Yo, con la situación que hemos pasado estos tres meses de penas y luchas, me he enriquecido en otras cosas que pasaban y no les daba importancia. Ahora he llegado a percibir cosas preciosas y os voy a contar.
EL MISTERIO DE MI VIDA
Siempre he oído decir que la primavera la sangre altera y los mocos no cuelgan. Suele dar alegría y paz esta estación, ya que se sale de un invierno largo. Pero por desgracia, esta vez, no ha sido así, ha traído muertes y miedos psicológicos que no se si habrá persona que pueda levantar cabeza en mucho tiempo, porque hemos estado tres meses presos y sin delito. Así que este hecho que estamos viviendo se recordará más que la desaparición de los dinosaurios, que han pasado muchos millones de años y se siguen recordando.
Se podrán hacer millones de películas y escribir libros de tanto sufrimiento que ha pasado este mundo. Ya no necesitarán armas que han hecho mucho daño; así que, generaciones venideras luchad con todas vuestras fuerzas y medios que tengáis a vuestro alcance, sin bajar los brazos, trabajando, porque un insignificante mosquito puede acabar con nuestro mundo. Y cuidar la tierra como vuestra madre y el mar, responsabilizaros, porque ahí esta nuestra vida, para apaciguar nuestro interior como personas.
Sé que todo no es de color de rosa, pero también hay muchas alegrías, vamos a intentarlo. Este problema para mí ha sido muy duro y los años que me quedan de vida, no quiero tirar la toalla, sí es verdad que tú te vas, pero otros vienen y no puedes dejar el campo contaminado, porque si no tu paso por la tierra ha sido un fracaso, así que vamos a procurar ser más honestos y justos y querernos más, porque hay familias que en vida lo han pasado peor que con el coronavirus, porque están destrozados de odios, con lo poco que cuesta amar, así que vamos a coger la herramienta del amor y cuando la tengas será cuando la vida haya tenido un sentido pasar por la tierra, si no la misma tierra no te reconocerá. Vamos a intentarlo porque somos buena gente y puede ser, metafóricamente, que algún día los dinosaurios hablen bien de nosotros.
Yo, con la situación que hemos pasado estos tres meses de penas y luchas, me he enriquecido en otras cosas que pasaban y no les daba importancia. Ahora he llegado a percibir cosas preciosas y os voy a contar.
Digamos que estoy estudiando a los animales, que tienen un sentido ético de supervivencia y muchas veces nos dan lecciones de convivencia, no soy Félix Rodríguez de la Fuente, pero me encantan los animales.
Como ahora no sé por qué no duermo muy bien y tengo las ventanas abiertas del calorazo, para que entre el fresco. Antes de las seis al ser de día, ya están los pardales con su pio pio y la tórtola con su Ooo y otro que no se si serán los colorines porque es un canto más dulce y más celestial y me relaja que se explayen, también el cuco, estoy rodeado de músicos. Pero me joden el sueño.
En mis años de vida no me habían quitado el sueño los animales, así que me tiro de la cama y me gusta observarlos. El pardal por ejemplo, debe de sacar de dos a tres nidadas y al salir los polluelos del nido anda siempre junto a la pareja, pero el macho es el dominante, es el primero en levantar el vuelo e ir donde quiere, yo creo que a las pardalas las tienen un poco sometidas.
A lo que iba, les debe de gustar mucho hacer el amor por la mañana con la fresca, porque van a una tapia y la jodía pardala se agacha para que su amado no se canse al subir y ahí empieza el tiqui taca. Es poco tiempo, la pica en la cabeza, que la va dejar calva, se pone de pies moviendo sus alas de satisfacción, se hacen unos arrumacos y tan contentos, levantan el vuelo y no suelen irse muy lejos porque tienen cerca el nido. Bajan al suelo picotean y si hay agua se dan un chapuzón y hala, como van frescos, otra vez al jaleo en el mismo sitio, otro calmante. Yo no sé los que se echarán, pero les ves felices, si señor, eso es quererse, aunque me fastidia el sueño que me quita. Menos mal que solo dicen pio pio, como aprendáis a decir ¡Hay que rico, que rico!, vais a calentar a todo el barrio.
Las tórtolas las tengo controladas, son más tragonas, parecen gallinas de lo gordas que están, porque hay una barbaridad, tengo que estar al loro, porque si no según van naciendo los frejoles y otras mecánicas acompañadas del mirlo y el pardal, me despellejan el huerto y encima no usan mascarillas y no tienen peligro a la distancia por contagiarse. Así que la tórtola según va bajando el sol, es cuando hacen más el amor, estoy sentado en el porche y las veo encima de la chimenea de un vecino, allí veo una pareja dándole mecha y en el esquinazo de un canalón de otro vecino, se lo pasan pipa. Se agacha muy educada la hembra, están unos seis u ocho segundos, que debe durar el servicio y empieza a sacudir las alas, descansan un poco observando y yo creo que se van ya a la cama. Por cierto son muy vagas, para hacer el nido usan cuatro ramas, que luego se les caen los huevos y los polluelos.
Pero luego, ¿qué sucede con las tórtolas? por las mañanas están muy alegres, salen volando y cuantas se han dado un castañazo con el cristal de los vecinos, porque son claros, que algunas veces les han tenido que hacer el boca a boca, según estén. Así que los vecinos están cabreados porque he oído que les cagan todos los vierteaguas de las ventanas, la entrada de casa y las terrazas, que yo me alegro. A ellos no les comen nada y a mi sí, el huerto. Así que vecinos hay que ser solidarios, yo les doy de comer y si hay algún día tenéis ganas de comer tórtola poner pajareras, porque están divinas. Manolo le quita las plumas y os hace un estofado, que se le da bien.
Luego viene la paloma de toda la vida, las azules de siempre y las caseras, que ahora la mayoría están en los campanarios y en las fachadas de las torres, porque en los palomares no sé si quedara alguno. Yo creo que se están cruzando todas, porque se tienen buena empatía. Estas palomas, las azules, hacen el amor en el caballete del tejado, donde el macho la corteja con su cuello esponjado, con su sonido Gogo en plan chulesco, dándole vueltas a su amada, que no sé cómo no se marean, hasta que se consuma el acto. Es distinto a la torcaz, que algún día se van a marear por la altura y se van a dar un mamporro, porque el amor a tanta altura puede traer consecuencias.
¿Por qué os creéis que las camas, ahora son más bajas? Porque te empuja la pareja y ya estás en posición, no como las que usaban mis padres que se tenían que dar la mano para subir de lo altas que eran.
Los colorines o jilgueros preciosos, son menos visibles, sacan sus dos camadas sin alborotar, a la sombra de un árbol y nadie los ve. Luego están las cigüeñas, en lo alto de la torre, ¡madre que locura! Como podrán hacer el amor. Y es debido a que la hembra abre las alas como todas las que veo por aquí y le sirve de colchón y al terminar el acto sexual tiran el cuello para atrás y a machacar el ajo como se suele decir. Yo creo que es de placer y curados de vértigo por la altura, ¡madre el sexo no tiene límites ni en la picota de la torre!
Luego están los putos gatos al refugio de un tejado viejo, madre que alaridos pegan. Yo creo que es de la gata, porque el gato la muerde por el cuello, en pleno acto sexual, así que esos alaridos no sé si serán de dolor o de gusto, porque se tiran media noche gimiendo, como un niño cuando le abandonan.
Así que como esto siga así me voy a ir a las tierras de Riolobos, a sentir el canto del alcaraván, de los grillos, la cigarra y las ranas, que con sus cantos parecen nanas.
Un abrazo.
ALFONSO “EL PINDOQUE”
29 de junio de 2020