Besana Villoria – Revista digital Besana de Villoria

QUERIDO AMIGO, DIEZ AÑOS HAN PASADO COMO UN SORBO.

Bernardo, después de unos meses de descanso, quiero seguir ilusionándome con los vivos y con los muertos.
Te cuento: la tierra está ardiendo con los volcanes, y si no la quemamos nosotros, que somos unos terroristas de la naturaleza, que solo queremos producir, no importa que muera el campo y todo lo que se pone por delante. Lo estamos pagando todos con nuestras vidas. Si no fuéramos tan avariciosos, seríamos más felices, porque al final nos va a sobrar todo. La gente humilde no pinta nada, no quiero ser cansino, que ya he hablado de estas cosas y no quiero que se me olviden, me gusta recordarlo.
Esos gobiernos que amenazan a sus gentes, saliéndose de sus países familias enteras con niños en brazos, se me parte el corazón; llegan a un país y les están esperando las metralletas, alambradas con sus pinchos sangrientos, soldados y policías esperándolos para expulsarlos, por órdenes de los manda más.

¿Dónde está ese dios que dio la vida por nosotros?, ¿por qué no echa una mano?, para que terminen ya los crucificamientos, como sucedió con Jesús. No hay derecho a tanto atropello, donde los poderosos tienen todo y el pueblo no pinta nada, es lamentable en el siglo XXI, con la riqueza que genera este mundo y que sucedan estos casos.
Ahora hay mucha gente que llora por esta maldita lava que les lleva sus casas, destruyendo sus campos, donde han dejado muchas gotas de sudor y su vida, mirando, recordando, ¡por qué y por qué! ¡Cuando lo único que quieren es recuperar algún recuerdo!
Te cuento Bernardo: con esta maldita pandemia todas son lamentaciones, parece el Rosario de la Aurora. Sí que estamos bien, pero podríamos estar mucho mejor. Pero como en este bendito país, cada uno hace lo que le sale de los huevos, que nos creemos que sabemos más de la ciencia y que todos los profesionales. Hay cuatro millones de personas en España sin vacunar, que algún día el gobierno lo va a obligar a la fuerza, como están haciendo en otros países, que yo nunca he estado de acuerdo en hacer las cosas a la fuerza, porque si no nos tacharán de dictadores.
Los negacionistas, yo creo que si no hubieran tomado las medidas que se han tomado la mitad de la población hubiéramos desaparecido de la tierra, es mi opinión.
Yo no entiendo, cuando a uno le duelen las muelas después de una mala noche, te la vas a sacar hasta con flemón, como hice yo, que el médico no quería, porque era un peligro, dándome un mareo, que mi mujer y mi hermano Santos se acojonaron, como lo vería al sacarlo, pero era tan grande el dolor.
Cuando le duele el pecho a uno, sale corriendo uno al hospital por su cuenta, hay muchos que no lo cuentan, hay veces que no se consigue nada porque no tenemos la varita mágica, porque muchos han quedado en el camino, pero por lo menos intentar salvarte. Bernardo, lo que si veo es que la gente, es muy libre de vacunarse o de morirse, si no hay peligro para los demás, porque esto es como una gripe muy dura, pero vamos a tener que vivir con ella y nosotros que ya vamos para mayores, queremos disfrutar saliendo un poquito y gastar un poco dinero que es cuando los jubilados tenemos un poquito más, porque llevamos dos años casi sin salir de casa, ¡aunque te puedes morir de un catarro! Y encima casi no nos conocemos con la mascarilla, que nos viene bien con el frío que hace por aquí, nos alivia un poco, pero casi no conoces a nadie. A mi mujer si la veo por la calle, la conozco por los andares, aunque ya nos la vamos quitando poco a poco. A muchos ha dejado huella estos dos años de miedo y dolor.

Así que ahora, que yo no paro soy un corre lindes, la mayoría de los mayores estamos escojonados, unos de cataratas, que están esperado a que les llamen, otros de cadera, que no pueden casi andar, otros los dientes, muchos en sillas de ruedas o en un andador y otros de la próstata. Total, que nos está dejando descarallaos esta maldita pandemia.
El otro día le dije a un amigo ¿por qué no coges un cayado o un bastón y te sujetas el cuerpo y por si tienes que dar un garrotazo a alguien? me dijo con pena ¡Ay amigo! Llevas razón, pero siento que, si lo cojo, es como que mi vida ya ha acabado. Y lo entendí.
Cuando nos juntamos amigos y familiares, las palabras que están en boca siempre, como se pasa el tiempo, cuando esto, lo otro, los niños los criamos y otros mira cómo están los nietos de guapos, altos, que a los padres se nos cae la baba, o como se vive ahora de bien y con menos antes éramos más felices jugando en las calles, porque ahora se juega mucho menos, se vivía mejor. Sin darnos cuenta que ellos van para arriba y nosotros para abajo.
Yo lo llevo bien porque estoy dentro de mis años como un buen vino, cada vez tengo más grados jajajaja y estoy muy mentalizado para lo que venga.
Luego hay mucho sordo, terrible, uno con sus aparatos, otros los pierden o se le olvidan, que a este le conoces tu muy bien, así que si voy andando con él es un peligro, se me atraviesa, es que solo oye del oído izquierdo, así que algún día me tropiezo con él y me desgracia, menos mal que hablo muy poco…
Hermano te voy hablar de mis cosas, lo tengo muy feo. Este verano he engordado cinco kilos, que no sé de donde me han venido, la mujer sé que me quiere, pero creo yo que me quiere matar de hambre, que si me va a dar esto, que si me va a dar lo otro, vamos que estoy acojonado. Así que estoy pasando hambre. Menos mal que en la viña los sábados nos juntamos una cuadrilla, me bebo una copa de aguardiente y dos o tres vainillas, como no me ve la mujer aprovecho, pero la joda es que me ve mi hermano Pauli “el Bigotes” y todo el tiempo me está diciendo, no comas dulces que te va a dar algo, por los stent que llevo en el cuerpo.

Así que no me aprovecha nada, ala que hay otros más gordos que yo y no les dicen nada, como que no quiero ya que me inviten a las bodas, aunque se case un hermano, esto es un martirio. Peso 90 kilos, un señor de dos metros de altura subido en un taburete de treinta centímetros, ¿tú crees que es para que me dé algo? como que antes iba a casa de mi hija a pesarme todas las semanas, me da miedo no siendo que coja algún kilo más. Creo que me tienen trucada la báscula entre mi hija, la mujer y hasta pienso que anda por ahí el yerno, que como esto siga así me matan de hambre.
El otro día me dice el nieto, Óscar, que es un salao con 12 años, yaye me parece que estas más gordo, aunque te veo muy bien. Le dije, esta es la ropa del invierno. Dice si no digo nada, pero haz caso a la abuela. Le dije, ¡pero hijo!, ¿tú también te has enterado? Porque le dices a una mujer o una joven estas cosas y la matas. Así que cuando tenemos algún acontecimiento en la bodega, tengo que andar con unos ojos de gallos cuando están ellos hablando. Por si acaso casco el peine, yo creo que es más justo que te mueras por comer que de hambruna, como a muchos les está pasando, que nunca han llenado el buche en su vida, ahí lo dejo.
Bueno, de tus hermanos los sacerdotes están chungos con sus cosas y sus años, aunque no han tirado la toalla. Han rebajado las misas y nos apatuscan porque nos deja mucha gente, pero están haciendo un gran servicio social y luego en misa les ayuda Lucito el de la tienda a dar comunión, que se le da muy bien. Así que hace poco me dijo Pedro, Alfonso, vamos a tener que dar unos cursos acelerados a Tasito “el Tijeras” y a ti para ordenaros, porque jóvenes aquí no vienen, están muy bien en los conventos y catedrales con su calefacción, así están ellos de esponjaos. Ya le dije que Tasito en un mes está preparado porque le gusta, pero a mí eso de la sotana nada de nada, lo más que puedo hacer es tocar las campanas, para que vuelvan más las ovejas descarriadas, porque cada vez somos más y entiendo que con palos y con miedo no volverán. Como decía Jesús, dejad que los niños se acerquen a mí.
Así que hermano ya te dejo y hasta el próximo año, que espero que sea mejor que este y tal vez te sorprenda y me dan la alternativa, porque todavía ando con los cuernos y la paleta en mis sueños surrealistas.
Termino, paradoja.
Iba un gañan a arar a los campos con la pareja de bueyes y una puta mosca se le ponía en la lomera al buey, el la sacudía con el rabo, pero no la alcanzaba, ya cabreada la mosca le dijo, anda no des tanta guerra que aquí todos aramos.
Un abrazo muy grande hermano.

ALFONSO “EL PINDOQUE”

2022-01-19

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