Cuando alguien emigra a otro país, lo primero que se echa de menos es a la gente que te quiere y aprecia, pero si tienes la suerte de ser de pueblo, la añoranza se multiplica aún más. Nunca he estado tanto tiempo sin ir a Villoria, más de año y medio, pero por suerte y después de esta pandemia que nos ha hecho ver la vida de otra manera, la gente más o menos sigue igual, el que era agradable lo sigue siendo y el tonto por desgracia también. La vida es el camino que nos vamos construyendo, pasito a pasito y sin descanso, las experiencias vividas y sobre todo las personas que se cruzan en nuestro sendero. Hace tres años justo por estas fechas decidí meterme en una aventura en mi propio pueblo, todo fue difícil desde el minuto uno, pero aun así continué sin descanso hasta el último día de dicha experiencia… Me robaron, difamaron en redes sociales, intentaron que mi sueño se acabará desde el primer día, pero por suerte duró un año en el cuál y a pesar de todos los problemas me enriquecieron personalmente y conocí a esos jóvenes que hoy son el alma de nuestro pueblo. Intenté cambiar la dinámica que había en el ocio nocturno con música en directo, animación y sobre todo la cocina. Tengo que reconocer que el día que cerré fue uno de los más tristes de mi vida, pero me quedó el consuelo de que hice todo lo que pude para que la gente de mi pueblo disfrutara de día y de noche. Ahora y después de mi magnífica andadura por tierras teutonas vuelvo a la capital del reino, rodeado de polución, estrés, prisas, ansiedad, atascos y gente, mucha gente, que en mi segundo pueblo llamado Hüttisheim, al lado del Danubio, rodeado de bosques y ciervos y con menos de 1000 habitantes el único problema era que el Sol, a veces hereje, muchos días no salía a saludarme, pero bueno, ningún sitio es perfecto, bueno si, ese donde todo el mundo te saluda y te sientes en tu casa, que por suerte para mí es VILLORIA. Como siempre os digo, nos vemos en los bares, que es donde las sonrisas florecen, los corazones se aceleran y el cuerpo se mueve, regados por el elixir de los dioses, que a veces nos mata y otras nos embellece. Mojaremos las palabras y llenaremos las panzas, pero siempre rodeados de nuestros seres queridos que para mí sois vosotros, mi pueblo y mi gente…
2021-09-16
Javier López Martín