AMIGA ÁNGELA

 

Creo que todas las personas deberíamos tener un reconocimiento por nuestra labor a la sociedad cuando te jubilas, pero claro, conlleva mucha mano de obra y a ver quién se encarga de hacerlo, solo se lo hacen a los destacados o famosos, ese es el sistema.

Recuerdo hace veinte o veintidós años, mi querido padre estaba muy enfermo, llevaba unos años con el maldito alzhéimer y no había milagros, porque tenía muchos años. Estaba en casa de mi hermana Petri, una mañana fría de invierno, había ido a verle, y fue cuando te conocí, con tu melena rubia y esa sonrisa de paz que transmites. Llegaste, le desnudó mi hermana como si fuera un niño y le empezaste a curar sus llagas, diciéndole, ¡hala señor Alfonso, hasta pasado mañana!, aquellas palabras quedaban llenas de cariño.

Aquello me impactó, por el cariño y el consuelo que dabas en tus curas a tantísima gente, que los apatuscabas para unos días según el estado de los pacientes, y mi padre te miraba con aquellos ojos azules centelleantes como los de un lobo en una noche oscura, como si fueras de familia, su mirada era de agradecimiento.

Nunca te he visto enfadada, si es cierto que nunca me has puesto ninguna banderilla. Alguna vez nos hemos saltado las normas disciplinarias, quizás abusando un poco de tu bondad, diciéndote: Ángela por favor, ponme esta inyección, tómame la tensión, tú con paciencia y saber estar, ¡venga pasa!

Cuanto me acuerdo de tus compañeros o más bien amigos, Antonio, Santiago y Mariángeles, que buen cuarteto hacíais. Pero la vida pasa muy deprisa, aquel compadreo de amistad y cariño que nos trasladasteis a todos, aquí habéis dejado vuestra huella, sin monumentos, ni placas, pero sí ese reconociendo en vida.

Así que el otro día fui al médico, la puerta estaba cerrada, llamé a la ventana, me abristeis, estabas con mi amiga Nuria, y me dijiste llena de alegría que te quedaba un mes para jubilarte, te hubiera dado un abrazo amiga. Me hicisteis un chequeo para entrar, por el problema que tenemos, casi no te conocía con el disfraz, porque no te favorecía, ¡Con el miedo que tenéis que haber pasado!

Has sido muy valiente, has aguantado como lo que eres, una señora, porque te podías haber dado de baja. Me conoces bastante y me dijiste Alfonso no corras mucho que sé por dónde andas, contestándote, tropiezo pero me levanto. Nos hemos echado buenos parlaos, y la vida no ha sido un camino de rosas, pero vamos a quedarnos con lo bueno, que ha sido mucho, así que aprovéchate de tu nueva vida con tus seres queridos, porque te lo has ganado por tu gran labor a este pueblo y más gente, te echaremos de menos, como hemos echado a tus amigos.

Ah, se me olvidaba, a tus amigos les hicimos el pueblo y el ayuntamiento un homenaje, pero ahora es imposible, esperaremos a que nos vaya bien a todos y para otro año quizás podremos tener un día de alegría todos juntos.

Un abrazo muy grande, amiga

ALFONSO “EL PINDOQUE”

MAYO 2020

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