Un día hace 24 años se le ocurrió a un trabajador de la construcción meterse en estos vericuetos de la literatura, por un cabronazo de cura que no sé qué vería en mí, pero lo que está claro, que para mí es como una droga, la llevaré en mí hasta la tumba.
El escritor Luis Landero decía entre otras cosas, que el escritor no tenía gran mérito, que el mayor éxito en su vida con el tiempo, es estimarse como escritor, porque los demás me han dicho que valgo para algo, pero si leo 10 críticas y una de ellas es mala, es la que más me creo. “La jodimos tía Paca”. Como decía Machado: de “Diez españoles, nueve embisten y uno piensa”. Hombre yo que soy un mindundi al lado de esta gente, si me leen 10 y 9 me atropellan, pues dejo de comerme el coco porque no vivo de esto. Mucha gente se lo pasa bien con mis relatos de andar por casa. Tengo la suerte de no cebarme en una sola materia porque son como parejas abiertas que es lo que se lleva ahora y por eso son entendibles y le gusta a la gente. Así que hay diversidad para escoger y que se recreen con lo que les gusta.
Me atrevería a escribir un libro de toros con poca mano de obra, que es lo que más me ha gustado, con aquellos grandes monstruos de la tauromaquia, como fueron, Belmonte, Manolete, Frascuelo, Lagartijo, Machaquito, Mazantini, Joselito, Granero, Marcial Lalanda, Gaona, Villalba, los Jirones, los Bienvenidas y los Dominguines. Podría dar fechas de matadores muertos en los ruedos. La que más ha sonado fue la muerte de Manolete, por un toro de miura llamado “Islero” de ganadería de alto linaje. Como cuando llevó Pizarro a Méjico sementales de Navarra de un primo suyo, para cruzarlos con vacas salvajes de aquellos lugares, allá por el 1500.
Pero como ahora esto no se lleva, me lo callo, no siendo que un día me levante de la cama y al salir al porche, que es lo primero que hago, a ver cómo está el día me encuentre el jardín lleno de cuernos. Esto no interesa. Es como si hablo de la construcción que ha sido mi vida, que ha habido de todo, cumpliendo dignamente y teniendo muchos amigos como consecuencia de mi oficio.
De la siega no me gusta hablar, porque la gente se aburre y te dejan solo, de las necesidades de antes, no se te ocurra decir que nadie ha pasado hambre, y eso que nos llegaban los mocos hasta la cintura. La vida nos daba el brazo de la chaqueta de pana, que la usábamos para limpiarnos, ¡que asco!, pues, con esas chaquetas están haciendo chalecos antibalas, de la costra que cogían. Eso no interesa.
Así que me centro más en lo humano y, como hablo y me llevo bien con la gente, porque todos necesitamos que nos escuchen, me alivia un poco.
El otro día estuve con un señor, con el que me llevo muy bien, se le había muerto la mujer, sin faltarle de nada y cuando mejor estaban. Se había ido a vivir con su hija, el marido y los nietos, que no podía hablar en casa, que estaba anulado por el yerno, los nietos y consentidora la hija. Que en la televisión se veía lo que ellos querían, con sus móviles y sus lenguajes que no entendía y estaba muy triste. A este hombre le dije, vete a tu casa, porque él no quería irse a una “resistencia” y me dijo que era un desastre, que no sabía guisar ni lavar la ropa. Le dije, tú tienes cachapa, te vas a comer o a cenar a un restaurante, o contratas a una persona para hacer esas labores.
Estas generaciones no son como las nuestras, que hemos sido machacados, pero queremos morir con dignidad, nada más.
El otro día, sábado, estuvo mi hijo, su mujer y su hijo y cenamos en la bodega con una buena lumbre y fue una gozada, porque hay que vivir el momento. Ya de tarde nos quedamos mi hijo y yo, que te da más alas para abrirte en la comunicación, aunque nos llevamos de maravilla, tenemos buena empatía y más si estás tomando un medio, te abres en canal y os digo: muchas veces dudo de mi si he estado a la altura como padre, aunque soy un progresista, los he cuidado lo mejor que he podido. Pues tanto su madre y yo hemos estado dando el do de pecho.
En la conversación se abrió mi hijo, ¡Papa! Sé que habéis tenido una vida dura, habéis trabajado como leones, metafóricamente porque no la hincan, pero habéis sido muy felices, así que las perras que habéis ganado, guardarlas y disfrutar de ellas, porque no se sabe lo que puede venir. Nosotros tenemos trabajo, no es para tirar cohetes, pero no nos podemos quejar. Pues oye me alivió un cojón, demostrándome el cariño que nos tienen, que para nosotros es más que todo el dinero del mundo y es que los padres queremos todo lo mejor para nuestros hijos, pero cuidadin, cuidadin.
Termino con este caso que me contó mi cuñada Mariángeles. En un pueblo de La Rioja de donde era su padre, había un señor acaudalado con muchos millones y tenía tres hijos. Cuando cumplió 80 años y repartió el capital entre los hijos y se echó la cuenta que lo más que le quedaba de vida era hasta los 90, así que se guardó un dinero para él y para la persona que le cuidaba. Llegó a los 90 años y no se murió, quedándose sin un chavo. Los hijos, como el que ve llover, así que este gran hombre llegó hasta los 100. ¿Qué tuvo que hacer?, mendigar a la puerta de un banco que conocía a muchos y con un cestillo decía, una limosna para una persona que le ha sobrado vida. Seguro que sus hijos le conocerían, no lo hacen muchos, pero otros sí.
Un abrazo.
ALFONSO “EL PINDOQUE”
14-06-2022