Mis queridos amigos:
Hace demasiado tiempo que no me comunico con vosotros a través de nuestra querida revista Besana y hoy no quiero se pasen estas Navidades sin desearos a todos que la ternura de Dios os bendiga y desearos también un año 2022 libre del bicho que veo les sigue amenazando revistiendo nuevas “cepas”, que yo en este contexto viral, le cambiaría el nombre, porque las cepas lo único que dan es buen vino, si bien es cierto que con él se alivian las penas. Mi solidaridad con todos los que han perdido un ser querido: familiar, vecino, conocido.
Por la selva, gracias a Tasorintsi, Dios para los matsigenkas, la tribu con la que comparto todos estos años, no hemos tenido, que sepamos, más que un caso de muerte y éste contagiado y fallecido en la ciudad. Los demás, alguno ha sido detectado como portador, pero sin otro síntoma que un resfriado superado como todos los años con el ”paracetamol”, la “aspirina” hispana. Me preguntan qué tienen los matsigenkas que no les maltrata el koronavirus y respondo que éstos nacen con antivirus. Será por su tranquilo estilo de vida, su breve y muy natural alimentación, su oxígeno abundante y limpio en aire y agua y porque tienen un ángel de la guarda que los protege día y noche. Hasta tal punto se sienten vacunados por la naturaleza, que se resisten a la vacunación. En una asamblea yo les cuestionaba por qué no se vacunaban y uno de ellos me respondió, con el asentimiento de la mayoría, que si se vacunaban morían pronto. Yo les dije que hacía seis meses me había vacunado y estaba vivo. Otro me cuestionó que la vacuna producía esterilidad. Ante esta cuestión, les dije que tenía que suspender el juicio porque carecía de experiencia. Ultimamente están accediendo porque les exigen el carnet de vacunación hasta para abordar una lancha o un carro.
Cambiando de tercio, aunque el bicho seguirá dando que hablar y que actuar, os estoy escribiendo desde la Misión de Timpía, mas al interior de la selva que en la que resido hace ya 17 años: Koribeni. Suelo bajar a Timplía en Navidades y Semana Santa y paso casi un mes en cada ocasión, no porque me obligue nadie, sino porque no se queden sin estas celebraciones tan entrañables luego de 60 años de presencia de dominicos y como respeto a su memoria. Desde aquí, os envío algunos videos y fotos por si tenéis el tiempo y la oportunidad de visionarlos. Son unas secuencias de estos días que llevó aquí haciendo de samaritano transportando y atendiendo a familias con niños enfermos que estos días abundan con una especie de epidemia de diarrea con sangre.
Aquí nuestras navidades son realmente calurosas en sentimiento y grados. Un abrazo a todos y cada uno, a vuestras familias y a Villoria entera. Os quiere y recuerda vuestro amigo
Roberto