la puerta tras de sí.

El pobre de Mariano, estaba petrificado, como pudo inició la marcha hasta su cuarto dejándose caer sobre su cama y no se le vio hasta el día siguiente.

Ese día, al levantarse vio bajo su puerta, un sobrecillo azulado, se acercó a recogerlo con aire de sorpresa, sacó la nota leyendo con expectación.

****Querido Mariano, yo también deseo conocerte, te espero en la cafetería a las cinco en punto, te invito a un café, te concederé tres preguntas sobre de mí, piénsalas y te responderé todo lo que recuerde. Te espero. Valentina****

Ese fue el inicio de una importante amistad, pasaban todos los días juntos, ilusionados por hacer todo lo que la edad y sus propias limitaciones les permitían, pero juntos cuidándose mutuamente. A menudo repetían sus paseos por el jardín, picnic a orillas de un lago cercano a ellos, todas esas idas y venidas, les daba la fuerza que necesitaban, les concedía la libertad de volver a soñar y mantenerse vivos.

Llegó el día que Valentina cumplía su primer año en la residencia, recibió varias sorpresas, una de ellas era la visita de sus hijos y nietos con sus caritas sonrientes. Al abrazarla, ella se derretía de emoción haciendo grandes esfuerzos por recordar sus nombres sin equivocarse, un gran logro a su vez. Les presentó a su Mariano del alma, con quien tan acompañada se sentía.

Él tuvo muy buena aceptación y se sintió suficientemente cómodo para atreverse a prometerles cuidarla y mimarla mientras estuviera a su lado el tiempo que le quedara.

En aquel momento Mariano pensó que ya formaba parte de aquella hermosa familia.

Mientras que Valentina se despedía de los suyos hasta la salida, Mariano dejó su sorpresa sobre la mesita de ella y salió del cuarto dirigiéndose al suyo, esperando impaciente una señal.

*****Mi querida Chiquitina, ya ha pasado un año desde que te conocí y durante este tiempo a tu lado he vuelto a sentirme joven, ¿te gustaría ser mi compañera de travesía para lo bueno y menos bueno hasta el fin de mi humilde existencia? Te espero esta noche a las doce, cuando todos duerman, en la escalera que lleva a la azotea, quiero regalarte el primer amanecer. Tuyo siempre.   Mariano****

Cuando Valentina llegó a su habitación, con lágrimas en sus ojos, mezcla de alegría y pesar al ver de nuevo a los suyos, en una breve visita, encuentra  sobre la mesita una rosa blanca y una nota perfumada. Se sentó en la cama a leerla  como si de una quinceañera se tratara.

A la hora exacta todo estaba listo, ambos ya preparados, subieron emocionados para su cita, allí había dos asientos muy cómodos acompañados de una mesita con dos copas, todo listo para una ocasión muy especial. Mientras amanecía no dejaban de comerse con los ojos fundidos en el más puro y sincero abrazo, deleitándose de su compañía.

A la mañana siguiente, iban a hurtadillas como unos adolescentes algo creciditos haciendo novillos, se despidieron con un beso y se dirigieron cada cual a su cuarto, donde rememorarían aquella velada, saboreando cada instante.

Los días corrían, su ilusión era cada vez más intensa.

En la residencia se montó un gran revuelo, estaban de boda.

Todos estaban allí esperando el gran Sí Quiero, familiares, amigos, empleados, cuidador, pusieron mucho empeño en hacer de aquel momento, algo único, y no solo para los futuros esposos, sino por todos los que apostaron en algún momento, que el Amor es algo grande, tenían un gran ejemplo frente a ellos.

La ceremonia fue inolvidable, incluso para Valentina, ya que su Alzheimer se dejaba notar de vez en cuando.

Cuando llegó la noche, Valentina visitó a su ya esposo en el cuarto que desde ahora compartirían, vestida con un camisón blanco que les regalaron sus hijos ese día y acompañada además de la emoción por el momento que estaban viviendo también llevaba una botella de cava, que reservó de la fiesta más un par de copas.

A Mariano le encantó la iniciativa, se acercó a su Chiquitina la cogió de la mano acompañándola con suavidad hasta su nuevo lecho y presa de su emoción, le susurró algo en el oído haciéndola ruborizar.

Ten cuidado chiquitina que me puedo aprovechar de ti y hacerte cosas pecaminosas, -reía el muy travieso.

Con voz pícara y una mirada cómplice, acompañada de una risa tontorrona  por culpa de unos pocos sorbitos, le contestaba Valentina

-Ay, Mariano, ¡pues no sé a qué estas esperando….!

A Mariano se le salían los ojos ante tal respuesta, le pillaba totalmente por sorpresa, no se imaginaba esa actitud de su querida Valentina, pero se mostraba encantado al mismo tiempo por ello.

Entre risas amenizadas con multitud de caricias, besos y abrazos se entregaron en la más divina intimidad.

Hubo tanto amor y pasión en su primer encuentro, que les invitó a tocar el cielo, en un hermoso y único viaje…. solo de ida….

2020-04-02

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