Se me congela alma. Se rompe a cachos. Te has ido. Nos has dejado. Tuve la suerte de tenerte de párroco a principios de los 70 en mi querido pueblo de Aldearrubia. Después marcharte a las misiones a México en la frontera de Estados Unidos con los chicanos. ¡Mucho te añoramos en Aldearrubia, San Morales y Huerta! Que entonces eras el párroco de los tres pueblos.
A mí me diste catequesis y fuiste mi confesor. ¡Cuánta guerra pude darte en mi querida iglesia de Aldearrubia! Siempre fui una niña muy inquieta. Y tú me aguantaste con tu santa paciencia.
Cuando me enteré que habías regresado de las misiones, el corazón me estallaba de alegría. Y años después tuve la suerte de recibir el santo sacramento del matrimonio por tí en la iglesia del Pueblo Ladrillo donde fue tu funeral. Me casó este señor cura.
Recuerdo que no encontraba iglesia y mi padre se acordó de D. Antonio Romo, que bien conocía a toda su familia. Una familia de clase media, natural de Aldealengua.
El pueblo de Aldealengua ha perdido una figura humana por excelencia. Recibió varios galardones, premios y tres medallas de Oro como persona humana por la diputación de Salamanca y la Junta de Castilla y León.
Inés García Hernández.