Besana Villoria – Revista digital Besana de Villoria

SE PUEDE VIVIR DE RECUERDOS, SI NO TE HUNDES

En la que nos hemos metido ¡Es parda! sin querer. Así que a dar marcha atrás, mi misión ahora es dar guerra para que nos sintamos vivos, algunas veces discutiendo con la mujer. Luego nos reímos mucho, como digo yo; reírse y hacer el amor (si puedes) te relaja el cuerpo, se te quitan las arrugas y te da más fuerzas que a un guardia civil cuando se pone el tricornio, doy fe de ello.

Yo, que soy un correlindes y todos estamos en la lista, tenemos que estar preparados, porque el mundo no va a ser igual, hay que buscar fórmulas de convivencia para vivir y convivir, dando un poquito de guerra, porque si te duermes en el sofá, digamos que tu vida ha sido un sueño mal aprovechado y a olvidarse uno de la cartilla del banco, el que la tenemos, como va engordando y acordarnos más de lo humano, porque el dinero no nos salva.

Siempre he dicho que España es la nación más solidaria, me remito a los hechos, como se ha volcado la gente con el Banco de Alimentos con sus donaciones, este año se ha cambiado el sistema de recogida y ha sido muy bien acogido. Ahí están los resultados y entiendo un poco de esto, dando fiabilidad de ello. Lo que más me fastidiaría es que, llevando años de voluntario en una ONG, como muchas otras personas, lo recolectado lo invirtieran ciertos ladrones para hacer pisos. Eso lo único que trae es desconfianza y la gente trina; no entiendo como esa gente podrá dormir con lo que no es suyo, yo no podría y no soy un santurrón, así que estoy feliz. No por lo que haga, si no por lo que no robo.

Lo que más me fastidia es que, quien no ha aportado nada en su vida (que están en su derecho), te pidan explicaciones sobre qué se hace con este dinero, qué es lo que se compra. Yo solo digo, si se ayuda a 100 familias, si hay 10 que engañan y no lo necesitan, pero salvamos a 90…

Así que chapó por el Banco de Alimentos de Salamanca, porque se lo están currando con transparencia. Amigos, esto no es un mercadillo y vamos a poner la mano en el pecho. ¿No es mejor ayudar, a que te ayuden? Porque nadie sabe lo que te deparará la vida.

Con la pandemia que estamos viviendo tiene que estar uno preparado porque todos estamos en la lista y más, con gente que se salta todas las normas impuestas. Algunos jóvenes y no tan jóvenes, parece que les importa un bledo cargarse a los padres o a los abuelos que son los más vulnerables. Pero no importa, para parte de la juventud, antes están el placer y el vicio.

Así que, suerte tuve yo que me formaron en una escuela para ratones, éramos cincuenta niños y pocos fueron a esas universidades tan famosas para formarse como personas. No entiendo que no os llegue a la sesera. Yo también tengo un nieto que está llegando a la pubertad y sufro como todos los abuelos. Diréis, este tío cabronazo ¿qué derecho tiene a hablar así de los jóvenes? El mismo que tenéis vosotros de hacer lo que os plazca. Y no os tengo manía hijos, al contario.

Disfruto al ver una cuadrilla de jóvenes divirtiéndose, pero tengo que decir hasta la extenuación que esto es una guerra psicológica, con muchos miedos, sin sangre y sin balas porque no te llevan con un kalashnikov a defender tu patria. Ahí sí se vería la sangre de los malos, me pregunto muchas veces ¿quiénes son los buenos y quienes los malos? porque aún ganando esa guerra te encontrarás feliz al haber caído muchos inocentes. Esta que tenemos estoy convencido de que salimos de ella, pero va a costar su tiempo.

Así que usad esa cabecita dejando esas juergas que ya os quedará mucho tiempo para disfrutar y muchas cosas más que os hagan felices. Porque los jóvenes también estáis cayendo, por favor un poco de respeto a esta gente de hospitales y de otros sitios que están al borde del abismo para salvar a nuestros seres queridos, que están dejando sus vidas, sin ver la luz al final del pasillo. Me repito, diciendo que no todos los jóvenes son negligentes.

El otro día hacía buena tarde y a las cuatro la dije a mi mujer: me voy para los pinares yo solo porque no viene fulano ni mengano. Me dijo, voy contigo no siendo que te pase algo, no vayas solo. Y digo yo ¿Por qué me va a pasar a mí? Eso es amor, mujer. Salí a la puerta y me largué solo, no vi a nadie, así que cogí el pendingue y me fui. A la salida del pueblo me encontré con una joven fregando la cochera de su casa y la dije. Adiós maja, adiós me respondió. Tiene un niño de cuatro años que estaba a unos cuarenta metros con un triciclo, le llamó ven para acá hijo y el niño, ya voy mamá y como yo iba subiendo y el bajaba me quedé mirándole, adiós señor, me lo hubiese comido, con que dulzura me dijo señor.

Salgo al camino, que tiene sus cuestas y tienes que meter la primera porque si no, no subes, me encuentro en el cruce del canal, cuatro chavales de catorce o quince años, les miro les digo adiós y como Paco en el árbol, a su rollo. Subo 100 metros más y en el prado de mano izquierda tiene Jose el de Capri 10 u 11 entre caballos y burros para sus eventos, que cuando me ven se acercan a la alambrada rebuznado un poco en plan de saludo que parece que quieren hablar contigo. Digo yo, son más burros los de cuatro patas o los de dos. Me pasé una buena tarde y al bajar me respondieron igual, también unos perros de un pastor que si les hablas con cariño te entienden. Pero a estos jóvenes lo que les cuesta un hola.

Me dice mi hijo, ¿Por qué no escribes papa, un artículo para Navidad que sea divertido y se ría la gente? Le dije, he hecho muchos sainetes en mi vida para que la gente se ría y se lo pase bien, pero no tengo palabras y menos en Navidad, porque hay muchos recuerdos recientes grabados en sus corazones y a mí, por desgracia, se me ha ido gente muy allegada.

Tendrá que pasar mucho tiempo para olvidar un poco y como no me gustan las navidades, que para mí son todos los días vamos a ver si tenemos suerte de poder ir a Salamanca o al pueblo a gastar un poco, porque si no España se hunde. Es cuando más dinero tenemos, no lo gastamos. Ayudemos todos los que podamos un poquito, mayormente estos días. Así que tú que me conoces más que nadie, que tienes tu mujer y tu niño que no les falta lo más básico, vamos a acordarnos de los que no tienen nada.

Estas son mis navidades, no está el año para sainetes, pero sin tirar la toalla porque la vida sigue, unos montados en burros y otros a pie. Lo importante es llegar, llegar en paz y procurar dar vida a toda esta gente que lo está pasando mal y que todos los niños tengan sus reyes. Y como sé que hay muy buena gente, vamos a intentarlo, porque yo personalmente no quiero ser el más rico del cementerio.

Así que vamos a empezar, manos a la obra, que en un año y un poco más nos veremos las caras y las luces empezarán a resplandecer, porque llevamos mucho tiempo en la oscuridad sin reconocer a la familia y poder darles un achuchón, un abrazo, hasta que te salgan llagas en el cuerpo.

Un abrazo

ALFONSO “EL PINDOQUE”

2020-12-20

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