Hace unos días , Villoria perdió uno de esos símbolos que formaban ya parte su historia. Como tantos otros villorejos que ya se fueron, el gran álamo blanco de la Fuente de Alba se fue con ellos a darles cobijo con su extensa sombra, y seguir formando parte de esa historia, aunque solo sea en el recuerdo.
Hoy rescatamos de nuestro archivo una poesía que en su día dedicó a la fuente y a este árbol nuestro querido colaborador Sigifredo María.
LA FUENTE DE ALBA
Limpia y cristalina es
tu agua fuente de alba,
sacias la sed al sediento,
que es obra, de caridad innata
Y tu blanco álamo ,
tus ramas parecen alas,
brindas sombra al caminante,
le das descanso a su cuerpo
y das sosiego a su alma.
Juntos como enamorados
veis como pasan los años,
seguro que os lamentáis
al mirar que vuestro encanto
sin contemplación cambiaron.
¡Cuántas fuentes milagrosas
no tienen de vuestro encanto!
Yo aseguraría que tu.
Fuente
del. Alba y del Álamo.
Tienes hecho algún milagro
y por tímida as callado.
Mas todo estará escrito en el cielo
y nadie podrá borrarlo,
aunque a las gentes de ahora
no le importe tu pasado.
Hoy yo quiero recordarlo,
en ti bebió el segador,
que sudoroso y cansado
después de calmar su sed
levanto la vista al cielo
y dio gracias por el trago.
Y aquel mozo de labor,
de mañana bien temprano
llenaba en ti su barril
para refrescar su boca
del polvo de aquel arado.
Y el forastero de paso,
receloso y con cuidado,
bebió una ved de tu agua
Y jamás pudo olvidarlo.
¿ Acaso no es un milagro
saciar la sed del sediento
y brindarle gratuito
en los días calurosos
la hermosa sombra de un árbol?
¡Si que lo son!
Pero vosotros callados,
fuente del alba y del álamo.
Viendo cómo pasa el tiempo,
que a los hombres va llevando.
Seguro que allí en el cielo,
alguno estará mirando
y le dirá al creador:
No, no dejes que estos se olviden
de esta fuente y de este árbol.