Esto yo creo que lo sabéis todos. Os cuento. Que los bancos y las cajas de ahorros han sido unos ladrones y a los que más daño han hecho ha sido a los humildes y trabajadores de todos los gremios, es cierto. Ahora, a sus empleados que han estado trabajando para estas mafias, les echan a la calle como perros después de estar toda una vida a su servicio. Es una humillación. Con tantos adelantos que hay y que muchos no sabemos nada, nos han estado robando con su letra pequeña, que no la veíamos y ahora nos dejan sin servicios, porque la gente mayor no entendemos esta tecnología, así que nos matan como el Covid.
Cuando era pequeño vivíamos juntos mis ocho hermanos, los padres y abuelos. Eran muchos los abuelos que morían en casa rodeados de sus seres queridos, porque entonces era como vender tu sangre si les sacabas de casa, tratándoles con mucho cariño y respeto. No recuerdo que se les llevara a las “resistencias”, se pasaba mal, con muchas penurias, pero allí morían felices.
Recuerdo de pequeño y de mayorcito, como mi padre cada año iba a un banco, uno de ellos era el banco Coca, a que le prestaran 1000 pesetas, para sobrevivir. El hombre, casi siempre, iba con miedo y mi madre rezando a todas las vírgenes y poniendo velas todos los días para que se las dieran. ¡Madre! allí no había vírgenes, solo lobos, que cazaban la presa sin dar un tiro, los de arriba, usureros sin sensibilidad. También iban muchos a buscar un préstamo a Salamanca en un autobús pequeño, al que llamábamos La Rubia, propiedad de los Santos, no de los de arriba, sino de una familia que así los llaman aquí en Villoria.
En invierno era cuando hacían más viajes, llegaba La Rubia a Villoria como a las seis de la tarde, íbamos todos los niños a recibirles, como ahora a los reyes. Bajaban nuestros padres de la Rubia y en la mirada se veía que nos les habían prestado nada. Alguno había tenido suerte. Así que a mi hermano Pauli y a mí, que siempre estábamos juntos, que cara se nos quedaba. Mi madre le decía a mi padre: Alfonso si te dan el dinero compra un brasero, para aquellos inviernos tan duros y que con un poco de cisco arrimados a la camilla pasabas los ratos malos. Pero la peor cara se le quedaba a nuestra madre, que tenía que hacer milagros para subsistir.
A veces, con suerte, nos daban el préstamo; que alegría nos entraba en el cuerpo, pero eran unos cabronazos los de arriba, sabían que las cuatro tierras que teníamos, si se enteraban que había buena cosecha y no apedreaba te quitaban más de la mitad a la hora de recolectar, como así sucedió en varias ocasiones. Pero si el año era malo y no podías, te embargaban hasta los hijos, dejándote casi en la calle por aquellos carroñeros de abogados y procuradores, llamados Cascabel (como la serpiente) y Nodal, que a ellos bien les ha ido y a su familia con el sudor de los pobres.
Yo no sé cómo mi madre tiraría con tanta prole, harían efecto los rezos a las vírgenes porque luego nos criamos bien, aunque ahora ya vamos un poco arrugaos de lo que hemos trabajado, pero vives.
Cuando escribo estos relatos me da mucha pena, por lo que estarán pasando muchos, yo perdono, pero no olvido.
Van pasando los años y me voy al norte a los 18 años, quiero vivir la vida, yo creo que un poco deprisa, porque perra que cogía, perra que jodía. Me meto ya con 25 años y como estaban allí mis hermanos trabajando, ya habían dado la entrada para un piso, porque estaban casados. Me dijeron que por qué no daba una entrada para un piso allí en Basauri en el Calero, pegando donde vivían ellos; no es que tuviera mucho. Se me iluminaría la chinorra y di la entrada; pasados cuatro años me casé y con la ayuda de mi mujer nos fuimos a vivir a nuestra casa. Pedimos un préstamo; por entonces estaban los intereses a un 16% o 17%. Menos mal que había trabajo y éramos jóvenes, con ganas de lucha. En tres años nos lo quitamos de encima. Trabajando sábados y domingos, hasta 10 horas a destajo, que quedaba uno trillao.
Pero sé de fuentes fidedignas de amigos míos de allí, que todavía lo están pagando después de 30 o 40 años.
Así que, a estos pistoleros de la banca, les compras un piso para ti, pero tienes que pagar otro para ellos. Si es verdad que hay que hablar todo, si no hubiese sido por las hipotecas, los humildes no hubiésemos tenido nunca un piso en propiedad, pero cuidado lo que nos han sangrado para conseguir el pisito a base de sudor y lágrimas. No sé si será el sistema implantado, la banca, el banco de España o los gobiernos, a los humildes ¡cuánto nos han sangrado! Y poniendo a parte de tu familia por avales, porque si no pagabas ya está el desahucio, como pasaba con los carroñeros de antes.
Algunos no hemos tenido la suerte de pagar el piso o la mansión a tocateja, como hacen otros. Así que, como me volví a mi tierra, cuando se pusieron las cosas tan feas debido al terrorismo, tuvimos que vender un piso precioso y empezar aquí de nuevo, pero con más holgura, porque hicimos nuestra casa con el dinero que nos dieron por la venta del piso y con la ayuda de alguno de la familia. Así que no he vuelto a mendigar ni un chavo a la banca.
Ya le he dicho a la mujer, las cuatro perras que tenemos las vamos a sacar de la caja, porque encima te cobran por tenerlas y en una esquina del huerto, debajo de una teja con un adobe encima lo voy a dejar; aunque tiene su peligro, porque anda por la tapia mucho gato. Pero prefiero que me lo lleve un gato, antes que un banco.
Tengo un amigo al que le hicimos una casa y me contó: ¡cuántos embargos he hecho en mi vida! porque trabajaba en la banca, cuanta gente he visto llorar. Le pregunté ¿y puedes dormir a gusto? me dijo que era su trabajo.
Así que moriremos bajo el yugo del poder de las mafias bancarias y de los malditos artículos de la constitución que ahogan al más débil. Con la que tenemos encima tienen la osadía de decir que es cuando más están ganando; ¡con la gente que no tiene ni para una vela ni un brasero! Así que los que tienen trabajo y un sueldo digno tirarán, aunque hay gente que dicen que vive del cuento (no tantos como dicen) y de las ayudas, que lo veo bien, que no sé de dónde sale tanto dinero para pagar esos sueldazos, pero habrá gente joven con un sueldito y muchos vivirán con sus padres para pagar su pisito.
¡Ay, España, España! Que grande eres, te estamos machacando.
Un abrazo
ALFONSO EL PINDOQUE