La epopeya del Santuario de la Virgen de la Cabeza, consistió en que un puñado de Guardias Civiles y algunos paisanos al mando de un Capitán defendieron una posición militar, prefiriendo morir con honor antes de rendirse.
A primeros de Mayo de 1.937, grandes titulares de la prensa republicana, anunciaban la caída del Santuario de la Virgen de la Cabeza, defendida por la Guardia Civil.
Al estallar la sublevación de Julio de 1.936, casi toda la guardia Civil de la Comandancia de Jaén se había concentrado en la capital. Después de unos días de incertidumbre, una expedición de guardias acompaña a gran parte de las familias del Instituto hasta el refugio del Santuario de la Virgen de la Cabeza con la aprobación de la Autoridades del Frente Popular para evitar un choque sangriento con los representantes del orden, esas familias permanecían al abrigo de toda represalia; con ellas esperarían los Guardias Civiles el desenlace de la revuelta, en Andalucía como en el resto de España, esperaba fuese duradera.
La actitud de algunos Jefes de la Comandancia afectos al Frente Popular, facilitó el éxodo.
Llegó, en efecto, la expedición a su nido de águilas de Sierra Morena, pero el número de los refugiados obligó a situar a un segundo destacamento de guardias como protección a un grupo de familias refugiado en la próxima finca de LUGAR NUEVO, entonces propiedad del Marqués de Cayo del Rey.
El jefe de la Comandancia Tte. Coronel Pablo Iglesias, el Comandante Nofuentes, también se refugiaron allí. El Tte Coronel, requerido por las Autoridades Republicanas, se desplazó a Madrid de donde ya no le dejaron volver, quedando su familia en el Santuario.
Un grupo de Guardias Civiles de la misma Comandancia cuyas familias quedaron en los refugios custodiados por el resto de sus compañeros, se incorporaron al Frente Republicano y en la primera ocasión que tenían se pasaban a las tropas de Queipo de Llano.
Asume el mando de los dos reductos el Capitán Santiago Cortés hombre de singular energía y sentido de la disciplina, con atenencia del Capitán Ramírez más antiguo en el escalafón. Le acompañan los Ttes. Rueda García, Ruano Beltrán y Ponce, éste del Cuerpo de Carabineros, y los Alféreces Hormigo y Carbonel.
Pero cuando el Comandante de la Guardia Civil de Jaén pretendió a primeros de Septiembre asegurar para la República la fidelidad de los Guardias, Cortés se declaró abiertamente partidario de los rebeldes y desde ese momento comenzó el cerco más largo y dramático de la Guerra Civil Española. Como consecuencia el Comandante Nofuentes quedó virtualmente prisionero del Capitán Cortés.
La fuerza mandada por Cortés se componía contando los dos enclaves, de unos doscientos cincuenta combatientes casi todos los Guardias Civiles y unos mil refugiados, mujeres y niños en su gran mayoría, familiares de los Guardias Civiles de la Comandancia de Jaén. En la posición principal, el Santuario, al mando directo del Capitán, se defendían 177 guardias y 44 paisanos bien armados de rifles y pistolas, aunque desprovistos de armas automáticas y artillería. El asedio en firme comienza el 12 de septiembre de 1.936.
El 14 de Septiembre, el Comandante Nofuentes que seguía en el Santuario, se rinde a los Guardias de Asalto enviados por el Frente Popular de Andújar y abandona la fortaleza con algunos números. Cuando regresan a ultimar las condiciones para la entrega del resto, Cortés los recibe a tiros.
Las milicias locales de Andújar, apoyadas por los Guardias de Asalto, intentan dominar con sus medios a los Guardias Civiles, pero nuevamente entra en juego la famosa puntería de los hombres de la Benemérita y tras una semana de combates irregulares Cortés puede dar descanso a sus hombres mientras el enemigo pide refuerzos a Madrid.
El 15 de Septiembre de 1.936, la prensa de la zona republicana con grandes titulares da la noticia de la rendición del Santuario. La cosa parece lógica y en la propia zona nacionalista se admite como válida. Pero no era sino una reacción propagandística ante la liberación del Alcázar de Toledo. El Santuario sigue resistiendo.
El 10 de Octubre, el Capitán Carlos de Haya, en su DOUGLAS cedido por Franco, comienza el socorro aéreo a los sitiados y pocos días más tarde logra hacerles llegar un saco con palomas mensajeras que van a convertirse en la comunicación más fidedigna entre Cortés y sus presuntos liberadores.
No estaba Madrid para enviar auxilio a nadie y menos al desconocido rincón del Sur donde un grupo de Guardias Civiles se resistían a entregarse a una guarnición local. Por eso durante el invierno de 1.936 a 1.937 sitiados y sitiadores son abandonados a su suerte. Los envíos por avión son insuficientes y Cortés muy a pesar suyo tiene que enviar a sus guardias civiles a requisar por los cortijos de Sierra Morena. Estos dominan primero la situación, armas en mano encuentran al dueño de la finca, le entregan un recibo pagadero por el importe de las gallinas o trigo que se lo llevan. Mientras puede disponer de numerario el escrupuloso Cortés paga sus requisas en efectivo.
Durante la segunda quincena de Noviembre arrecian los bombardeos aéreos y artilleros del enemigo y Cortés tiene que situar a las familias de los guardias en los amplios sótanos del Santuario.
Una afortunada expedición nocturna del cortijo Valdelipe consigue elevar las reservas de carne; los guardias llevan al Santuario 309 cabezas de ganado después de dejar 125 en Lugar Nuevo.
El 18 de Diciembre, los sitiados empiezan a escuchar el cañón de la ofensiva de Queipo de Llano en el sector del recodo del Guadalquivir y su moral se eleva considerablemente. Ocupado en su ofensiva Queipo no puede atender durante varios días al suministro del Santuario, y Cortés tiene que hacer acopio de todas sus reservas para que sus hombres y los demás asediados canten villancicos el día de Nochebuena. En cambio desde el día 29 se reanudan los vuelos de aprovisionamiento y sitiados de los dos reductos pueden despedir con alegría el año trágico de 1.936.
Los suministros se agotan; en su mensaje del día 18 de Enero de 1.937, Cortés informa que ya es el sexto día en que los sitiados solo tienen que llevarse a la boca, hierbas, raíces y tallos de plantas silvestres. Entre los días 19 y 21 el Capitán Haya consigue hacerles llegar medio centenar de grandes paquetes.
El General Martínez Monge envía fuerzas equivalentes a una Brigada Mixta contra la posición secundaria de Lugar Nuevo, defendida por 60 Guardias Civiles, y ordena abrir las compuestas del pantano de La Lancha, con lo que se incrementa el efecto de la crecida del Jándula y la posición queda incomunicada con el Santuario. Pero el mal tiempo y la poca decisión de los asaltantes hacen fracasar el intento.
El mensaje de Cortés el día primero de Febrero es angustioso: “Nuestra situación es gravísima, de no traer con toda urgencia víveres, pereceremos de inanición”. La respuesta de Queipo es eficaz y el día 21 Cortés subraya que tiene un remanente para 5 días.
El Gobierno de Valencia conmina enérgicamente a los Jefes del ejército del Sur para que acaben de una vez con la pesadilla de Santa María de la Cabeza. El día 8 de Abril de 1.937 se cumplimenta esas órdenes y se inicia un duro ataque contra la posición de Lugar Nuevo, donde el Teniente Francisco Ruano Beltrán decide replegarse al Santuario. Solo dispone de 40 hombres más o menos útiles para la defensa. Al atardecer del día 12 del mismo mes Ruano Dirige la retirada de sus hombres y sus familias hacia el Santuario, separado por varios kilómetros de senderos imposibles, que serpenteaban entre las líneas enemigas, A las 5,30 horas de la mañana del día 13 Cortés recibe al primero de los grupos, y ordena la salida de varias patrullas para orientar a los restantes. Los últimos expedicionarios llegan a las 4 de la tarde a la posición principal; la operación realmente asombrosa, ha concluido con un inesperado éxito y sin pérdidas.
Los comunistas hacen suyo el intento para el asalto definitivo al Santuario de la Virgen de la Cabeza y destacan allí a dos de sus jefes militares más seguros: El diputado Pedro Martínez Cartón, jefe de XVI Brigada Mixta y el Teniente Coronel Cartón. Fuerzas equivalentes a una División, apoyadas por 40 piezas de artillería desencadenan el ataque el día 14 de Abril, aniversario de la República.
Casi todos los historiadores, han señalado la presencia de una Brigada Internacional en el asalto a Santa María de la Cabeza, pero en la documentación republicana de estas operaciones no se ha podido comprobar, aunque la XIII brigada de Zeisser actuaba frecuentemente como reserva general de urgencia en todo frente andaluz.
Las fuerzas al mando directo de Martínez Cartón, se lanzan una y otra vez al asalto de los parapetos de la Guardia Civil. “Esto más que odisea es ya locura” dije Cortés en uno de sus últimos hologramas, transmitido en la mañana del día 26 de Abril. “A las 14 horas (dice en un mensaje pulcramente mecanografiado del día 27 que llegó a las líneas de Forcuna por medio de una paloma) veo avanzar hacía este campamento 10 tanques…”Una a una van cayendo las posiciones exteriores de apoyo. Cortés empuña un fusil como tantas veces durante el asedio y ordena fuego a discreción.
Aun en esos momentos desesperados la puntería de la Guardia Civil es tan certera que la posición de Cerro Chico, ocupada por los soldados de la XVI Brigada con el apoyo de varios tanques tiene que ser desalojada dos veces ante el fuego graneado que se mantiene desde el Santuario. Los defensores tienen que replegarse a los sótanos, desde donde continúan la resistencia. El 30 de Abril de 1.937, el Coronel Morales y el Teniente Coronel Cordón, jefes de las fuerzas republicanas atacan al Santuario con tanques. La batalla se prolonga hasta el día siguiente primero de Mayo, y sobre las 3 de la tarde un impacto de artillería entierra en cascotes al Capitán Cortés que cae mortalmente herido y solamente entonces, cuando materialmente están las avanzadas enemigas dentro del Santuario; se rinden los defensores, exhaustos.
El gobierno de Valencia, a través del mando del ejército del Sur dio órdenes de que se respetara escrupulosamente a los prisioneros y sus familias; como los atacantes eran también soldados españoles, cumplieron esta orden a la perfección.
Martínez Cartón se hizo inmediatamente cargo de todos los prisioneros. Los hombres en edad militar fueron trasladados en su casi totalidad al penal de San Miguel de los Reyes de Valencia; las familias las trasladaron a Andújar, que después se fueron quedando en diversos puntos de Andalucía. El Capitán Santiago Cortés no fue ejecutado como pretendieron ciertas propagandas, sino cuidado con esmero; pero la muerte a la que había desafiado con deliberado valor a lo largo de todo el asedio, llegó a su encuentro al día siguiente, en un puesto de socorro enemigo.
El Jefe de la XVI Brigada Mixta, Martínez Cartón fue breve. Hizo formar en la Explanada del Santuario a todos los Guardias Civiles supervivientes que podían estar de pie, eran cuarenta y dos, entonces el Jefe Republicano no pudo sino reconocer su valor. «Sois unos valientes como el que os mandaba», con 200 como vosotros, llego yo a Burgos, añadió.
El balance de las bajas entre los sitiados, sobrepasó los ciento cincuenta muertos, alcanzando los heridos una cifra cercana a los doscientos cincuenta, tanto entre combatientes y el personal civil. La mayoría de los supervivientes quedaron en un estado lamentable.
El fiel cronista del asedio, Julio Urrutia en su libro «EL CERRO DE LOS HÉROES», ha dejado un inapreciable testimonio lo que sucedió allí sin encontrar explicación de los motivos que indujeron a la Guardia Civil de la Comandancia de Jaén para refugiarse en la finca «Lugar Nuevo», y en el propio Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, con el conocimiento de las Autoridades Republicanas que ha sido uno de los episodios más extraordinarios de toda la Historia de España-
La Cruz Laureada de San Fernando, para todos los supervivientes, les fue concedida en el año 1.942.
El Teniente Manuel Rueda, segundo del Capitán Cortés, acompañó al General Franco en su visita al Cerro de la Cabeza, poco después de acabada la Guerra Civil. Cuando el valiente Teniente le llevó junto el rústico cementerio de la defensa, diseñado por el propio Cortés, Franco dijo: “Esto lo culmina todo”.
En el Museo del Ejército de Toledo se conserva entre todos los recuerdos de Santa María de la Cabeza, la paloma disecada que llevó cinco mensajes, cada vez más apremiantes, del Capitán Cortés a las líneas cordobesas que pese a su cercanía no pudieron impedir la inevitable rendición del reducto.
Este tema ha sido documentado de algunos libros relacionados con el Santuario de la Virgen de la Cabeza y de la “HISTORIA ILUSTRADA DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA”
TEÓFILO ARAÚJO GÓNZALEZ
Guardia Civil retirado