Semana intensa en la política Castellana y española, pero si algo esperábamos los de nuestro es volver a celebrar la que se ha convertido en la mayor reunión de villorejos exiliados que vuelven durante el finde al pueblo, para juntarse con sus compañeros de pupitre y sobre todo amigos Este año faltarán muchos ya que todavía hay gente con respeto al bicho y lo posponen para el próximo, aún así seguro que hay muy buen ambiente, con la gente del pueblo, cenando en familia, recordando tiempos pasados y algunos como yo, deseando que lleguen los 45 para volver a celebrar la fiesta de los quintos, ya rodeados de parejas e hijos, nada que ver con la de 18, que tenía mas ganas y energía para todo. Recuerdo aquel fin de semana cómo si fuera hoy. Llegó el viernes nos pusimos la chaqueta y el pantalón con las cintas que nos habían cosido nuestras queridas madres y nos fuimos al colegio, a inculcar está tradición a los más pequeños, después a pedir por las casas y parar coches en la carretera. En esta ronda por el pueblo sacamos comida para todo el finde y con el dinero que nos dieron casi pagamos la orquesta, las horas pasaban regadas con algo del elixir de los Dioses y había que ir a misa, sin dormir después de una noche larga e intensa. Allí aparecimos como pudimos ya que empezábamos el sábado, pidiendo junto a nuestras familias, salud y sobre todo que ese gran día marcado a fuego para los villorejos lo pasásemos de la mejor manera y que el ambiente festivo llenara los hogares de nuestro querido pueblo.
Javier López Martín.