No estaban esperando al autobús, tampoco estaban de velatorio, ni tan siquiera habían quedado con alguien. La casualidad y la lluvia les unió en unas bonitas imágenes para el recuerdo. Unos en los albores de su vida, otro en el ocaso, luces del alba y luces del anochecer, mucho vivido y mucho por vivir. Casi doscientos años de vida repartidos de forma desigual bajo el techo de la parada, noventa y tres son para Agapito, el resto para los siete jóvenes que le acompañan. No esperan nada y, sin embargo, lo esperan todo.
Fotos: Pilar Corredera